El periodista Simon Singh ha logrado una pequeña victoria contra el complejo sistema británico de difamación, contra el que lleva luchando desde que se atrevió a criticar a los quiroprácticos.
En abril de 2008, Singh publicó en The Guardian un artículo previniendo a los lectores contra este tipo de tratamientos. El reportaje le valió una demanda por difamación interpuesta por la BCA (Asociación Quiropráctica Británica), porque sentenciaba que esta asociación "es la cara respetable de la profesión y promueve alegremente tratamientos falsos". Singh mantiene desde entonces una batalla contra el sistema legal para cambiar las leyes contra la difamación.
En Reino Unido, este tipo de demandas son extremadamente costosas para el acusado porque debe probar que es inocente. Singh participó recientemente en el Congreso TAM, que reunió en Londres a medio millar de científicos, escépticos y racionalistas. "Cuando el resto del mundo tiene un sistema contra la difamación que es rápido y simple, justo y barato, ¿por qué seguimos atascados con el nuestro?", comenta Singh a Público.
La primera audiencia preliminar del caso fue desfavorable para el periodista: el juez David Eady dictaminó que el artículo quería decir que la BCA promocionaba a sabiendas tratamientos no eficaces. Las opciones en aquel momento eran aceptar la sentencia (con unos costes que excedían las 100.000 libras) o intentar apelar. El miércoles, esta posibilidad le fue concedida por el juez John Law, que aseguró que la cuestión a discutir era "claramente de interés público".
Singh intenta, en paralelo, la vía política. Los laboristas votaron a favor de cambiar esta ley en la conferencia del partido en septiembre.
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