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2011/03/28

¿Hay espacio para la moralidad en la economía?

¿Tiene algo que ver algo la moralidad con la economía? Usted ¿qué opina?
a. Se trata de dinero. Es la doctrina de la hoja de cálculo que alimenta la ambición y el egoísmo. Es una herramienta de los poderosos. Se atreve incluso a ponerle un precio a la vida.
b. No te quiere menos si eres generoso. Es honesta a la hora de enfrentar decisiones difíciles, como la de a quién salvar en el servicio de salud. Está comprometida moralmente con la libertad y se ocupa tanto de la pobreza como de la riqueza.
c. Es una ciencia, estúpido. Dejen discutir bobadas sobre la moralidad.
La economía es un tema que polariza como pocos otros.
Para algunos es una máquina calculadora inmoral.
Para otros, es una ciencia amoral, descriptiva pura y simple.
Y para muchos otros, definitivamente tiene un compromiso moral con la libertad pues trata de ampliar las alternativas para la gente.
Lo que es curioso es que la moralidad se invoque tan a menudo cuando se habla de economía dado que la asignatura ha sido enseñada por generaciones como si no tuviera nada que ver con ella.
El historiador económico Roger Backhouse dice que ha habido una separación histórica entre la "economía normativa" -lo que debemos hacer- y la "economía positiva" -la descripción de lo que hacemos-.
Algunos parecen pensar que esta visión es la responsable por la crisis, insinuando que de alguna manera separó a las ideas económicas de lo que realmente es la gente. El dinero se va a un mundo virtual que no tiene nada que ver con uno y lo que vuelve es ganancia. Esa es la parodia.
Una pregunta interesante es si este divorcio intelectual podría cambiar tras el debacle económico global de los últimos años, en el que mucha de la furia ha tenido un matiz de superioridad moral.
Al menos uno de los principales economistas, John Kay, piensa que deberíamos volver a hablar de la economía política, en vez de economía seca, para mostrar que los valores morales siguen estando presentes.

Palabras engañosas

Hace unos años, parecía que el dinero no necesitaba de excusas. Ahora, la codicia volvió a ser malvada. O al menos para algunos, que protestan contra los banqueros o la corrupción.

Para otros, la búsqueda del interés propio sigue siendo la vía más segura a la prosperidad para todos. Más que eso -argumentan- es además el camino más ético.
Y es que donde unos ven puro interés propio, otros ven autosuficiencia: una virtud.
Hay quienes quieren que suban los impuestos por el bien común; otros consideran que los impuestos son un robo o desperdicio.
Y ese es el problema con la moralidad en economía.
Hace que el seco cálculo económico para individuos racionales y analistas de utilidades sea mucho más escurridizo.
Lo "bueno" y lo "malo" complican las sumas.
Pero hay algo peculiar con esas sumas: con la excepción de John Kay, quien está dispuesto a considerar la posibilidad de que la ética implica un costo, pocas veces he conocido a alguien que no piense que su moralidad trae beneficios.
Quienes piensan que el gobierno debe dejar de molestar e impulsar la autosuficiencia, a menudo creen que eso es bueno para la economía.
Pero quienes piensan que el gobierno debe ayudar más a la gente, también creen que al hacerlo la economía crecerá.
¿Significa esto que en el fondo de toda racional económica hay un principio moralizador? ¿O que detrás de cualquier posición ética se esconde el interés propio?
Quizás la economía no tiene nada de moral. Quizás es mecánica, el estudio de una gran máquina clasificadora.
O quizás ninguna de las anteriores, sino más bien algo parecido a un animal: la suma de los deseos e instintos de millones de individuos caprichosos, como usted y yo.

BBC Mundo

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