Standard & Poor's y sus compañeras del sector de agencias de calificación de riesgos, Moody's y Fitch, se han convertido en tal flagelo de instituciones y empresas en esta crisis europea que cualquier informe positivo por su parte es casi más noticia que uno malo.
Esto es lo que sucede con el último estudio de S&P sobre las 15 mayores operadoras europeas de telecomunicaciones. No es que la agencia les augure un futuro brillante (entre otras cosas porque suman 300.000 millones de deuda en su conjunto), pero sí considera que pueden escapar de los males que azotan sus países gracias a su diversificación.
El resultado es que Standard & Poor's confía en que las representantes de este selecto grupo tengan unos ingresos y flujos de caja operativos más bien planos este año y el que viene (es decir, no habrá grandes caídas o empeoramientos), y que sus ratios de deuda también se mantengan estables. Lo mismo se espera de sus ratings, aunque la agencia de calificación recuerda que en el segundo y tercer trimestre del año ha revisado bastantes más veces a la baja que al alza la nota de las operadoras (Telefónica ha sido una de las víctimas). Eso sí, tras esos cambios, en estos momentos la mayoría de las grandes telecos tienen una calificación con perspectiva estable. Solo Portugal Telecom y Belgacom se enfrentan a un descenso, mientras que la única que tiene esperanzas de mejorar es Deutsche Telekom.
La razón por la que Telefónica, Vodafone, Deutsche Telekom, France Télécom, BT y el resto de las grandes pueden esperar un futuro mejor que el de sus países está en los nuevos negocios y en los mercados emergentes. "El crecimiento vendría de la banda ancha móvil y de los países en vías de desarrollo, y ese impulso conseguiría compensar las pérdidas en otras áreas", explica S&P en su informe. Eso significa que las telecos sufrirán por la caída del consumo en sus mercados europeos, pero al menos tendrán otras vías para poner freno al agujero.
Un área que desde luego no va a crecer, a juicio de S&P, es la que depende de las tarifas mayoristas de móvil, las que se cobran unas operadoras a otras por terminar llamadas de sus respectivos clientes. Y es que la agencia da por hecho que la Comisión Europea y los reguladores nacionales seguirán presionando estos precios a la baja, lo que reducirá los ingresos por esta vía.
En cambio, los analistas de la firma de calificación de riesgos consideran que las operadoras tienen a su favor que el gasto en servicios de telecomunicaciones tiende a ser resistente en los países maduros, ya que los usuarios suelen esperar hasta el final para recortarlo o no pueden hacerlo porque el consumo mínimo está fijado por contrato. Por supuesto, esta cautela no sirve para los consumidores empresariales, que son de los primeros en ajustar sus facturas cuando vienen mal dadas.
De todas formas, hay un punto en que las operadoras en general, y Telefónica en particular, son especialmente sensibles: el alto nivel de deuda. Entre las top 15 la suma asciende a 300.000 millones, según los datos tomados por S&P a cierre de 2010, de los que 55.593 millones correspondían a esa fecha a la española (ahora tiene más).
Pero la agencia de calificación asume para la mayoría de sus ratings en el sector que cualquier recorte en el flujo de caja, derivado de un empeoramiento operativo o de la necesidad de invertir (en espectro por ejemplo), será compensada por una política más cuidadosa de remuneración al accionista, como ya se hizo en 2009. Eso sí, al otro lado de la balanza, S&P duda mucho de que las operadoras sean capaces de reducir su endeudamiento a corto plazo, ya que el Ebitda se espera bastante plano y los compromisos de pago de dividendo ya asumidos no dejan espacio para ello. El resultado de esta ecuación es que puede que la deuda no aumente por culpa de los malos resultados, pero tampoco se va a reducir.
Puesto que la deuda es un indicador directo de necesidades de financiación, S&P cree que el sector seguirá siendo activo en el mercado de emisiones, sobre todo porque también hay desembolsos por delante, como los que se prevén de las subastas de espectro de móvil. En este punto, los bajos tipos de interés benefician a estas compañías, pero el hecho de que varias de ellas pertenezcan a países donde se ha rebajado recientemente el rating soberano siembra incertidumbres.
Portugal Telecom, por ejemplo, no tendría problemas "porque sus fuentes internas y externas de liquidez son suficientes para cubrir sus necesidades de capital al menos hasta 2013", dice la agencia. Pero Telefónica es otra cosa. La española requerirá una continua refinanciación "dado su alto nivel de deuda absoluta y los elevados vencimientos que tiene en el corto y medio plazo".
La conclusión final de S&P es que las operadoras no tienen por qué igualarse en riesgo crediticio con sus países. De hecho, tienen una exposición "moderada" a sus mercados domésticos excepto las que sean netamente locales. Gracias a ello, podrían tener incluso un rating mejor que el de su país, aunque S&P reconoce que no es el caso de ninguna teleco salvo de la griega OTE, que tiene una nota mejor que su Estado (en parte porque está controlada por Deutsche Telekom), y de Portugal Telecom, que tiene la misma calificación que la nación lusa.
