Un informe asegura que la primavera árabe en el norte de África y el Medio Oriente ha tenido un costo económico de US$55.840 millones sólo en 2011.
De ese monto se excluyen las pérdidas humanas, los daños de infraestructura y las pérdidas de inversiones extranjeras.Según la investigación realizada por el grupo clic Geopolicity, una consultoría independiente que se especializa en transiciones postconflicto, Libia, Siria y Egipto son los países que han pagado el precio más alto por los levantamientos.
Con base en datos del Fondo Monetario Internacional, las pérdidas en términos de productividad en aquellos países que han experimentado una mayor desestabilización, asciende a US$20.560, mientras que los costos para sus finanzas públicas desde el comienzo de los levantamientos hasta septiembre de 2011 alcanza los US$35.280 millones.
Sin embargo, durante el mismo período de tiempo las naciones en las que no ha habido conflicto -sobre todo las exportadoras de petróleo como los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Kuwait- se han visto muy beneficiadas y han sumado un promedio de US$38.900 a su Producto Interno Bruto (PIB).
El gran perdedor
"En la primavera árabe hay ganadores y perdedores", asegura Peter Biles, corresponsal de la BBC y experto en asuntos exteriores."Aunque realizar un cálculo de costos preciso es imposible, los datos disponibles indican que los países que han experimentado los disturbios más complicados e intensos -en el caso de Libia son meses de conflicto- son los que más perderán en el corto plazo", explica Biles.
Desde febrero, más de 700.000 personas han huido de Libia. La interrupción en los sectores de petróleo y gas han devastado la economía.
El informe indica que la primavera árabe es la mayor turbulencia que se ha experimentado en la región desde 1950.
"A comienzos de 2011, muchos observadores pensaron que 'la primavera árabe' tenía la fuerza para producir cambios estructurales. Sin embargo, en donde han ocurrido los levantamientos, nuevos grupos de interés poseen el control de lo que sigue siendo un proceso de reforma parcial con un final incierto", se lee en la investigación.
"La asistencia internacional ha resultado estar muy por debajo de las expectativas. Sin un programa de apoyo regional liderado por los estados árabes, el resultado de los levantamientos puede ser regresivo", concluye.
Por ejemplo, el informe recuerda que el apoyo prometido por los países miembros del G8 en mayo de este año tras su cumbre de Deauville no se ha materializado.
La crisis financiera europea y el masivo gasto militar en Afganistán e Irak durante la última década hace improbable un "enfoque estratégico".
El informe recomienda a Naciones Unidas cambiar la forma en que afronta los problemas del mundo árabe con el fin de poder afrontar los desafíos que significa asistir a esa región en cambio.
"Naciones Unidas -organizada sobre la base de país por país sin coordinar ejes regionales a través de su agencias como la Secretaría y el Banco Mundial- adolece de un marco institucional para una aproximación regional y esta carencia debe ser corregida de forma urgente".
"Alinear inversiones estratégicas e intereses de la ONU con la Liga Árabe en coordinación con el G7 podría ser la manera más lógica de empezar", dice el informe de Geopolicity.
El grupo de investigación concluye además que las libertades políticas, más transparencia en la utilización de los ingresos de sus industrias de extracción de materias primas, libertad de prensa y de género "serán críticos" en un cambio estructural a largo plazo en el mundo árabe.
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