Hace un año,
las imágenes del desastre de Fukushima dieron la vuelta al mundo y pusieron sobre la mesa un problema que parecía olvidado, que la energía nuclear sigue siendo un alto peligro y nunca pueden controlarse todos los riesgos. Esas imágenes hicieron recordar momentos peores, como la crisis de Chernóbil de 1986 y la gran tragedia humana que supuso.
Por esta razón, y para que no se olvide, cientos de ecologistas han salido a la calle una vez más para
denunciar los males que trae a los ciudadanos esta forma de producción energética.
Unos dos centenares de activistas antinucleares se han concentrado hoy en Madrid frente a la Embajada de Japón, y han organizado
una cadena humana para decir no a las centrales nucleares y manifestar sus condolencias por las víctimas del accidente de Fukushima.
Convocados por Ecologistas en Acción, Plataforma Antinuclear de Madrid, y el partido ecologista Equo, entre otros, los manifestantes, vestidos con camisetas amarillas, han formado una cadena humana desde la sede diplomática nipona hasta la sede de Nuclenor, la empresa propietaria de
la central de Garoña, ambas situadas en la calle Serrano.
La central de Fukushima, han recordado los organizadores de la iniciativa, es
gemela a la de la central de Santa María de Garoña, en Burgos, por lo que
defienden el cierre inmediato de la misma.
El portavoz de Ecologistas en Acción, Francisco Castejón, ha recordado que la contaminación de Fukushima se ha detectado ya en alimentos como arroz, espinacas, vacuno, algas y pescados y las consecuencias sobre la salud de las personas se conocerán dentro de 10 o 20 años, dadas las dosis sufridas ya por la población. "No se puede garantizar una seguridad absoluta". Por ello,
quieren que el presidente del Gobierno "prescinda de esta fuente de energía como se está haciendo en otros países del mundo".
Tanto Castejón, como Juan López de Uralde, líder fundador de Equo, han reclamado al Gobierno español que incorpore las lecciones de Fukushima y proceda a establecer un calendario de cierre escalonado de las nucleares.
Por su paret, el Responsable del Area de Energía y Cambio Climático de Greenpeace, Carlos Bravo, quien ha destacado que el problema de la central ubicada en Burgos
"es un asunto que preocupa a todos", ya que según los datos recogidos por la encuesta del CIS (Centro de Investgaciones Sociológicas), "el 70% de la población española están en contra de la energía nuclear y piden el cierre de la central".
Y es que, según ha confirmado Bravo, la gente no es consciente "de que un accidente nuclear es aquel que tiene consecuencias negativas no sólo para el medio ambiente, sino también para las personas".
Durante el acto se ha depositado una
caja con barritas de incienso encendidas en la puerta de entrada de la legación diplomática nipona y se ha leído una carta para manifestar el "pesar" por los muertos y desaparecidos.
La protesta se extiende por todo el país
Con el mismo objetivo, varios cientos de personas se han manifestado esta tarde en Bilbao. Al igual que en Madrid, han pedido el
cierre "inmediato" de Garoña porque es "porque es vieja, insegura, peligrosa, innecesaria y ya está amortizada".
La manifestación ha partido de la sede del PP, en la Gran Vía de Bilbao y, tras recorrer varias calles del centro, ha concluido ante la nueva torre que acoge la sede social de Iberdrola, empresa que participa al 50 % con Endesa en Nuclenor, la sociedad propietaria de la central burgalesa.
Esta marcha ha sido convocada por organizaciones ecologistas, sindicales y sociales integradas en la Coordinadora Estatal Antinuclear (CEAN), entre otros, Ecologistas en Acción, Ekologistak Martxan, y Comisiones Obreras. Han criticado al Gobierno del PP, que "en lugar de aprender las lecciones de Fukushima, como han hecho en Alemania cerrando inmediatamente las 7 centrales nucleares más vieja", ha anunciado "su intención de prolongar la vida de la central nuclear de Garoña hasta el año 2019".
Por otra parte, organizaciones ecologistas han llevado hoy a cabo en varias ciudades andaluzas distintos actos reivindicativos.
En Sevilla, varios activistas de Greenpeace han realizado un pequeño
simulacro de accidente nuclear en una plaza y para ello han hecho como si trabajaran en una central nuclear ataviados con monos blancos y al sonar la alarma se han tirado al suelo como si hubieran muerto.
En Granada, Ecologistas en Acción y Greenpeace han recordado con talleres y paneles el accidente de Fukushima y han explicado a los viandantes los peligros que tienen las centrales nucleares.
También estaban previstos actos en Almería, Córdoba, Granada y Málaga con el lema "Fukushima nunca más".
Alrededor de 800 personas, convocados por la Plataforma contra el Cementerio Nuclear en Cuenca y la Coordinadora Estatal Antinuclear (CEAN), han formado
una cadena humana que ha discurrido por las calles de Cuenca para recordar a las víctimas de Fukushima y decir "no" a la instalación del almacén temporal centralizado (ATC) de residuos nucleares en Villar de Cañas (Cuenca).
Además, unas sesenta personas han asistido a una
concentración en Palma de Mallorca, que se ha desarrollado en la Plaza de Cort, frente al ayuntamiento. Concentrados alrededor de la palabra "no" y el símbolo nuclear formados con velas encendidas sobre el suelo, los concentrados han mostrado pancartas apelando a que no se repita con mensajes como "nunca más" y "que no haya ningún Fukushima".
Algunas ciudades acogen mañana actos antinucleares, como Gijón, Barcina del Barco (Burgos), donde hay convocada una concentración a las puertas de Garoña, o Cáceres, donde pedirán el cierre de la central de Almaraz.
Energías renovables como solución
Una de las participantes a esta cadena humana de Madrid, Cote Romero, ha valorado positivamente este acto, pero ha planteado la existencia de una medida alternativa, se trata de las "energías renovables", una realidad que según Romero, "aporta más beneficios que gastos, aunque su cota de mercado sea superior", ha explicado esta participante.
Por su parte, el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y activista de Ecologistas en Acción, Jorge Richman, ha destacado que "esta jornada debería ser una
reflexión de cómo obtenemos la energía", ya que, "una sociedad que se apoya en la generación nuclear de la electricidad es indeseable" porque supone, como ha indicado Richman, "una descarga del contenido tóxico sobre generaciones futuras".