Mientras observa a sus hijos jugar al fútbol con una pelota casera hecha de bolsas de plástico firmemente envueltas, el ugandés Jackson Mawa se maravilla por lo que ha mejorado su negocio desde que se compró un teléfono móvil con energía solar. "Soy autónomo. A veces la gente me llama y encuentra mi móvil apagado. Tuve ese problema muy a menudo por tener la batería cargando. De modo que cuando Uganda Telecom sacó los teléfonos solares y compré uno, nunca más tuve problemas con mi móvil", dijo Mawa, sosteniendo firmemente el dispositivo.
Podría no parecer gran cosa pero para Mawa y millones de personas que en África y Asia no tienen conexión a las redes eléctricas o les resulta muy caro, estos pequeños dispositivos que funcionan con energía solar están resultando revolucionarios.
Los granjeros pueden verificar los precios de los productos antes de decidir qué semillas sembrar, hablar con los compradores de sus campos y obtener pronósticos meteorológicos. Y a diferencia de los móviles estándar, no tienen que preocuparse por si sus teléfonos se quedan sin batería.
La penetración de los teléfonos móviles en estas regiones se ha visto entorpecida por la falta de electricidad: simplemente no hay forma de cargar un móvil en muchas zonas rurales de países del tercer mundo. Se estima que 1.600 millones de personas no tienen acceso a la electricidad en absoluto, mientras que otros 1.000 millones de personas no cuentan con acceso a energía durante gran parte del día, según cálculos de grupos de desarrollo.
Luz solar en vez de electricidad
Fortuitamente tal vez, la mayoría de estas personas vive en zonas con clima cálido y sol. Y ahí es donde entran en escena los teléfonos celulares solares. "Si observa el mapa de países con baja tele-densidad: hay abundante luz solar por todas partes", dice Rajiv Mehrotra, presidente de VNL, una compañía que está montando una base de estaciones para una red de telefonía móvil solar en India.
En Uganda, por ejemplo, sólo un 8 por ciento de los más de 32 millones de habitantes del país tiene acceso a la red de suministro eléctrico. Incluso cuando la red está operando, como donde vive Mawa en Mulago, un suburbio pobre de Kampala, la electricidad es cara y el servicio intermitente. Hasta que aparecieron los móviles solares, cargar un teléfono en zonas remotas, lejos de la red de suministro, implicaba un difícil viaje hasta la ciudad más cercana, donde la batería podía cargarse en puestos que funcionaban con generadores a cambio de tarifas elevadas.
El viaje podía llevar todo el día y la tarifa de recarga podría costar más que el sueldo perdido de ese día.
Los fabricantes de móviles solares como Nokia, Samsung y ZTE ven a los pobres de las zonas rurales en mercados emergentes como su principal base de clientes, más que a los consumidores en Occidente.
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