Nacho, 13 años, no duda un segundo en contestar: «Ni de coña invitaríamos a nuestros padres a Tuenti». Lleva apenas dos meses en esta red social y ya tiene 273 amigos. Le decimos que es imposible que todos esos contactos sean amigos de verdad; ni siquiera conocidos. «Bueno, ya sabes. Hay colegas de colegas... Pero ninguno es sospechoso». Su hermana María, un año mayor, tiene 203 personas agregadas a su cuenta. Insiste en la prudencia. «En el colegio nos han dado charlas al respecto. Utilizo filtros de privacidad. Suelo entrar un rato por las noches y, sobre todo, los fines de semana. No solo es una herramienta de ocio para divertirse y quedar, sino también para resolver dudas que surgen con los deberes del cole. Lanzas la pregunta y rápidamente llega la ayuda».
Ambos coinciden en que la red no sustituye sus relaciones sociales en el «mundo real». Su padre, Antonio, empresario de 44 años, ya conoce ese discurso buenista, pero confiesa que no tiene la mosca detrás de la oreja. «Tengo claro que no voy a tener influencia en las decisiones más importantes que tomen en su vida: cuando elijan carrera, pareja... o cuando se inicien en el sexo. Lo único que podemos hacer los padres es dar a nuestros hijos la educación adecuada para que tomen el camino correcto. La clave está en lo que ven en casa. Y en las amistades. Si algunas no me gustan, no se las prohíbo, aunque tampoco las promuevo. Me da más miedo que monten en moto que usen las redes sociales. Si no les dejara, o si les vigilara, acabarían por mentirme». Nueva forma de relacionarse El 37 por ciento de los niños europeos de entre 9 y 16 años consultados para la encuesta EU Kids Online cree que la afirmación «conozco internet mejor que a mis padres» es muy cierta, y el 31 por ciento, «algo cierta».
El mundo ha cambiado, no hay duda. Y para muchos adolescentes las pantallas del ordenador y del móvil son más reales que el asfalto que pisan para ir al colegio. «Estamos ante una nueva realidad y un nuevo espacio de convivencia. Si no estás en una red social, no existes», afirma Adolfo Sánchez Burón, vicerrector de la Universidad Camilo José Cela. Internet supuso una revolución, pero los expertos creen que han sido las redes sociales las que, en muy poco tiempo, apenas tres o cuatro años, «han modificado para siempre nuestra forma de relacionarnos». Un estudio presentado estos días por Danba, empresa que comercializa un programa que informa a los padres de los hábitos online de sus hijos, asegura que, en un año, los menores han pasado de utilizar internet 66 minutos al día a 115, un 74 por ciento más; y en el caso de las redes sociales, de 53 minutos a 90, un 70 por ciento más. Ambos datos implican que el 78 por ciento del tiempo que los chicos navegan por internet están en una red social, sobre todo Tuenti o Facebook. La penetración de las redes sociales en jóvenes, a partir de los 9 ó 10 años, es tan abrumadora que alienta numerosos debates. La cruz (falta de control de los padres, acoso, acceso a contenido inadecuado...) y la cara (mejora la autoestima y las relaciones sociales).
El mundo ha cambiado, no hay duda. Y para muchos adolescentes las pantallas del ordenador y del móvil son más reales que el asfalto que pisan para ir al colegio. «Estamos ante una nueva realidad y un nuevo espacio de convivencia. Si no estás en una red social, no existes», afirma Adolfo Sánchez Burón, vicerrector de la Universidad Camilo José Cela. Internet supuso una revolución, pero los expertos creen que han sido las redes sociales las que, en muy poco tiempo, apenas tres o cuatro años, «han modificado para siempre nuestra forma de relacionarnos». Un estudio presentado estos días por Danba, empresa que comercializa un programa que informa a los padres de los hábitos online de sus hijos, asegura que, en un año, los menores han pasado de utilizar internet 66 minutos al día a 115, un 74 por ciento más; y en el caso de las redes sociales, de 53 minutos a 90, un 70 por ciento más. Ambos datos implican que el 78 por ciento del tiempo que los chicos navegan por internet están en una red social, sobre todo Tuenti o Facebook. La penetración de las redes sociales en jóvenes, a partir de los 9 ó 10 años, es tan abrumadora que alienta numerosos debates. La cruz (falta de control de los padres, acoso, acceso a contenido inadecuado...) y la cara (mejora la autoestima y las relaciones sociales).
