Al leer el contenido de la historia de la Farmacia en el Virreynato nos encontramos con numerosas coincidencias de los años vividos después de la Independencia, sobre todo en el Perú.
__._,_.___
La Botica fue considerada con este nombre porque venía de apoteca (Bodega) que las autoridades del Virreynato le pusieron al establecimiento de venta de medicinas, a pesar que era parte principal del sistema médico de esa época.
Sin embargo, debido a la proliferación de boticas privadas en el siglo XIX siguió una protesta, porque además de no cumplir con las normas y preceptos: como por ejemplo que ninguna receta fuera atendida sin autorización expresa de los médicos, quienes emplearon el latín para sus prescripciones “galénicas y chymicas”.
La vigilancia y control aún se realiza en las farmacias y boticas, constituyendo éstas últimas la mayoría.
Sin embargo hay un mercado informal que vende medicamentos pasados de fecha, y de origen dudoso, que hasta el momento no se erradica. ¿Seguimos viviendo a mediados del s.XIX? Llama a dudas. Estamos en el s.XXI, y se siguen cometiendo los mismos errores. Las autoridades tienen la palabra.
No hay personal profesional suficiente para el control y erradicación de estos establecimientos que en vez de favorecer a la salud la perjudican y lo más doloroso a las clases más necesitadas y menesterosas.
Presentamos a continuación como era la botica, la vigilancia y control en la época de Virreynato. Ustedes tienen la palabra.
LA BOTICA era parte esencial del sistema médico español, cuyo control y vigilancia estaba en manos del Protomedicato. Generalmente las boticas funcionaban en los conventos u hospitales. En 1793, los Dominicos abrieron en Santa Fe una primera botica pública. Sin embargo, durante el siglo XIX se inició “el funcionamiento de multitud de boticas privadas, la proliferación de estos establecimientos, generó que a mediados del siglo se presentaran varias protestas.[14]
El TRABAJO del boticario fue reglamentado por la Real Audiencia. Se estableció como norma que ninguna receta fuera despachada sin autorización expresa de los médicos, quienes emplearon el latín para sus prescripciones “galénicas y chymicas” hasta el siglo XIX.
Pero ante la falta de médicos y el alto costo que suponía tener acceso a uno de ellos, los boticarios sirvieron, con frecuencia, como “médicos de los pobres”, prescribiendo medicamentos simples. [15]
En el siglo XVIII los boticarios debían registrar en un libro la realización y despacho de fórmulas magistrales, hecho que continuo hasta más o menos 1990. Este documento era rigurosamente revisado por la institución del Protomedicato, así como las condiciones de la botica y los medicamentos almacenados.
Ejemplo de estas visitas, es la que en 1799 realizó Don Honorato de Lila, a algunas boticas de Santa Fe, cuyo informe enviado al Virrey dice:
“Excelentísimo Señor- :Cumpliendo con su superior Decreto de vuestra excelencia, de veintiséis de enero, efectué la visita de las boticas que están a cargo de boticarios examinados, acompañado del doctor José Joaquín Chacón, regidor diputado del muy ilustre cabildo, y con el secretario de este, que así parece se ha practicado en las anteriores visitas con el fin de autorizar el médico comisionado por la falta de protomédico. En cumplimiento de mi comisión hice arrojar los medicamentos inútiles, componer los que admitan composición, y mandé a los boticarios que en adelante no hiciesen cantidades crecientes de medicamentos, porque con facilidad se corrompen y pierden su virtud, y así se venden con gravísimos perjuicios de la salud pública como lo está experimentando diariamente, igualmente les previne no hiciesen jamás en sus boticas la thriaca,* **dioscordio, ***alkermes y otras de estas difíciles composiciones, porque me consta que en todas las boticas de esto no hay mayor parte, de los simples de que se componen, y porque éstos venidos de Europa, con el largo tiempo que necesitan para llegar a ésta y por los distintos temperamentos por donde pasan y otras circunstancias llegan o muy desvirtuadas o podridas; por cuyas razones deben hacer venir anualmente de la península las nominadas confecciones bien acondicionadas, para que puedan ser de utilidad a la salud pública, siendo constante que conservaron su virtud por largo tiempo [...]" [50]
