Se llama SumbadilaSat y significa "pionero". No en vano, este micro-satélite lanzado al espacio el pasado 17 de septiembre ha supuesto uno de los primeros pasos de África en la exploración del universo.
Este satélite fue desarrollado por estudiantes de la universidad sudafricana de Stellenbosch y por la compañía de tecnología espacial SunSpace, del mismo país, aunque despegó del centro espacial Baikonur, en Kazakhstan.
Su misión consiste en captar información que, según sus promotores, será crucial para establecer patrones sobre cómo está afectando el cambio climático a África.
"Hemos conseguido combinar tecnologías de manera eficiente, rápida y de tal manera que nuestros clientes puedan hacer con un pequeño producto lo mismo que harían los modelos espaciales tradicionales", explica Ron Oliver, director de SunSpace, una empresa privada que comenzó siendo un proyecto del gobierno.
Faltan manos y dinero
Algunos analistas consideran que cada vez serán más frecuentes las misiones de este tipo en este lado del planeta. Sin embargo, a pesar de los grandes avances que ha vivido la tecnología espacial africana en los últimos años, aún se enfrenta a importantes problemas.
No sólo carecen de infraestructura o financiación suficiente, también hace falta más personas cualificado, dicen muchos científicos locales.
Hasta los últimos momentos del apartheid, los cursos universitarios relacionados con ciencia estaban permitidos sólo a los blancos.
SunSpace ha comenzado un programa de discriminación positiva para acabar con la llamada "brecha del conocimiento".
Jessie Ndaba, una ingeniera recién graduada, es una de los beneficiadas.
"Siempre he querido ser ingeniero de motores para cohetes", dice. "Pero crecí es Soweto, así que no creía que fuera posible. No sabía que hubiese programas espaciales en Sudáfrica, así que acabé estudiando ingeniería electrónica.
"Si hubiese sabido lo que se hacía en mi país habría tomado otra decisión", lamenta.
¿Un riesgo calculado?
Sin embargo, los sueños espaciales de África también han despertado muchas críticas.
El SumbandilaSat ha costado US$3.500 millones y ha necesitado acoplarse a un cohete ruso para entrar en órbita.
Por eso la oposición se pregunta si no se podría buscar un mejor destino a ese dinero, teniendo en cuenta que la economía sudafricana está atrapada en una profunda recesión, con niveles de desempleo que llegan al 22% y millones de personas viviendo en asentamientos marginales.
No obstante, el partido gobernante, el ANC, sostiene que invirtiendo de manera sostenible en un programa espacial supone un riesgo calculado que podría beneficiar a millones de africanos. No sólo por la posible creación de puestos de trabajo, sino por la posibilidad de conseguir una información allá fuera que garantice un futuro más estable y próspero al continente.
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