Esto es lo que sucede con el último estudio de S&P sobre las 15 mayores operadoras europeas de telecomunicaciones. No es que la agencia les augure un futuro brillante (entre otras cosas porque suman 300.000 millones de deuda en su conjunto), pero sí considera que pueden escapar de los males que azotan sus países gracias a su diversificación.
El resultado es que Standard & Poor's confía en que las representantes de este selecto grupo tengan unos ingresos y flujos de caja operativos más bien planos este año y el que viene (es decir, no habrá grandes caídas o empeoramientos), y que sus ratios de deuda también se mantengan estables. Lo mismo se espera de sus ratings, aunque la agencia de calificación recuerda que en el segundo y tercer trimestre del año ha revisado bastantes más veces a la baja que al alza la nota de las operadoras (Telefónica ha sido una de las víctimas). Eso sí, tras esos cambios, en estos momentos la mayoría de las grandes telecos tienen una calificación con perspectiva estable. Solo Portugal Telecom y Belgacom se enfrentan a un descenso, mientras que la única que tiene esperanzas de mejorar es Deutsche Telekom.
La razón por la que Telefónica, Vodafone, Deutsche Telekom, France Télécom, BT y el resto de las grandes pueden esperar un futuro mejor que el de sus países está en los nuevos negocios y en los mercados emergentes. "El crecimiento vendría de la banda ancha móvil y de los países en vías de desarrollo, y ese impulso conseguiría compensar las pérdidas en otras áreas", explica S&P en su informe. Eso significa que las telecos sufrirán por la caída del consumo en sus mercados europeos, pero al menos tendrán otras vías para poner freno al agujero.
Un área que desde luego no va a crecer, a juicio de S&P, es la que depende de las tarifas mayoristas de móvil, las que se cobran unas operadoras a otras por terminar llamadas de sus respectivos clientes. Y es que la agencia da por hecho que la Comisión Europea y los reguladores nacionales seguirán presionando estos precios a la baja, lo que reducirá los ingresos por esta vía.
En cambio, los analistas de la firma de calificación de riesgos consideran que las operadoras tienen a su favor que el gasto en servicios de telecomunicaciones tiende a ser resistente en los países maduros, ya que los usuarios suelen esperar hasta el final para recortarlo o no pueden hacerlo porque el consumo mínimo está fijado por contrato. Por supuesto, esta cautela no sirve para los consumidores empresariales, que son de los primeros en ajustar sus facturas cuando vienen mal dadas.
De todas formas, hay un punto en que las operadoras en general, y Telefónica en particular, son especialmente sensibles: el alto nivel de deuda. Entre las top 15 la suma asciende a 300.000 millones, según los datos tomados por S&P a cierre de 2010, de los que 55.593 millones correspondían a esa fecha a la española (ahora tiene más).
Pero la agencia de calificación asume para la mayoría de sus ratings en el sector que cualquier recorte en el flujo de caja, derivado de un empeoramiento operativo o de la necesidad de invertir (en espectro por ejemplo), será compensada por una política más cuidadosa de remuneración al accionista, como ya se hizo en 2009. Eso sí, al otro lado de la balanza, S&P duda mucho de que las operadoras sean capaces de reducir su endeudamiento a corto plazo, ya que el Ebitda se espera bastante plano y los compromisos de pago de dividendo ya asumidos no dejan espacio para ello. El resultado de esta ecuación es que puede que la deuda no aumente por culpa de los malos resultados, pero tampoco se va a reducir.
Puesto que la deuda es un indicador directo de necesidades de financiación, S&P cree que el sector seguirá siendo activo en el mercado de emisiones, sobre todo porque también hay desembolsos por delante, como los que se prevén de las subastas de espectro de móvil. En este punto, los bajos tipos de interés benefician a estas compañías, pero el hecho de que varias de ellas pertenezcan a países donde se ha rebajado recientemente el rating soberano siembra incertidumbres.
Portugal Telecom, por ejemplo, no tendría problemas "porque sus fuentes internas y externas de liquidez son suficientes para cubrir sus necesidades de capital al menos hasta 2013", dice la agencia. Pero Telefónica es otra cosa. La española requerirá una continua refinanciación "dado su alto nivel de deuda absoluta y los elevados vencimientos que tiene en el corto y medio plazo".
La conclusión final de S&P es que las operadoras no tienen por qué igualarse en riesgo crediticio con sus países. De hecho, tienen una exposición "moderada" a sus mercados domésticos excepto las que sean netamente locales. Gracias a ello, podrían tener incluso un rating mejor que el de su país, aunque S&P reconoce que no es el caso de ninguna teleco salvo de la griega OTE, que tiene una nota mejor que su Estado (en parte porque está controlada por Deutsche Telekom), y de Portugal Telecom, que tiene la misma calificación que la nación lusa.
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