Un grupo de congresistas republicanos estadounidenses, entre ellos el excandidato presidencial y senador de Arizona, John McCain, quieren buscar uranio en el Gran Cañón del Colorado. Han introducido una propuesta de ley para levantar la moratoria que protege la zona de la codicia de las corporaciones y que además de incluir el parque natural, también engloba las reservas de los indios navajos.
En julio de 2009 el Gobierno de Barack Obama decidió imponer una moratoria de dos años sobre todas las prospecciones de uranio en la zona del Gran Cañón. Antes de diciembre de este año debe decidir si prolonga esta prohibición otros veinte años. El área protegida cubre un millón de acres (unos 2.500 kilómetros cuadrados de cañón y otros 1.500 de bosques). La Secretaría de Interior, que en EEUU se ocupa de los parques nacionales y gestiona el patrimonio rústico de Washington, ha recibido 10.000 peticiones para buscar uranio, más de mil a unos cinco kilómetros del parque nacional que separa Nevada de Arizona y que cada año visitan unos cinco millones de turistas. Las otras posibles prospecciones se sitúan al norte del parque, en Arizona, en una zona conocida por sus grandes cantidades de uranio de gran calidad. El Instituto Geológico estadounidense calcula que podría haber unas 170.000 toneladas, el equivalente energético de unos 13.000 millones de barriles de petróleo. El área estuvo muy explotada en los años cincuenta hasta los ochenta, cuando el precio del metal cayó en picado hundiendo las explotaciones. Ahora, a unos 80 euros el kilo, el interés ha vuelto a desatarse.
El secretario de Interior, Ken Salazar, parece dispuesto a prolongar la moratoria pero no se pronunciará hasta después de la publicación de un estudio ambiental de la Oficina de Gestión del Territorio (BLM por sus siglas en inglés) sobre la calidad del agua del río Colorado que da de beber a uno de cada 12 estadounidenses y riega el 15% de las cosechas del país.
Las conclusiones preliminares del BLM han sido muy criticadas por algunas asociaciones medioambientales como el Grand Canyon Trust que denuncia que residuos radioactivos se han ido acumulando en el río desde las últimas explotaciones hace cinco décadas. La Asociación de Minería ha protestado la moratoria argumentado la creación de empleo y la independencia energética. "La decisión no se justifica con casi un 10% de paro", dice su vicepresidente Luke Popovich.
"Los 26 millones de estadounidenses que dependen del Colorado como fuente de agua potable necesitan protección", declara uno de los analistas del Environmental Working Group en Washington. "Necesitamos que la Secretaría de Interior aplique la moratoria y que el Congreso rechace categóricamente nuevas peticiones de buscar uranio".
Las tribus locales navajos, hopis y los havasupai se oponen ferozmente a esta nueva explotación de sus tierras. Muchas de las peticiones de prospección conciernen sus reservas. Ya padecen los efectos contaminantes de una central eléctrica de carbón situada en su reserva, cerca de Page (Arizona).
Uno de los principales defensores de la moratoria es el representante de Arizona, Raúl Grijalba que este verano escribía un encendido artículo de opinión en el diario local denunciando las ambiciones conservadoras. "No exagero al asegurar que el Gran Cañón lleva años bajo presión de la industria minera", decía Grijalba, que atacó los argumentos económicos de sus colegas republicanos al recordar que el uranio extraído por la canadiense Denison Mines era exportado a Corea del Sur para alimentar sus centrales eléctricas.
"La industria minera que intenta hacer dinero a nuestra costa puede ir buscándose la vida en otro sitio", dice Tom Kiernan, presidente de la Asociación para la Conservación de Parques Nacionales. "El secretario Salazar ha seguido el consejo que daba el presidente Theodore Roosevelt a las futuras generaciones: dejad el Gran Cañón como está".
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