Masami Watanabe era jefe de la Prefectura de Policía de Fukushima (Japón) cuando, el pasado 11 de marzo, le sorprendió el terremoto y el posterior tsunami que sembró la alarma en la región debido al colapso de la central nuclear de Fukushima Daiichi. Watanabe perdió a tres de sus cerca de cien agentes pero logró salvar cientos de vidas. Su valor y el de sus hombres, conocidos ya como los héroes de Fukushima, han sido merecedores del premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Ayer, en Oviedo, con la emoción todavía a flor de piel, recordó para Público cómo afrontó la tragedia.
Héroes de Fukushima'; ¿realmente se siente como un héroe?
Sólo hice lo que, como policía, debía hacer. No soy un héroe. Voy a ser galardonado como representante de la Policía de Fukushima y, al mismo tiempo, de todo Japón, por haberme enfrentado al desastre natural con todas mis fuerzas. Eso es lo que mis hombres y yo hemos hecho. Mi alegría es la alegría de todo el cuerpo de Policía japonesa y, por extensión, de todos los ciudadanos japoneses.
¿Cómo vivió el terremoto y el tsunami del 11 de marzo?
Yo era en aquel entonces jefe de la comisaría de la zona donde están ubicados el reactor 1 y 2. Tres agentes del cuerpo se murieron como consecuencia del tsunami. Fueron arrasados por la fuerza de las aguas justo cuando iban a rescatar a habitantes en el coche de patrulla. Como jefe de la comisaría fue una terrible pérdida, pero, a cambio de estas muertes, muchos habitantes de la zona fueron rescatados.
¿Cómo actuaron?
Tuvimos explosiones en los reactores 1 y 3. Lo primero que hicimos, y esa era mi principal preocupación, fue poner a salvo a las personas mayores y enfermas. Actuamos en un radio de 10 kilómetros de la explosión para rescatar a todas esas personas. Y nos atrevimos a seguir ayudando a los enfermos a pesar de saber que se habían producido explosiones en los reactores 1 y 3. No nos retiramos hasta que conseguimos evacuar a todos. Eran entre 500 y 600 personas.
¿Eran conscientes del peligro que corrían?
Al principio, con la primera explosión, pensamos que había volado el horno nuclear, pero, sin embargo, lo que desapareció fue el edificio que rodeaba el horno, el casco. El horno nuclear sigue aún de pie. Yo tenía 93 agentes a mi mando; nos dividimos en grupos para gestionar la evacuación. Yo estaba al frente de todo el equipo. He de confesar que sentimos un pánico enorme.
Y con el pánico, ¿en algún momento sintió la tentación de huir?
No pensé en ningún momento en escapar. Estaba decidido a seguir hasta el final. Antes que nada, en lo que pensé fue en evacuar a los enfermos. No pensé en mi propia vida; pensaba en mi responsabilidad como jefe de la Policía Local.
¿Conocía los riesgos de la exposición a la radiactividad?
Sabía que iba a estar expuesto, pero repito que mi prioridad era salvar a gente.
¿Cómo es ahora su estado de salud?
Los agentes de Policía estamos sometidos a controles periódicos. A mí me hicieron análisis en la Facultad de Medicina de la Universidad de la Prefectura de Fukushima, y no han observado ninguna anomalía.
¿Cómo vivió la tragedia su familia?
[Empieza a llorar, y se disculpa por ello]. Mi mujer y yo vivimos en una residencia oficial para policías, que está a 30 kilómetros de la comisaría. Ella se unió a los vecinos que fueron evacuados. Yo estaba dirigiendo a mi equipo. Durante diez días no pudimos tener ningún contacto. No podía hablar con mi mujer pero en mi fuero interno me decía que ella tenía que actuar por su cuenta mientras yo seguía con mi trabajo.
Recibieron la ayuda de cientos de voluntarios.
A un radio de 20 kilómetros de la explosión se creó un área restringida, y se establecieron nueve puertas de restricción. La zona estaba vedada para todos menos para la Policía, los operarios de la central nuclear y los residentes. Los voluntarios se situaron fuera de esta zona de restricción. Nosotros como policías nos acercamos hasta casi el mismo punto de la explosión porque tuvimos que recoger los cuerpos sin vida. Eso fue lo más duro.
La imagen que Japón ha dado de esta tragedia es la de la unidad.
Sí, es así. Recibimos la ayuda diaria de 850 agentes de Policía de todo Japón.
¿Cómo es la vida ahora en la zona?
[Saca un mapa con varios círculos concéntricos pintados en distintos colores]. En el radio de 20 kilómetros de la explosión no puede vivir nadie; también se han evacuado zonas colindantes. Las personas realojadas ascienden aún hoy a más de 100.000. Han sido reubicadas en la prefectura y fuera de ella, donde se han instalado muchas viviendas provisionales. Están siendo ayudadas por la Policía y por otros ciudadanos de Japón.
