El material milagroso que sirve para todo podrá hacer aún más felices a los propietarios de los célebres automóviles eléctricos creados por Elon Musk. Si actualmente la máxima autonomía de la berlina Model S es de 425 kilómetros (que no está nada mal para un coche 100 % eléctrico) en un futuro no demasiado lejano se podría llegar a los 700 kilómetros sin necesidad de enchufarlo merced al empleo de ánodos de grafeno.
El secreto del grafeno es básicamente generar una lámina carbono del grosor de un átomo, lo que le confiere entre otras particularidades una gran resistencia (200 veces más fuerte que el acero), ductilidad, conductividad eléctrica, capacidad para autorepararse y evidentemente un grosor microscópico. Con esto se puede alcanzar una densidad capaz de cuadruplicar la capacidad de las baterías de iones de litio, habituales en prácticamente todos los dispositivos electrónicos. Y no es ajeno a esto la industria de las baterías para automóviles eléctricos.
La marca que más éxito está teniendo, al mismo tiempo que ofrece novedades que van más allá de sus diseños, es Tesla Motors, debida al empeño de Elon Musk de conseguir una gama competitiva y práctica de automóviles 100 % eléctricos. Siempre buscando lo último en avance tecnológico, en Tesla han puesto el ojo en los estudios que en la Universidad Northwestern de Chicago se están llevando a cabo con vistas a mejorar la eficiencia, reducir el coste y ampliar la autonomía de las baterías empleando ánodos de grafeno en lugar de los habituales de grafito. Además se mejoran los tiempos de carga reduciéndose a la décima fracción de tiempo.
De hecho, mezclando grafeno con óxido de vanadio (una solución económica) pueden obtenerse cátodos capaces de recargarse en únicamente 20 segundos reteniendo más del 90 % de su capacidad incluso después de 1.000 ciclos de uso.
Aunque no son muchos los conductores que habitualmente tienen que conducir más de 100 kms en Tesla, especialmente su fundador y alma mater Elon Musk, aún quieren ampliar más la capacidad de autonomía de sus vehículos 100 % eléctricos y de ahí su interés en doblar la actual autonomía. Por ahora el único obstáculo (además de que la tecnología del grafeno no está disponible para su uso industrial de manera inmediata) pasa por la cuestión económica. El Tesla Model S cuesta unos 75.000 € y habría que añadir el coste de unas baterías de grafeno, lo que a corto plazo lo hace inviable por exorbitante.
Musk ha expresado su interés en apostar por duplicar la autonomía de los Tesla y el grafeno parece la forma más sencilla de conseguirlo, ahora falta que el coste no sea astronómico y que no tardemos muchos años en comenzar a ver baterías de grafeno no sólo en estos automóviles eléctricos sino en el resto de dispositivos electrónicos.
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