La imaginación humana parece no tener límites. Gracias a la inventiva de muchos visionarios, el hombre disfruta hoy de todo un abanico de artilugios y soluciones que hacen más llevadera la vida moderna. Merece la pena, además, realizar un breve recorrido por las oficinas de patentes, como el que nos propone la bitácora “Historias de la Historia”, para comprobar que, además de cientos de geniales ideas que hoy forman parte de nuestro día a día, en los registros también podemos encontrar un gran número de absurdas ocurrencias.
Algunos de los siete inventos que enumeramos a continuación, podrían haber cambiado nuestras vidas. Por suerte, a nadie se le ha ocurrido llevarlos más allá del papel.
1.-Sistema de riego para los desiertos: Entre 1962 y 1970, el británico Arthur Paul Pedrick dedicó gran parte de su tiempo a inventar todo tipo de armatostes sin la menor posibilidad de aplicación práctica. Probablemente uno de los más disparatados fue un sistema de tuberías flotantes que atravesarían el océano Atlántico y permitirían regar el desierto del Sahara con agua procedente del Amazonas o las llanuras australianas con el hielo antártico. Aunque su intención era contribuir a acabar con el hambre en el mundo aumentando los terrenos dedicados al cultivo, su aplicación práctica roza la utopía.
2.-Guantes dobles para enamorados: A las parejas de enamorados les resulta muy duro pasar el frío invierno sin poder sentir la piel del ser amado mientras pasean por las calles. Al menos eso es lo que debió de pensar Terence David King, que en 1990 patentó un guante doble para enamorados. El invento consiste en dos juegos de cinco dedos unidos entre sí y una sola palma para que la pareja pueda llevar las manos unidas. La patente prevé que pueda usarse un tejido de dos colores para que realmente parezcan dos guantes entrelazados.
3.-Escalera “spider” para la bañera: Este invento registrado en 1994 por el británico Doughney Edward Thomas Patrick es posiblemente el más absurdo de todos los que componen esta lista. Se trata de una escalera de goma flexible que se adhiere con una ventosa en la parte superior de la bañera para permitir la escapada a las arañas que queden atrapadas en su interior.
4.-Matrícula identificativa del sexo del conductor: El británico Duncan Morris Butlin debía ser uno de esas personas que creían en el tópico de que las mujeres conducen peor que los hombres cuando, en el año 2000, patentó una placa de matrícula reversible. Con un color diferente en cada uno de sus lados, indicaba el sexo del conductor, lo que en teoría permitía al resto de vehículos adaptar su forma de conducir y reducir los accidentes.
5.-Sombrero distribuidor de bebidas: Aunque seguro que conoces algún tipo de gorra que permita acoplarle una lata de refresco o cerveza y beber sin necesidad de usar las manos, este invento del estadounidense Flann Randall consistía en un sombrero que, literalmente, contenía la bebida. Además, las notas complementarias de la patente especifican que se le puede añadir calefacción o audio.
6.-Traje para practicar sexo seguro: Como su nombre indica, esta patente francesa registrada por Prokić Stevan en 1990, consiste en un traje elaborado con un material plástico flexible y preferentemente transparente, que cubre todo el cuerpo y está destinado a proteger de las enfermedades de transmisión sexual. Suponemos que será lo más parecido a mantener relaciones sexuales con un astronauta.
7.-Extinción de incendios en rascacielos: Cerramos esta clasificación de los inventos más absurdos de la historia con otra de las invenciones de Arthur Paul Pedrick. En 1976, Pedrick registró un extraño sistema para extinguir incendios en rascacielos mediante cortinas que se desplegarían desde la azotea hasta el suelo, cubriendo por completo el edificio, de forma que impedirían la entrada de oxigeno y ahogarían el fuego. Los ocupantes del edificio deberían refugiarse en una serie de habitaciones que coincidirían con unas aberturas en las cortinas a través de las que recibirían el aire necesario para respirar. De haberse llevado a la práctica, la película “El coloso en llamas”, estrenada dos años antes, probablemente habría sido totalmente diferente. O no.
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