"La educación científica está de nuevo bajo ataque", denuncia el Centro Nacional para la Educación Científica (NCSE, en sus siglas en inglés), un grupo sin ánimo de lucro de científicos y profesores que defiende desde hace décadas la enseñanza de la teoría de la evolución en los colegios estadounidenses, y que ahora también propugna que la realidad del cambio climático se presente en las aulas.
"Esta vez [la educación científica], está bajo el ataque de los negacionistas del cambio climático, que ignoran todas las pruebas reunidas durante los últimos 50 años que demuestran que el planeta se está calentando y que los humanos son en gran parte responsables de ello. Estos negacionistas están intentado sabo-tear la educación científica con ideas marginales, pseudociencia y mentiras absolutas", advierte el NCSE.
En Texas, Luisiana, Dakota del Sur, Utah, Tennessee y Oklahoma el negacionismo del cambio climático se enseña ya en las aulas como alter-nativa científica válida a la teoría del calentamiento global. Y el NSCE teme que se vaya extendiendo en los próximos años a otros estados.
El 82% de los profesores de ciencias ha tenido que enfrentarse en clase al escepticismo de los alumnos sobre el cambio climático, el 54 % al de los padres y un 25% al de los gestores de los colegios, según los resultados de una encuesta online realizada el pasado noviembre por la Asociación Nacional de Profesores de Ciencias de Estados Unidos. El NSCE denuncia que en algunos colegios los alumnos se levantan en las clases y dicen a sus maestros que sus padres piensan que el cambio climático es una falacia, y se han producido casos de alumnos que se marchan de clase cuando el profesor comienza a explicar la lección sobre el cambio climático. También denuncian que algunos docentes reciben presiones para no hablar del calentamiento en clase o que prefieren no tocar el tema para evitar la polémica.
"El cambio climático es un asunto crucial en nuestra misión de proteger la integridad de la educación científica", explica Eugenie Scott, directora ejecutiva de NSCE. "Las decisiones que tomemos hoy afectarán a las generaciones venideras. Necesitamos enseñar a los niños la realidad del calentamiento global y del cambio climático para que estén preparados y tomen decisiones bien informadas e inteligentes en el futuro", añade Scott, que remata: "La polémica sobre la enseñanza del cambio climático está donde estaba la enseñanza sobre la teoría de la evolución hace 20 años".
Y es que esta batalla recuerda al encendido debate que mantuvieron en Estados Unidos los partidarios del creacionismo, la explicación religiosa que asegura que Dios creó el mundo de la nada, y los defensores de la teoría de la evolución de las especies, que Charles Darwin acuñó hace más de 200 años para explicar el origen de la vida y que defienden los científicos en la actualidad.
Los tribunales estadounidenses siempre han sentenciado que introducir ideas religiosas en la educación es anticonstitucional. En ningún estado de EEUU se puede enseñar el creacionismo ni el diseño inteligente en las escuelas públicas.
La pelea de la evolución
En 1987, el Tribunal Supremo de Estados Unidos declaró anti-constitucional la enseñanza del creacionismo, ya que violaba la Primera Enmienda, que establece la completa separación entre Iglesia y Estado. Y en 2005, un juez de Pensilvania bloqueó la enseñanza en las escuelas del llamado "diseño inteligente". Esta teoría, heredera del creacionismo, sostiene que algunas facetas y características del universo se explican mejor si se busca una causa inteligente y no si se conciben mediante un proceso no dirigido como es la selección natural. El juez consideró que el diseño inteligente no era una doctrina científica, sino religiosa y que, por tanto, su enseñanza en las escuelas era también anticonstitucional.La batalla ahora se repite. El NCSE ha lanzado esta semana una cruzada con el objetivo de garantizar que la teoría del cambio climático se enseña en los colegios públicos estadounidenses.
Al igual que ocurrió en los últimos años con el creacionismo, los negacionistas del cambio climático adoptan ahora el manto del escepticismo. Dicen que no quieren imponer ninguna teoría, sino proponer que en las escuelas se enseñen "los pros y los contras" de la teoría del cambio climático. Intentan presentarse como antidogmáticos, librepensadores dispuestos a enfrentarse al establishment científico y cuestionar el calentamiento global del planeta.
Los detractores acusan a los defensores de la teoría del cambio climático de tratar de lavar el cerebro a los niños y de "politizar el currículum". El robo de correos electrónicos y documentos de científicos de la Universidad de East Anglia en Inglaterra, el llamado climategate, dio munición a los negacionistas, que acusaron a un grupo de investigadores de manipular datos a favor de la teoría del cambio climático.
James Taylor, del think tank (laboratorio de ideas) conservador Heartland Institute, denuncia que en las escuelas se está enseñando a los niños "sólo un lado del debate del cambio climático: la controvertida teoría científica de que los humanos están provocando una crisis de calentamiento global".
Los defensores de la teoría del cambio climático acusan, por su parte, a sus detractores de querer enseñar a los niños mala ciencia y también de politizar las clases. Y recuerdan, además, que el 97% de los científicos considera que el cambio climático es atribuible directa o indirectamente a las actividades humanas.
Mientras los ataques contra la teoría de la evolución procedían principalmente de los cristianos más fundamentalistas que abogaban por una lectura literal de la Biblia a la hora de explicar el origen de la vida (Dios creó el mundo en seis días), los ataques de los negacionistas de la teoría del cambio climático son más ideológicos.
Los defensores de la enseñanza de la evolución ganaron la batalla al creacionismo en los tribunales amparándose en la separación entre Iglesia y Estado, pero el NCSE teme que será más difícil en esta ocasión conseguir que los tribunales protejan la educación científica sobre el cambio climático, ya que no es anticonstitucional enseñar mala ciencia.
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