Como pueden ver por mi firma no soy un hombre. Tampoco es un hombre la redactora de Mashable que ha escrito sobre el erróneo perfil que Google ha elaborado sobre ella y que para el gigante de la red es un hombre de 35 a 44 años. También yo soy para Google un hombre de 35 a 44 años, así como otras dos personas que no son hombres y no tienen esa edad. Ni una cercana.
Que se equivoque podría ser un error simpático si no fuese porque Google utiliza esos datos demográficos a la hora de servir publicidad. El futuro de la publicidad es el behavioral targeting, la segmentación basada en un perfil creado sobre el usuario de la red. No sabrán quién eres pero sí cómo eres (dentro del más estricto respeto de la intimidad, prometen) para ofrecer publicidad mucho más relevante y efectiva. Al anunciante le prometen que su mensaje va a llegar a quien realmente lo necesita. Al receptor que no le van a ofrecer nada que no sea lo que realmente le interesa, por lo que no recibirá basura.
Hasta ahora era difícil saber cómo Google nos veía y cómo imaginaba cómo éramos, en base a la información que tiene de nosotros (como ahora la sección de Google News a la que somos más adictos o los RSS a los que estamos suscritos con Google Reader), pero tras la unificación de las políticas de privacidad de sus servicios el buscador permite con un sólo click averiguar la imagen que se ha hecho de cada uno. Sólo hay que visitar la preferencia de anuncios y averiguar si Google ha acertado o no describiéndonos.
Leer noticias financieras y TIC acaba empujándonos a ser un hombre de 35 a 44 años.
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