Después de tres años de duro trabajo, el nuevo sistema para supercomputación del Laboratorio Nacional Oak Ridge (ORNL) del Departamento de Energía de los Estados Unidos ha visto la luz. Hablamos de Titan, o el anteriormente conocido como Jaguar.
Construido por Cray utilizando GPUs de Nvidia y microprocesadores Opteron de Advanced Micro Devices, ha conseguido pasar de los 2,3 petaflops iniciales a acelerar sus tareas de cómputo por encima de los 20 petaflops.
Esto significa que cuenta con la misma capacidad que medio millón de
ordenadores portátiles juntos o que 20.000 billones de cálculos por
segundo. Y todo sin aumentar de volumen físico ocupado en las
instalaciones.
“Uno de los retos en los superordenadores de hoy en día es el consumo de energía”, dice
Jeff Nichols, director asociado del laboratorio ORNL. “La combinación
de GPUs y CPUs en un único sistema requiere menos energía que usar sólo
procesadores y es un paso responsable hacia la reducción de nuestra
huella de carbono”.
Las tarjetas gráficas proporcionan el 90% de la potencia
de este nuevo monstruo, en versiones “Kepler” de última generación y en
modelos Tesla M2090 inspirados en “Fermi”. Y, en la práctica, han
conseguido que Titan sea diez veces más rápido y cinco veces más
eficiente energéticamente que antes de su cambio de nombre.
En total cuenta con 18.688 nodos de cómputo, 299.008 núcleos AMD Opteron 6274, 18.688 gráficos Nvidia Tesla K20 “Kepler”, 710 terabytes de memoria, 200 gabinetes de servidores y un sistema de refrigeración muy sofisticado.
Su cometido es ayudar al desarrollo de biocombustibles más viables y
motores más limpios que los que existen en la actualidad, así com
investigar en la consecución de energía nuclear más segura y la
implementación de energía solar más eficiente. Es decir, para intentar
solucionar todo tipo de problemas computacionales relacionados con la
naturaleza y el medio ambiente.
“Titan proporcionará una potencia de computación sin precedentes para la investigación en energía, el cambio climático, los materiales y otras disciplinas que permitan el liderazgo científico”, concluye Nichols.
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