El número de quiebras bancarias en Estados Unidos este año superó la barrera de los 100. Las últimas entidades obligadas a cerrar por las autoridades federales fueron siete bancos pequeños en Florida.
El cierre de bancos costó a la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDCI, por sus siglas en inglés) –el fondo público que asegura los depósitos bancarios- cerca de US$25.000 millones en 2009.
La FDCI asegura los ahorros de los ciudadanos hasta un máximo de US$250.000 por cuenta.
Los datos de este año son los peores en Estados Unidos desde 1992, pero, según los expertos, esta tendencia aún no ha tocado fondo.
En este sentido, se espera que los cierres continúen aumentando en la medida que algunos bancos siguen lastrados por las "hipotecas basura" que precipitaron la crisis financiera actual.
Muchos de los bancos que quebraron eran entidades locales que fueron duramente golpeadas durante la crisis al dejar de cobrar gran parte de los préstamos que habían concedido a individuos y pequeñas empresas.
La mayoría de estos bancos estaban especializados en la concesión de créditos y no en operaciones especulativas y de inversión.
Sin embargo, la banca de inversión -acostumbrada a tratar con productos financieros complejos- también está padeciendo los efectos de la crisis. El caso más significativo fue el de Lehman Brothers, que colapsó en septiembre del año pasado.
Poco después, otra de las entidades históricas de los Estados Unidos, Merril Lynch, tuvo que ser salvado de la bancarrota y fue comprado por el Banco de América.
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