Gratis, online y con el respaldo de algunas de las universidades más
prestigiosas del mundo. Así son los cursos que están arrasando en
Internet y que prometen poner patas arriba el modelo tradicional de
enseñanza de pago y presencial. Basta una conexión a Internet, algo de
tiempo y ganas de aprender para apuntarse a un curso de Emprendedores en
Stanford, de Historia Mundial en Princeton o de Psicología en la
Universidad de Londres. El resto sale gratis.
La idea, conocida como cursos online masivos y abiertos (Coma o Mooc,
en inglés) lleva un tiempo en marcha, pero su popularidad ha explotado
en los últimos meses gracias al apoyo de universidades punteras de EE UU
y al lanzamiento de nuevas plataformas como Coursera, que ofrece más de 200 clases de 33 universidades. Otros proyectos, como edX, creado por el MIT y Harvard, VentureLab y Udacity, siguen los mismos pasos. En España, la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) se acaba de subir al tren con UNED Abierta, su propia oferta de cursos gratuitos por Internet, lanzada la semana pasada.
“Más de 8.000 alumnos se han apuntado a nuestra plataforma en apenas
cinco días. De momento solo tenemos dos cursos, uno sobre comercio
electrónico y otro sobre open data, pero vamos a ir publicando más cada
mes. Están pensados para estudiantes y profesionales que quieran cambiar
de sector o seguir aprendiendo, y son completamente gratis”, explica
Timothy Read, director de UNED Abierta, quien calcula que las clases
requieren una dedicación de entre dos y tres horas semanales durante
tres meses.
UNED Abierta aspira a convertirse en la plataforma online de
referencia en los países hispanohablantes, con una audiencia potencial
de 500 millones de personas. Sin embargo, proyectos previos de Stanford,
Harvard o MIT y, especialmente, Coursera, vienen pisando fuerte. Su
fundador, Andrew Ng, profesor de Stanford, empezó en 2008 a jugar con la
idea. “Colgué en la Red material lectivo y vídeos de libre acceso y
tuvieron miles de visualizaciones. El año pasado dimos uno de los
primeros cursos online gratuitos de Stanford y se apuntaron más de
100.000 personas. Eso me animó a lanzar Coursera”, explica por teléfono
desde California.
Junto a su colega Daphne Koller lanzó la plataforma en enero. Diez
meses después cuenta con 1,7 millones de estudiantes de todo el mundo.
“Hemos tardado menos que Facebook en llegar al primer millón de
usuarios”, sonríe. “A los profesores les atrae mucho enseñar a 50.000 o a
100.000, es un reto. Y la Universidad quiere llegar a cuanta más gente
mejor, es una cuestión de marca global”.
La metodología es sencilla. El registro lleva menos de un minuto. Se
selecciona el curso en función del tema, la duración, la universidad o
la fecha de comienzo, y, listo, aceptados. Una vez dentro, la
metodología de enseñanza se basa en lo que Andrew ha bautizado como
“clase invertida”. “Los profesores cuelgan vídeos explicativos por
capítulos para que los alumnos los vean antes como deberes. Así, en
lugar de dedicar el aula virtual a aburrirse con el sermón del docente,
se destina a interactuar en foros y a resolver ejercicios en grupo”.
La técnica parece funcionar. “Hice un curso de gamificación de la
Universidad de Pensilvania y aprendí mucho. Era formación
específicamente pensada para ser impartida online. Los vídeos tenían
subtítulos en inglés, y los foros eran muy activos y divertidos”,
explica Jaime Cuesta, gerente en una entidad financiera española. La
calificación se realiza tanto por autoevaluación, con breves exámenes
tipo test, como corrigiendo ejercicios de compañeros, que a su vez
corrigen los de uno.
“En mi clase éramos 70.000 y aprobamos 9.000. Me enviaron un
certificado, no es oficial de la Universidad, pero acredita el curso. Lo
he puesto en mi currículo, creo que denota un interés por seguir
formándose que cualquier departamento de recursos humanos valoraría”,
dice Cuesta, quien dedicó entre ocho y diez horas semanales durante seis
semanas para superar el curso.
El de los certificados es uno de los asuntos clave aún sin resolver.
Andrew Ng, de Coursera, explica que es una de las vías por las que
esperan conseguir ingresos en el futuro, cobrar al estudiante una
pequeña cantidad por expedir certificados avalados por cada universidad,
algo que de momento no ocurre. “Estamos pensando cómo abordar este
tema. De momento, cualquiera que supere el curso recibe una insignia,
una acreditación online de que lo ha completado con éxito. Dentro de
poco quizá demos la posibilidad de, por solo 10 o 15 euros, recibir un
certificado oficial”, explica Read, de UNED Abierta.
Rafael Font, informático empleado en el Parlamento Europeo en
Bruselas, se apuntó a un curso de emprendimiento tecnológico en otra
plataforma, VentureLab, propia de Stanford. “Me pareció muy útil, aporta
conocimientos de alta calidad y contrastados. Ahora me siento con
fuerzas para crear mi propia empresa”. Jordi Rosell, consultor de
marketing de 30 años, ha hecho tres cursos en Coursera. “Uno de
usabilidad, otro de software como servicio y otro de model thinking. Y
probé otra plataforma, Udacity, pero no me gustó tanto”.
Udacity, creada también por académicos de Stanford, compite con
Coursera en atraer usuarios, aunque su modelo no se basa en cerrar
acuerdos con universidades, sino con profesores individuales. Otra
alternativa, edX, cuenta con un abanico de cursos más reducido. Y
OpenCourseWare, iniciativa más antigua, ofrece materiales lectivos, pero
sin componente de foro ni interacción en las clases virtuales.
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