Durante toda esta semana, la Academia Pontificia de las Ciencias del Vaticano celebrará su primera conferencia sobre astrobiología, convocada en la Casina Pio IV, una antigua residencia papal. En ella participarán tanto prominentes científicos como líderes religiosos venidos de todo el mundo. Y lo harán para poner de acuerdo ciencia y religión ante la posibilidad, inminente para muchos, de encontrar formas de vida fuera de nuestro propio planeta. Sorprendentemente, la Iglesia empieza a aceptar que la vida pueda existir en muchas formas más allá de los límites de la Tierra.
A lo largo de cinco días, y bajo la dirección del líder religioso de la Academia, monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, los científicos, entre cuyas filas se cuenta más de un ateo, ofrecerán un amplio abanico de presentaciones y teorías sobre el origen de la vida. Se explicará cómo los extremófilos, organismos terrestres que viven en los medios más hostiles, desde la roca viva a los hielos perennes o el interior de los volcanes, podrían ser la clave para encontrar formas de vida en otros mundos.
Y se explicará también con qué métodos se están buscando esas formas de vida en otros planetas de nuestro sistema, y cómo se pretende detectar su presencia en lejanos mundos alrededor de otras estrellas.
La iniciativa fue anunciada este verano por José Gabriel Funes, director del Observatorio Vaticano, quien además aseguró que no existe un conflicto entre creer en Dios y al mismo tiempo en la existencia de hipotéticas civilizaciones extraterrestres, incluso más avanzadas que la humana. "En mi opinión esa posibilidad existe", dijo el reverendo Funes, que además es consejero científico de Benedicto XVI.
"Cómo podemos excluir la posibilidad de que la vida se haya desarrollado en todas partes -asegura Funes en una ya famosa entrevista en L´Osservatore Romano-. El gran número de galaxias con sus propios planetas hace eso posible". A la pregunta de si creía que esas criaturas extraterrestres serían parecidas a los seres humanos o si, por el contrario, serían mucho más evolucionadas, el astrónomo aseguró que "ciertamente, en un universo tan grande no se puede excluir esa hipótesis".
La entrevista, titulada "El extraterrestre es mi hermano", fue toda una revelación de cómo la Iglesia católica está limando sus diferencias con la ciencia. Al final de esta semana sabremos si el Vaticano se abre totalmente, o no, a la inquietante posibilidad de encontrar vida lejos de la Tierra.
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