Una escena real, sucedida esta semana en Madrid, muestra ambas percepciones de la realidad. En una mesa redonda, Sánchez Burón, Fernando Fernández Lázaro (jefe de sección de la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional) y Teresa González Hidalgo (psicóloga) hablan de un panorama tranquilizador: mucho tráfico y relativamente pocos problemas y denuncias (las que hay, relacionadas mayoritariamente con acoso escolar y publicación de fotos sin permiso). Un oyente, en cambio (Miguel Comín, cofundador de la Fundación Alia2, alia2.org), se revuelve en su asiento hasta que le toca el turno de hablar: «Decir que las redes sociales son seguras es una barbaridad. En Facebook hay perfiles con pornografía infantil; en Tuenti hay incontables menores de 14 años (la edad mínima permitida, en teoría); la ley funciona con lentitud, a pesar del acuerdo de Budapest firmado este verano para unificar las normas europeas...». Entre la seguridad y el peligro, lo cierto es que ocho millones de personas, la mayoría muy jóvenes, pasan una parte de sus días en Tuenti, la red social estrella entre los adolescentes españoles. La empresa, comprada recientemente por Telefónica, dedica un equipo de veinticinco personas a revisar 600.000 perfiles al año, lo que da idea del esfuezo y de la dificultad de llegar a todas las esquinas del ciberespacio. En el caso de Facebook, Comín recuerda que su Fundación acaba de denunciar ante la compañía estadounidense cien perfiles de pornografía infantil, y que no son excepción. Según Alia2, entre enero y septiembre de 2010 las fuerzas de seguridad del Estado han realizado más de 400 detenciones por delitos informáticos, de las que más de la mitad están relacionadas con pederastia y pornografía infantil.
El perfil de esos individuos es muy amplio y transversal en cuanto a clase social, actividad y lugar de residencia; la mayoría son hombres. La Unión Europea financia otro estudio sobre adolescentes y redes sociales, bautizado como «UE Kids Online», que se presentará oficialmente en noviembre, pero del que ya conocemos algunos datos. A saber: el 29 por ciento de los niños europeos de entre 9 y 16 años se ha comunicado con alguien que no conocía cara a cara previamente; el 8 por ciento ha conocido un contacto online en la vida real; el 22 se ha expuesto a uno o más tipos de contenidos potencialmente lesivos (proanorexia, droga, suicidio...); el 14 ha visto imágenes sexualmente explícitas...
Arturo Canalda, defensor del menor de la Comunidad de Madrid, apuesta por crear una asignatura en los colegios dedicada a la vida digital. «Hay educación vial o sexual, pero no de internet». Cree, además, que la legislación debe adaptarse a las nuevas amenazas. «Por ejemplo, la apología de la anorexia o la bulimia no está tipificada como delito». Y añade que es esencial la implicación de los padres, educadores y administraciones. «El ciberespacio es un lugar en el que la sensación de riesgo no es tan patente como en el mundo real, pero existe. Igual que ayudamos a los niños a cruzar la calle hay que enseñarles a ser precavidos en las redes sociales». María Victoria García tiene tres hijos menores de edad con cuenta en Tuenti. «La mayor, de 16 años, está bastante enganchada, sobre todo los fines de semana. A los pequeños les dejo entrar diez minutos al día. Me preocupa el asunto, claro, porque sé en qué mundo vivimos, y mi marido y yo hemos hablado con ellos. Más allá de las trampas que pueden encontrarse, de que ahí puede meterse cualquiera, está la pérdida de tiempo y la falta de privacidad. Invierten horas y horas participando en una especie de "salsa rosa” en la red».
El perfil de esos individuos es muy amplio y transversal en cuanto a clase social, actividad y lugar de residencia; la mayoría son hombres. La Unión Europea financia otro estudio sobre adolescentes y redes sociales, bautizado como «UE Kids Online», que se presentará oficialmente en noviembre, pero del que ya conocemos algunos datos. A saber: el 29 por ciento de los niños europeos de entre 9 y 16 años se ha comunicado con alguien que no conocía cara a cara previamente; el 8 por ciento ha conocido un contacto online en la vida real; el 22 se ha expuesto a uno o más tipos de contenidos potencialmente lesivos (proanorexia, droga, suicidio...); el 14 ha visto imágenes sexualmente explícitas...
Arturo Canalda, defensor del menor de la Comunidad de Madrid, apuesta por crear una asignatura en los colegios dedicada a la vida digital. «Hay educación vial o sexual, pero no de internet». Cree, además, que la legislación debe adaptarse a las nuevas amenazas. «Por ejemplo, la apología de la anorexia o la bulimia no está tipificada como delito». Y añade que es esencial la implicación de los padres, educadores y administraciones. «El ciberespacio es un lugar en el que la sensación de riesgo no es tan patente como en el mundo real, pero existe. Igual que ayudamos a los niños a cruzar la calle hay que enseñarles a ser precavidos en las redes sociales». María Victoria García tiene tres hijos menores de edad con cuenta en Tuenti. «La mayor, de 16 años, está bastante enganchada, sobre todo los fines de semana. A los pequeños les dejo entrar diez minutos al día. Me preocupa el asunto, claro, porque sé en qué mundo vivimos, y mi marido y yo hemos hablado con ellos. Más allá de las trampas que pueden encontrarse, de que ahí puede meterse cualquiera, está la pérdida de tiempo y la falta de privacidad. Invierten horas y horas participando en una especie de "salsa rosa” en la red».
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