Si el pasado de la energía ha estado en el subsuelo o en lo más escondido de la materia, su futuro bien puede depender de fuentes que siempre estuvieron ahí pero que no había forma de aprovechar. Algunas habrá que buscarlas muy arriba. La obtención de energía solar en el espacio o el aprovechamiento de los vientos de gran altitud son dos de ellas. Pero también las mareas se perfilan como una alternativa energética para las próximas décadas. Incluso los organismos más pequeños, como virus o bacterias, podrían solucionar el futuro energético del planeta. Japón, EEUU o Europa están estudiando nuevas fórmulas para aprovecharse de fuentes que siempre han estado ahí pero que sólo con la más avanzada tecnología podrán ser utilizadas.
Hoy, todo el mundo identifica energía solar con los paneles que ve por la carretera, o la eólica, con molinos de viento que pueblan el paisaje. Pero el sol y el viento pueden ser aprovechados de muchas y diferentes maneras. Los científicos empiezan ahora a descubrir cómo aprovechar los rayos solares para reproducir de forma artificial la fotosíntesis de las plantas. También (ver abajo) empresas de EEUU y de Japón planean construir centrales solares en el espacio.
En cuanto a la eólica, las instalaciones en el mar superarán a los parques eólicos terrestres en el futuro. Mar adentro, el viento es más constante y fuerte. En el golfo de Bizkaia se planea ensayar el proyecto HiPRwind (algo así como "hiperviento"). Con un presupuesto de 19,8 millones de euros y coordinado por el Instituto Fraunhoffer alemán, 19 empresas y organismos probarán una red de grandes molinos flotantes capaces de generar 10 MW. El proyecto ya se ha puesto en marcha y, si los test son satisfactorios, entrará en funcionamiento en 2016. El reto no es sólo conseguir molinos eficientes sino conectarlos entre sí y a la red de suministro eléctrico.
Otra opción, más a largo plazo, es capturar el viento en las capas más altas de la atmósfera, donde sopla con más fuerza y de forma continua.
Pero no todo es sol y viento. Hay muchas más fuentes que cumplen con los requisitos (como provenir de un origen natural e inagotable) para ser definidas como renovables. La más avanzada en su desarrollo es la energía del mar. En este campo, Reino Unido es el país que más está apostando por aprovechar sus mareas. Más cerca de la ficción que de la ciencia es la posibilidad de aprovechar la gran energía que portan los rayos de las tormentas o la pequeña que consiguen las bacterias. Sin embargo ya hay investigadores que lo han conseguido en el laboratorio.
"Todo eso suena a ciencia ficción", sostiene el profesor del Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla, Manuel Lozano Leyva. "Para hacer ciencia de verdad habría que invertir mucho, traer a los mejores del mundo, pero eso es algo que da sus frutos a largo y medio plazo y no luce", añade. Para el profesor, las subvenciones a la eólica y la solar "han evitado la investigación en las renovables, pero la investigación en serio", explica. Para él, sin esta apuesta por la investigación básica e inmediata, los ejemplos de este artículo se quedarán en simples historias dignas de Julio Verne.
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