El consejo de adelgazar y hacer ejercicio debe de ser uno de los más formulados a las personas obesas que presentan niveles elevados de glucosa en sangre. Se supone que un cambio en el estilo de vida habitual, sedentario y sin atención a la dieta, reduce sus posibilidades de sufrir enfermedades como la diabetes. Por primera vez, dicha asociación se ha demostrado científicamente, como se recoge en un estudio publicado hoy en The Lancet.
Cambiar ligeramente la alimentación con el objetivo de perder peso, practicar ejercicio y visitar de forma regular a un profesional médico reduce en un 34% el peligro de que a un paciente en riesgo de desarrollar diabetes se le diagnostique la enfermedad en los siguientes diez años. La reducción es aún mayor en los años anteriores, siendo de un 58% tres años después de empezar con los cambios en el estilo de vida.
A efectos prácticos, este estudio supone que las personas que se toman en serio su estado físico y deciden cuidarse debutarán con diabetes cuatro años más tarde que quienes no modifiquen sus hábitos de vida.
El Estudio sobre las Consecuencias del Programa de Prevención de la Diabetes (DPPOS, de sus siglas en inglés) demostró también que había otra forma de dar esquinazo a la dolencia: la prescripción de metformina, un fármaco que se lleva utilizando décadas para su tratamiento.
El consumo de este medicamento redujo en un 18% el riesgo de diabetes en aquellos participantes en el estudio que optaron por no modificar su estilo de vida, lo que tuvo como consecuencia un retraso de dos años en el diagnóstico de la enfermedad con respecto a los que se trataron con un placebo.
El DPPOS es un ensayo clínico dirigido por el investigador de la Universidad de Washington (EEUU) Neil White, en el que han participado más de 3.200 pacientes de riesgo.
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