En una sociedad que poco a poco pierde el romanticismo, con libros que se digitalizan y correspondencias que se vuelven electrónicas, aún queda calor para despedir a dos grandes de la cultura y recodar a otros que nos dejaron con anterioridad.
Hoy en día nuestras palabras se mueven por impulsos eléctricos y recorren circuitos hasta llegar a sus destinatarios. Laberintos que desconocemos completamente, como Facebook, y que cada vez están más vigilados o por lo menos eso se puede concluir del nuevo paquete de Telecomunicaciones que llega desde Europa. Empresas como Best Buy quieren adelantarse a su tiempo legalizando las descargas pero aún seguimos confundiendo el medio con el uso, que puede ser didáctico y productivo. Es tan absurdo como espiar a las personas obesas por su supuesta tendencia a delinquir.
Miles de profesionales de la comunicación llevan a cabo un llamamiento para luchar por una información veraz bajo el lema “Mi precariedad es tu desinformación”. El periodismo está sufriendo un gran intrusismo profesional y reclama mayor regulación para equilibrar la balanza. Algo parecido a la Ley de Beckham, que obliga a los futbolistas extranjeros a pagar impuestos en las mismas condiciones que el resto de los españoles.
La Red es un medio muy efectivo para la denuncia y la protesta, como la campaña contra la explotación sexual. Ya son muchos los bloggers que han sido encarcelados o asesinados en su lucha a favor de múltiples causas. Quizás el romanticismo se haya perdido entre retoques de photoshop o estudios técnicos de un atardecer en vez de contemplarlo, pero siempre nos quedará la belleza de una Geisha y una última carta de amor.
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