En un gran pozo a las afueras de Ammán, la escasez de agua es lo que impulsa el negocio.
En Jordania el gobierno puede proveer de agua a la capital sólo una vez a la semana. Así, cada día decenas de distribuidores privados hacen fila en un pozo privado para llenar los tanques de sus camiones cisterna y luego venderla a los residentes de la ciudad.
La demanda es enorme, pero la oferta es un insuficiente.
"Hay menos y menos agua en el pozo", dice Youssef, un camionero que la ha vendido durante 10 años. "A veces, hacemos fila por cuatro o cinco horas, pero no hay agua suficiente para todos".
En el resto del país, casi todo desierto, los jordanos están -literalmente- aprovechando sus últimos recursos: las fuentes subterráneas de agua que no pueden ser renovadas.
La autoridad encargada de los recursos hídricos en Jordania aseguró que no había mucha opción.
"No tenemos agua en la superficie, no tenemos ríos ni lagos -nada en absoluto. Según los expertos en cambio climático, las cosas no son muy prometedoras. Es de hecho, muy atemorizante", dijo el ministro de Agua e Irrigación de Jordania, Raed Abu Saud.
Crisis profunda
Como en el resto del Medio Oriente, Jordania está sufriendo una grave sequía, pero mientras el cambio climático es un problema, el clima político en la región hace que las cosas se pongan aún peor.
El río principal del país, el Jordán, ha perdido el 95% de su cauce natural a causa de la desviación: Siria, Israel y Jordania han construido represas a lo largo de las orillas del río y de sus afluentes.
"El conflicto ha hecho que cada país haga todo lo posible por tomar lo más que pueda y la falta de cooperación entre ellos es lo que realmente ha afectado al área", dijo Munquth Meyhar, el director de Amigos de la Tierra de Medio Oriente, una organización cuyo trabajo es tratar que las comunidades palestinas, israelíes y jordanas compartan sus recursos.
Mehyar asegura que, a nivel local, compartir funciona -pero no a nivel regional.
Ni Siria ni Israel, dice Mehray, dan a Jordania la cuota que le corresponde de agua. Pero el gobierno de Jordania no quiere culpar a los vecinos.
"Construyas o no construyas presas, al final del día tienes que tener lluvia para llenarlas" dice Abu Saud. "Cuando tienes menos agua, las cosas se ponen más sensibles y hay que ser muy cuidadosos al abordar el tema del agua con nuestros vecinos".
Posibles soluciones
Las autoridades dicen que la redistribución y la desalinización del agua son las únicas soluciones.
Al centro de la nueva estrategia del gobierno están dos grandes proyectos que podrían llevar agua desde los mantos acuiferos profundos y del sur del Mar Rojo hacia el norte.
El primer acueducto bombearía agua del manto acuífero Disy -que Jordania comparte con Arabia Saudita. Los sauditas llevan mucho tiempo expresando su preocupación acerca de este proyecto, pero el gobierno de Jordania dice que el acuerdo ya se ha alcanzado y la construcción debe comenzar en unos meses.
Sin embargo, los ductos de Disy sólo podrían satisfacer a una cuarta parte de la demanda y se han tardado tanto tiempo en llevarlo a cabo que muchos en Ammán se han vuelto escépticos.
"Llevo oyendo acerca de este acueducto casi 15 años, lo creeré cuando lo vea construido", dijo un residente de la capital que no quiso ser identificado.
Reviviendo el Mar Muerto
El gobierno dice que su segundo proyecto -aún más ambicioso- no sólo podría generar agua potable, sino también salvar el casi desaparecido Mar Muerto.
Debido a la desviación de ríos, así como la evaporación causada por la industria a lo largo de las costas tanto de Israel como de Jordania, los niveles del Mar Muerto han ido disminuyendo.
Con el fin de recuperar esos niveles, los gobiernos de Israel, Jordania y la Autoridad Palestina han elaborado un plan conjunto de bombeo de agua desalinizada desde el Mar Rojo al Mar Muerto.
El proyecto, llamado Canal Rojo-Muerto, ha sido aclamado como un ejemplo de cooperación regional.
Pero todavía no es mucho más que un sueño: conseguir inversionistas ha sido un problema y hay preocupaciones serias sobre el impacto ambiental que podría generar mezclar el agua de los dos mares.
El gobierno ha lanzado recientemente una serie de proyectos de gestión del agua, pero hasta el 40% de esa agua se pierde debido a las fugas en las viejas tuberías de Ammán.
Los críticos dicen que aún queda mucho por hacer para reducir el desperdicio de agua y repensar la forma en que el país utiliza el agua.
"La agricultura es un ejemplo de mala gestión del agua. Utiliza el 70% de nuestros recursos de agua, mientras que su contribución a la economía es mínima. Todas estas son cosas que tenemos que volver a pensar", dice Mehyar.
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