El desorden imperante en la preparación y venta de específicos, era cosa sabida no sólo por las autoridades virreinales, sino por el mismo gobierno de la Monarquía, el cual, desde época anterior, había expedido credenciales relativas al almacenamiento, confección y distribución de los medicamentos. Estas disposiciones estaban vigentes desde el año 1477, cuando se ordenó por parte de la Corona Española a los alcaldes y examinadores mayores "mirar y catear las tiendas y boticas de boticarios y especieros y cualesquiera personas que vendieren medicinas y especias así en grueso como en menudeo, con el fin de distinguir las medicinas buenas de las que no lo eran y de hallar las que se hallaban dañadas y corrompidas." [51]
En las centurias siguientes, las Leyes de Indias dieron a conocer un conjunto de instrucciones relativas al almacenamiento y venta de específicos, complementadas con medidas dirigidas a impedir que personas carentes de la literatura y las patentes respectivas, ejercieran con libertad el arte de la botica. Sin embargo, por el crédito que estos empíricos conseguían entre los vecinos, las diligencias encaminadas a retirarlos del oficio eran casi siempre inútiles. Como lo sigue siendo ahora. Además, porque la venta de específicos no sólo se realizaba en las oficinas de droguerías, sino en las tiendas de mercancías y víveres, lugares que comerciaban con algunos simples a precios más bajos.[52]
En la segunda mitad del siglo XVIII, algunos ejercían como boticarios a la sombra de las autoridades y despachaban recetas sin firmar, para que nadie pudiera comprobar sus actos ilícitos. Pese a los controles sanitarios, muchas personas fueron víctimas de medicamentos mal preparados. [53]
En 1789, debido a la cantidad de boticas que se encontraban en funcionamiento en Santa Fe, Fray Domingo Acuña, manifestó la necesidad de cerrar la farmacia que habían constituido desde 1761 en el Convento del Rosario. Muchos de los preparados, según lo dio a conocer el religioso, se encontraban descompuestos y el Convento ya no se lucraba con la venta de medicinas. [54]
José Miguel de Ávila, quien fuera dependiente de la botica de Gorraes, interesado en abrir un negocio propio en Santa Fe, solicitó a las autoridades aprobasen su intención, para lo cual debió someterse al examen de los delegados por la autoridad, quienes recomendaron lograra una experiencia, que Ávila siguió con la guía del médico boticario del San Juan de Dios, luego de lo cual se le practicó la prueba ordenada por Mutis, cuyos resultados le merecieron el título de Oficial Boticario.[55]
En 1799, la botica de Gorraes fue inspeccionada generando el siguiente dictamen: "atienda personalmente su establecimiento, despache las recetas e importe de España la materia prima requerida so pena de ser sometido al Tribunal". Visitado de nuevo en abril de 1807, por los comisionados del Virrey, estos ordenaron cerrar el establecimiento, no sólo por el desorden en que hallaron los medicamentos y el estado de muchos de ellos, por lo cual "se mandaron arrojar"; sino porque el boticario "[...] conserva medicamentos y simples que hace más de ocho años fueron declarados como inútiles".[56] De otro lado, los visitadores de boticas constataban si los precios de los medicamentos se ajustaban al arancel establecido para ellos.
CONCLUSIONES.
- Es necesario que las autoridades estatales que establecen la normatividad, vigilancia y control de estos establecimientos sean Químicos-Farmacéuticos, cuya Ley lo prescribe.
- Los establecimientos de dispensación del medicamento deben ser dirigidos por los profesionales Químicos-Farmacéuticos de acuerdo a la Ley.
Zoila Sánchez Bazalar de Van Oordt
Químico-Farmacéutica
*thriaca era un polifármaco por excelencia, contenía un número variado de ingredientes, a veces hasta 70.
***Alkermes es un preparado famoso de la baya del quermes siendo uno de los ingrediente; los otros eran perlas, el almizcle, la canela, el ámbar gris, hoja de oro, el jugo de pippins, y agua de rosas. En la medicina pre-moderna, se alineó entre los mejores cardiacos, y frecuentemente se usó para las palpitaciones del corazón, o síncope; a veces para la viruela y sarampión.
BIBLIOGRAFIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario