A pesar de que casi cinco millones de desempleados cuelgan del precipicio de la crisis que afecta a España, el país no arde en llamas.
En las calles y los bares, no obstante, se trenzan historias de gente que se ha marchado o quiere marcharse, de familias al borde del desahucio o que han alquilado sus habitaciones para llegar a fin de mes y hasta de la jubilación del abuelo de la que sobreviven jóvenes que nunca han trabajado.Es la cifra más alta de desempleo en 15 años, la más alta de la Unión Europea, y sigue en aumento.
"Desde fuera parece todo normal pero es una apariencia. Dentro de las familias se están viviendo dramas, renuncias", comenta a la BBC el peruano Aldo Fernández, sociólogo desempleado que se aferra a un escaso subsidio que está a punto de acabar.
"Son 566 US$ al mes. Con eso y un poco de ahorros paso raspado el mes. También mantengo a mi novia. Es española, está sin trabajo y no tiene derecho a subsidio. Es el mundo al revés. Sus padres tenían una empresa de construcción con diez empleados y la tuvieron que cerrar", explica.
"Ya no les encargaban nada. Muchos trabajos aún no se los pagan porque los clientes no tienen dinero. Encima son mayores de cincuenta años y eso para alguien que busca empleo es casi la muerte laboral”, detalla.
De la abundancia a la incertidumbre
En las calles de Madrid todavía no se ven las ventas ambulantes o puestos de comida que brotan después de una crisis en Latinoamérica, pero sí los avisos de pisos que se venden urgentemente (muchos a la tercera o cuarta parte de su valor inicial).También son comunes los negocios que se cierran, menús anti-crisis hasta en los restaurantes más lujosos y las comisiones de indignados que se arremolinan en mitad de una plaza a discutir un futuro incierto.
"Sé que a lo mejor no voy a tener pensión ni casa ni un trabajo estable. Somos la generación que creció en la abundancia pero no tendremos futuro”, comenta a BBC un joven madrileño, experto en informática, que se ha sentado a escuchar una discusión sobre los males del neoliberalismo en la Plaza Benavente del centro de Madrid.
Su generación, entre 20 y 25 años, son los más golpeados por el desempleo que ya asciende al 43% en esa franja de edad.
"Lo van a tener muy difícil estas criaturillas", apunta a la BBC Antonio Cáceres. "Soy profesor de formación profesional. Mis alumnos no encuentran nada y cuando encuentran les piden experiencia. ¿Cómo van a tenerla si no han trabajado en su vida?", cuestiona el hombre mientras desmenuza su situación.
Hasta hace poco su familia formaba parte del millón y medio de familias españolas en las que todos sus miembros están en el paro.
"Afortunadamente me han vuelto a llamar. Es un trabajo temporal, va y viene. Hemos pasado una temporada muy dura, pensábamos que íbamos a terminar debajo de un puente. El cura del barrio me echó una mano con comida. Es amigo de la infancia", susurra.
Y es que la pobreza ya no es un tema ajeno o del otro lado del mar.
Según el Instituto Nacional de Estadística, el porcentaje de españoles que vive por debajo del umbral de la pobreza supera el 21%. La principal causa es el desempleo.
El colchón de la economía sumergida
La ecuatoriana Vitelma siente el desempleo en la disminución de los niños que cuida, es como una madre adoptiva de hijos de inmigrantes."Cada vez tengo menos. Hay familias que se están marchando o se van a vivir a una habitación como cuando llegaron, gente que trabajaba en la construcción o en la limpieza y que no encuentran nada. Incluso mis propios hijos. A uno lo desalojaron porque no tenían con qué pagar la hipoteca", comenta.
Uno de los colectivos más afectados por el paro son los inmigrantes, con un 32%.
"Aún así no me marcho. Ya estoy muy vieja y en Ecuador sé que no podría encontrar algo. Además aquí tengo salud gratis", admite la mujer.
Su trabajo como muchos forma parte de la llamada economía sumergida, dinero que no se declara ni paga impuestos y que según el Banco de España supera el 20% de la economía española.
Hacer las Américas
"En parte por eso aguantamos", admite el sociólogo peruano. "Está la ayuda de las familias, de las redes sociales, pero si no hay un mínimo de ingresos todo se viene abajo. Yo sigo porque, a pesar de todo, me siguen encargando informes, traducciones. Todo bajo cuerda, claro. Sólo con el subsidio no se sobrevive”, explica.Su estrategia de supervivencia, sin embargo, tambalea. "Los bancos españoles van a tener que reunir mucho dinero. Eso significa menos dinero en circulación. La gente ya está asustada para gastar y encima no va a ver dinero. A veces pienso en regresar pero es una decisión difícil, es como si hubieses perdido todo estos años".
"Mi suegro no se lo ha pensado dos veces, se ha marchado a hacer las Américas, como dicen los españoles. Hay muchos jóvenes y cincuentones que están cruzando el charco”, detalla.
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