¿Cómo se encuentra ahora la central nuclear?
De momento, está estable. La radiactividad ahora esescasa.
Héroes de Fukushima'; ¿realmente se siente como un héroe?
Sólo hice lo que, como policía, debía hacer. No soy un héroe. Voy a ser galardonado como representante de la Policía de Fukushima y, al mismo tiempo, de todo Japón, por haberme enfrentado al desastre natural con todas mis fuerzas. Eso es lo que mis hombres y yo hemos hecho. Mi alegría es la alegría de todo el cuerpo de Policía japonesa y, por extensión, de todos los ciudadanos japoneses.
¿Cómo vivió el terremoto y el tsunami del 11 de marzo?
Yo era en aquel entonces jefe de la comisaría de la zona donde están ubicados el reactor 1 y 2. Tres agentes del cuerpo se murieron como consecuencia del tsunami. Fueron arrasados por la fuerza de las aguas justo cuando iban a rescatar a habitantes en el coche de patrulla. Como jefe de la comisaría fue una terrible pérdida, pero, a cambio de estas muertes, muchos habitantes de la zona fueron rescatados.
¿Cómo actuaron?
Tuvimos explosiones en los reactores 1 y 3. Lo primero que hicimos, y esa era mi principal preocupación, fue poner a salvo a las personas mayores y enfermas. Actuamos en un radio de 10 kilómetros de la explosión para rescatar a todas esas personas. Y nos atrevimos a seguir ayudando a los enfermos a pesar de saber que se habían producido explosiones en los reactores 1 y 3. No nos retiramos hasta que conseguimos evacuar a todos. Eran entre 500 y 600 personas.
¿Eran conscientes del peligro que corrían?
Al principio, con la primera explosión, pensamos que había volado el horno nuclear, pero, sin embargo, lo que desapareció fue el edificio que rodeaba el horno, el casco. El horno nuclear sigue aún de pie. Yo tenía 93 agentes a mi mando; nos dividimos en grupos para gestionar la evacuación. Yo estaba al frente de todo el equipo. He de confesar que sentimos un pánico enorme.
Y con el pánico, ¿en algún momento sintió la tentación de huir?
No pensé en ningún momento en escapar. Estaba decidido a seguir hasta el final. Antes que nada, en lo que pensé fue en evacuar a los enfermos. No pensé en mi propia vida; pensaba en mi responsabilidad como jefe de la Policía Local.
¿Conocía los riesgos de la exposición a la radiactividad?
Sabía que iba a estar expuesto, pero repito que mi prioridad era salvar a gente.
¿Cómo es ahora su estado de salud?
Los agentes de Policía estamos sometidos a controles periódicos. A mí me hicieron análisis en la Facultad de Medicina de la Universidad de la Prefectura de Fukushima, y no han observado ninguna anomalía.
¿Cómo vivió la tragedia su familia?
[Empieza a llorar, y se disculpa por ello]. Mi mujer y yo vivimos en una residencia oficial para policías, que está a 30 kilómetros de la comisaría. Ella se unió a los vecinos que fueron evacuados. Yo estaba dirigiendo a mi equipo. Durante diez días no pudimos tener ningún contacto. No podía hablar con mi mujer pero en mi fuero interno me decía que ella tenía que actuar por su cuenta mientras yo seguía con mi trabajo.
Recibieron la ayuda de cientos de voluntarios.
A un radio de 20 kilómetros de la explosión se creó un área restringida, y se establecieron nueve puertas de restricción. La zona estaba vedada para todos menos para la Policía, los operarios de la central nuclear y los residentes. Los voluntarios se situaron fuera de esta zona de restricción. Nosotros como policías nos acercamos hasta casi el mismo punto de la explosión porque tuvimos que recoger los cuerpos sin vida. Eso fue lo más duro.
La imagen que Japón ha dado de esta tragedia es la de la unidad.
Sí, es así. Recibimos la ayuda diaria de 850 agentes de Policía de todo Japón.
¿Cómo es la vida ahora en la zona?
[Saca un mapa con varios círculos concéntricos pintados en distintos colores]. En el radio de 20 kilómetros de la explosión no puede vivir nadie; también se han evacuado zonas colindantes. Las personas realojadas ascienden aún hoy a más de 100.000. Han sido reubicadas en la prefectura y fuera de ella, donde se han instalado muchas viviendas provisionales. Están siendo ayudadas por la Policía y por otros ciudadanos de Japón.
¿Cómo se encuentra ahora la central nuclear?
De momento, está estable. La radiactividad ahora esescasa.
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