A pocos se les ocurriría asociar el éxito del matrimonio con algo tan poco romántico como la teoría económica. Sin embargo, esa es la fórmula que promueve el libro Spousonomics, según el cual la relación conyugal debe gestionarse como si fuera un acuerdo de negocios.
Incluso las relaciones sexuales de la pareja -sostiene- están sujetas a las leyes del mercado.Escrito por Paula Szuchman, editora del diario The Wall Street Journal, y por Jenny Andersson, reportera económica del The New York Times, el volumen maneja conceptos como la división del trabajo, y el sexo: sus costos y beneficios.
Y aplica a la relación matrimonial otras ideas nada cercanas a la filosofía de los consejeros matrimoniales y sí pertenecientes a la teoría de los economistas, como la ventaja comparativa y la asimetría de la información.
¿Cuál fue la idea que alentó a las autoras? Paula Szuchman le dijo a BBC Mundo que intentaron "tomar el enorme cuerpo de investigación empírica y el conocimiento histórico generado por los estudios económicos y aplicarlo a las relaciones conyugales".
Szuchman asegura: "Estudiamos todo, desde Adam Smith a la teoría de juegos (un área de la matemática aplicada) y sacamos conclusiones que podrían ser de utilidad" en la pareja.
"También llevamos a cabo nuestra propia investigación con parejas de todo el país que compartieron sus historias con nosotras".
Por último,"nuestros propios matrimonios han incubado de algunas de nuestras teorías", señala.
"Sexo fácil"
¿Y cómo se traduce toda esta teoría a la realidad de un matrimonio? "Aplicamos la ley de la oferta y la demanda de sexo", responde Szuchman. "Suponiendo que la demanda de sexo es algo fijo, animamos a los lectores a aumentar su oferta de sexo mediante la reducción de su costo".Básicamente, si las parejas se la pasan discutiendo su vida sexual y esperando a que los niños se duerman, "aumenta el precio y se disminuye la demanda. La clave para mantener la vida sexual caliente es hacerla asequible".
En sus palabras, "ni velas, ni música que induzca estados de ánimo. Nada de eso. Hay que ir, si es el caso, directamente a hacerlo apurados en la ducha. Para decirlo con simpleza: el sexo se vuelve abundante si es posible obtenerlo con facilidad".
Otro tema de peso en las parejas son las riñas. En opinión de la autora, "la investigación del comportamiento económico ha demostrado que la gente odia perder una discusión más de lo que ama ganarla. Esto es parte de la razón por la cual los comerciantes y los jugadores doblan en apuestas perdidas".
La idea es tener esto en cuenta, cuando se practica ese consejo de abuela de no acostarse a dormir enojados: "no vale la pena permanecer despiertos toda una noche defendiendo un punto de vista en el que pueda que ni creamos sólo por el hecho de no perder una pelea". A veces se gana perdiendo.
Si se trata de un tema delicado, el consejo es parecido al que se debe aplicar ante una caída de precios de acciones: no precipitarse y esperar el momento.
División del trabajo
Respecto a una de las razones comunes que llevan a las riñas, quién debe hacer qué en el hogar, descartan el ideal de que se divida equitativamente.
Pero muchos cuestionan la eficacia de métodos empresariales y apuestan por el enfoque tradicional de dejar fuera de la ecuación del matrimonio todo lo que tiene que ver con la cabeza fría del despacho de un gerente.
¿Es ésta una hipótesis o han sido capaces de demostrar que su teoría funciona? La respuesta que le dio Szuchman a BBC Mundo parece dejar algún espacio para la duda.
Aunque explica que "el consenso general es que sí, funciona", reconoce que "la única prueba que tenemos es el efecto en nuestras vidas, y lo que nuestros amigos y lectores comparten con nosotros".
BBC Mundo
Pero muchos cuestionan la eficacia de métodos empresariales y apuestan por el enfoque tradicional de dejar fuera de la ecuación del matrimonio todo lo que tiene que ver con la cabeza fría del despacho de un gerente.
¿Es ésta una hipótesis o han sido capaces de demostrar que su teoría funciona? La respuesta que le dio Szuchman a BBC Mundo parece dejar algún espacio para la duda.
Aunque explica que "el consenso general es que sí, funciona", reconoce que "la única prueba que tenemos es el efecto en nuestras vidas, y lo que nuestros amigos y lectores comparten con nosotros".
BBC Mundo
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