La respuesta fue sencilla y más contundente de lo esperado para una compañía con presencia en 25 países, 260 millones de abonados y frentes abiertos en varios continentes. Fueron sólo dos palabras: "El crecimiento". Así de simple. El alto directivo al que pertenece esta réplica no lo dudó. La principal preocupación de Telefónica en estos momentos es seguir avanzando. La idea que tienen los ejecutivos en la cabeza y por la que deben luchar es el alza de los ingresos.
Lo significativo de la reflexión es que no se refiere a buscar crecimiento en un entorno de crisis. También eso es clave para la buena marcha de una compañía, por supuesto, pero la preocupación no es concreta ni acotada en el tiempo. Es general. De cara al futuro. Global. No es que no sea importante ahorrar costes -otra prioridad constante, que ha convertido a Telefónica en una de las empresas más rentable de su sector-, ni sacar productos innovadores, batir a la competencia o conseguir el respaldo de los clientes. Todo eso debe hacerse. Pero en un entorno de ingresos a la baja por la agresividad de las ofertas, de saturación en muchos mercados y de necesidad de rebajar el precio de la tecnología para que los usuarios la acepten como cotidiana, la clave que garantiza el liderazgo a futuro es la capacidad para seguir creciendo.
El problema es que no se trata de una preocupación abstracta. Telefónica ha presentado caídas de ingresos en los dos primeros trimestres de 2009, algo que no sucedía desde 2003. Y puede que estos resultados concretos sean achacables en parte a la crisis, pero lo cierto es que en los siete trimestres anteriores los incrementos fueron de menos de dos dígitos, muy inferiores a los que se registraron en 2005 y 2006. Para los próximos años, las previsiones de la compañía tampoco son muy halagüeñas y los analistas no han dejado de señalarlo.
De la respuesta que se ha dado a esta preocupación da idea la escalada de compras en la que se ha embarcado Telefónica. Son adquisiciones concretas y selectivas. Muy bien escogidas por lo que pueden aportar, pero muchas en número. ¿El objetivo? Seguir creciendo.
En principio, están descartadas las grandes adquisiciones, aunque quizá sea más por incomparecencia del contrario. La operadora holandesa KPN sigue siendo un complemento perfecto para Telefónica, pero mientras su compra sea imposible por las reticencias del contrincante vale más intentar otra vía que esperar de brazos cruzados a que llegue el tercer intento de hacerse con ella. Lo mismo se aplica a Telecom Italia.
Definido lo que no se puede hacer, Telefónica ha estudiado su mercado y ha llegado a la conclusión de que entrar en solitario en nuevos países no es la respuesta. Con este marco de actuación, la estrategia se ha centrado en tres caminos.
Por un lado están las alianzas. Puede que Telefónica no pueda comprar Telecom Italia y tampoco una operadora en China, pero es posible entrar en su capital y buscar alianzas a la espera de que esta situación cambie. De hecho, la española es todo un ejemplo de paciencia. En China Unicom entró en 2005, cuando la asiática llevaba otro nombre y se dedicaba sólo al fijo. Pocos resultados concretos se han conseguido desde entonces, pero Telefónica forma parte ahora de una empresa mucho mayor, se ha convertido en su único accionista industrial y sigue aumentando su participación. Telecom Italia mantiene el mismo patrón. Había que frenar la entrada de Carlos Slim y de AT&T en Europa y se hizo. Ahora, Telefónica tiene un 7%, forma parte del grupo de control y ahí se quedará. Puede que pasen muchos años hasta que la situación se desbloquee y sea viable la consolidación de ex monopolios en Europa, o puede que no suceda nunca, pero si llega el momento, Telefónica tiene la mejor posición para ganar la partida.
César Alierta, presidente de la teleco española, sabe que el tiempo juega a su favor y no le importa esperar, aunque tenga que ver todos los días cómo se devalúa su inversión o aguantar sin torcer el gesto determinados comentarios de altos representantes políticos. La recompensa, si se produce, hará que todo merezca la pena.
Otro campo de crecimiento es la participación en actividades no totalmente propias de la compañía, pero que pueden aportar impulso al negocio. El deseo de tomar una participación minoritaria de Digital+ se enmarca en esta política. También, hace tiempo que Telefónica empezó a comprar participaciones minoritarias en empresas con una sola idea, producto o servicio pendiente de desarrollar. Si finalmente la iniciativa se convierte en un éxito, la operadora española será la propietaria y la primera en darle salida comercial.
La tercera estrategia para crecer es la más contundente: comprar compañías o espectro de móvil. Se reserva para los mercados donde está presente y quiere reforzarse. Esta semana ha sido pródiga en ejemplos, empezando por GVT, que dará a Telefónica presencia nacional en telefonía fija y banda ancha en Brasil cuando ahora sólo la tiene en móvil, y terminando por Hansenet, con la que será un operador integrado en Alemania, con todos los servicios y no prácticamente sólo el celular. Pero también Vivo forma parte de esta estrategia. Brasil es el mercado de mayor potencial de Sudamérica y todo crecimiento allí es poco. Por eso, una gran diferencia la marcaría que Telefónica fuera dueña del 100% de su filial de móvil y no sólo del 50%. Otra vez, el problema es que Portugal Telecom, el otro socio, no quiere vender.
Eso sí, mientras que Vivo es una reivindicación de años, GVT ha sido sobrevenido por esa necesidad de crecer. Hace unos años se planteó la adquisición de esta misma compañía y fue descartada. Ahora, Telefónica se contraopa a sí misma para no perderla a manos de Vivendi.
Tan agresiva como con GVT va a ser la política de compra de espectro. No son nuevas compañías, pero sin frecuencias es imposible crecer en móvil. Telefónica lo tiene claro y está dispuesta a jugar duro, porque está en riesgo el negocio de la banda ancha móvil y, también, su futuro en Alemania. Alguien se va a quedar sin nuevas frecuencias en ese país y la española no quiere ocupar ese lugar, porque significaría en la práctica la imposibilidad de seguir adelante.
Que Telefónica sea casi la única teleco con una apuesta tan fuerte en estos momentos por el crecimiento con adquisiciones no es casualidad. Mientras otras están vendiendo porque necesitan caja, la española tiene una capacidad financiera que le permite aprovechar los buenos precios que hay en el mercado. También es un tema de registro histórico. Telefónica se ha hecho a sí misma a base de compras y ninguna se le ha atragantado en los últimos tiempos. Digirió la adquisición de las filiales de Bellsouth en cuestión de meses y una transacción de la envergadura de O2 le llevó sólo un poco más. France Télécom o Deutsche Telekom no pueden decir lo mismo. La primera todavía sufre por sus compras en España; la segunda está a la espera de encontrar una respuesta para la estadounidense T-Mobile.
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