Las conclusiones de este estudio se han publicado en la versión digital de la revista científica Social Neuroscience y está dirigido por Manuel Martín-Loeches, investigador del Instituto de Salud Carlos III y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
Martín-Loeches ha explicado que el cerebro detecta con mucha rapidez cuándo algo es imposible en el mundo real: "existen unas leyes físicas, biológicas y psíquicas que son sistemáticas, se descubren con apenas meses de edad y conocerlas es, precisamente, una de las razones clave para nuestra supervivencia".
En este sentido, está comprobado, ha asegurado, que para que un mito o un relato religioso tenga éxito se deben mezclar hechos posibles e imposibles, pues éstos últimos llaman la atención, elevan el interés, sorprenden, y la historia se recuerda más fácilmente. "Unas gotas de irrealidad, la dosis justa, garantizan el éxito de un relato", según este investigador.
Partiendo de esto, el equipo que dirige Martín-Loeches, quiso constatar si las ideas imposibles de los relatos religiosos tenían una naturaleza especial, algo que las hacía en el cerebro distintas.
Para explorar esta idea, los investigadores analizaron la actividad cerebral de un grupo de 30 personas mientras leían milagros e ideas imposibles extraídos de textos religiosos reales y compararon dicha actividad del cerebro con la obtenida mientras leían ideas imposibles pero no incluidas en textos religiosos.
Experimento con relatos poco conocidos
Para estar seguros de que las ideas o hechos imposibles religiosos no eran conocidos ni resultaban familiares a los voluntarios del estudio, se extrajeron de diversos relatos ajenos a la religión cristiana, imperante en la sociedad occidental. Así, de un total de 180 oraciones, los participantes tenían que decir si éstas eran o no posibles.De cada oración, tres versiones: la religiosa ("de su mente surgió la luna" (en este caso extraída de textos védicos)); una similar pero ajena a los textos religiosos ("de su mente surgió la casa"); y una equivalente y posible ("de su mente surgió la idea").
El equipo de Martín-Loeches, para llegar a las conclusiones del estudio, lo que hizo fue analizar y medir la actividad cerebral de cada individuo ante la exposición y lectura de estas tres frases.
Para ello utilizó una medida de actividad cerebral que expresa la cantidad de incongruencia que el cerebro humano encuentra cuando lee o escucha una oración y que se conoce como "onda cerebral N400".
Se llama así porque se activa a las 400 milésimas de segundo tras escuchar una palabra que no encaja y su origen está en las redes cerebrales que conforman el conocimiento semántico, donde está almacenado el conocimiento del mundo y cómo funcionan las cosas.
Según Martín-Loeches, por alguna razón que aún permanece en la incógnita, los cerebros de los voluntarios encontraron menos sorprendentes las ideas imposibles religiosas que las imposibles no religiosas.
"El cerebro humano ve más aceptable, asimila mejor, que se muevan montañas a que se muevan edificios", según este psicólogo.
La religión, "consciente o no, habría utilizado preferentemente las ideas que el cerebro humano considera menos sorprendentes y, al no ser extravagantes, el éxito del relato religioso estaría garantizado".
Según este experto, ahora queda por determinar qué es lo que hace que unas ideas sean apropiadas para un mito religioso y cuáles no.
"Esto es lo que nos tiene locos, cuando lo sepamos será de gran valor en la búsqueda de los ingredientes de éxito para un texto", ha remachado el director de este estudio que saldrá publicado en papel en breve y en el que también ha participado Sabela Fondevila.
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