Los Me gusta del perfil Facebook, los comentarios vertidos en un blog, aquellos tuits tan ingeniosos... En verdad toda la información acumulada en internet ofrece un reflejo de la personalidad de muchísimas personas, más fiel en unos casos que otros. Y lo cierto es que con la muerte se van también tantas claves y passwords que uno puede permanecer por toda la eternidad en el limbo virtual. Hay amigos y familiares para los que esta circunstancia se hace, si no inaguantable, sí bastante incómoda.
Eduard Vidal, consejero del Grupo Mémora, presentó ayer el último servicio funerario: el rastreo de la información que el difunto colgó en la red, y su posterior gestión. Los parientes pueden, desde cerrar las cuentas de correo electrónico del finado hasta crear una página con toda la información. La idea es tan novedosa que aún se desconocen sus límites. Pero que nadie se preocupe por los secretos ocultos. La empresa sólo rastrea los contenidos que el investigado colgó para que fueran públicos. Las dobles vidas continuarán escondidas. Además, la compañía también ofrece la posibilidad de tomar la decisión en vida. La industria de las pompas fúnebres no es inmune a los veloces cambios de la sociedad. Los funerales también evolucionan, y esa experiencia traumática destinada a destilar todo el dolor en el menor tiempo posible trata de convertirse en una despedida más esperanzada, en un recuerdo del ser querido teñido de nostalgia. Hasta cuatro mil personas, abundó Vidal, contratan cada año el diario del adiós, la escritura de una crónica que refleja la personalidad y vida del difunto, "un recuerdo de gran valor para trasladar de abuelos a nietos que se ofrece desde hace cuatro años".
Mémora también oferta ahora un libro que reúna impresiones, dedicatorias, imágenes... hasta un CD con la música del sepelio. Cada vez más familiares quieren escuchar en la ceremonia la composición preferida del finado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario