El tráfico mundial de internet tendrá en un futuro inmediato tres motores principales: la movilidad, las redes sociales, la televisión online y sobre todo el consumo masivo de vídeo.
Se perfila pues un reto inmediato: soportar todo el peso que generan estos altos niveles de consumo
que incentiva la explosión de dispositivos conectados con los mercados
emergentes a la cabeza. Quien tenga una potente infraestructura será,
sin lugar a dudas, el más beneficiado del nuevo paradigma que ya empieza
a establecerse.
Tata Communications es uno de los afortunados. Y es que, el gigante, parte del conglomerado Tata,
puede presumir de tener un anillo global de fibra óptica que abraza la
totalidad del planeta. Es en palabras una hazaña menos impresionante que
en números.
Tata Global Network está formada por 210.000 kilómetros de cable que dan cobertura a 197 países.
Entre sus clientes hay desde fabricantes de coches europeos hasta
hoteles asiáticos pasando por firmas de servicios financieros
estadounidenses. Todas ellas tienen un interés común que encuentran en
la oferta de Tata. “Demandan una conectividad más rápida y segura en el mundo”,
explicaba el CEO de la firma, Vinod Kumar, el día del lanzamiento
oficial. Y esto sólo puede ofrecerlo “una red operada al cien por cien”
por el mismo operador.
El anillo conecta Europa, India y Oriente medio por igual, aunque la firma, india en origen, pone el foco en los mercados emergentes.
Su estrategia empresarial, como explica Claude Sassoulas en el evento
organizado por NetEvents en Portugal, responsable de la firma en las
regiones de Europa y América, se detiene en países clave.
Así, la compañía está presente en España, pero con una estrategia
orientada a los partners. “No somos fuertes en Latam”, explica, y se
añade otro agravante: gigantes como Telefónica hacen más difícil la
entrada en el mercado español. Por ello su presencia se limita a acuerdos con operadores como Euskaltel, en el País Vasco o R, en Galicia.
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