Padre de las licencias creative commons, alternativa al copyright menos restrictiva y adaptada por cada autor, entusiasmó en Campus Party con su concepción de la cultura. "Brasil es el país más importante del mundo para el futuro de la cultura digital", dijo como aperitivo de muchas más píldoras que escandalizarían a muchos dirigentes de la cultura española.
En Brasil es muy diferente, el Secretario Ejecutivo del Ministerio de Cultura de Brasil, Alfredo Manevy, propone una reforma de su ley completamente opuesta a la que se baraja en España. "Nuestro copyright es antiguo y cerrado. Claro que queremos defender los derechos de autor, porque no es sólo una cuestión moral, sino también económica, pero sí vemos internet como un derecho básico; como la luz y el agua. Nuestra intención es debatir, sin prisa, pero aprobar una ley que dé acceso a todos los brasileños y se permita la copia privada", insiste este ministro interino con aire hippie.
Añade que, lo contrario sería un paso atrás: "En la Universidad hay libros agotados que hacen falta pero es ilegal copiar. En un país de 200 millones de habitantes los libros salen con una tirada de 5000 ejemplares. En Brasil el 90% de la población no va a la bibliotecas, cines y teatros. Con internet sí podrán conocer la cultura. En los últimos años se ha creado una clase media con más de 40 millones de habitantes. No los podemos traicionar cerrándoles las puertas. Esto no es un país de 40 millones de piratas, sino de gente con ganas de conocer".
El joven ministro se mostraba tajante: "El camino no es cerrar la tecnología sino cambiar la gestión económica. Hay un flujo de dinero bajo la red que los intermediarios del pasado no nos dejan ver. Hay que mirar el conjunto, no el ombligo".
Con políticos con esta implicación en la red, es normal que Laurence Lessig se sienta como en casa y vaya un paso más allá en sus ideas, si ha conseguido que muchos artistas publique sus obras con algunas cláusulas que les permiten compartir, ¿por qué no hacer lo propio con los laboratorios médicos? Todavía no se ha adentrado en este campo, pero no parece que lo descarte: "Una de las cosas grotescas del sistema de sanidad que propone Obama es que no se contempla una bajada del precio de los medicamentos. Eso sólo lo han conseguido parcialmente Brasil e India".
Una vez popularizadas las licencias copyleft se propone un nuevo reto: fiscalizar la transparencia política haciendo uso de la tecnología. "Las donaciones que esperan una votación favorable a cambio no se pueden considerar como tales. Se está haciendo mucho daño a las instituciones y nos vamos dar cuenta cuando sea demasiado tarde" se lamentaba.
Una primer paso para esta transparencia pasa por la liberación de datos. Las acciones de Open Government son cada vez más comunes. Con la llegada de Barack Obama, la Casa Blanca pasó a crear contenidos en Creative Commons para ayudar a difundir sus vídeos, fotos y discursos, siempre que no se haga negocio con ello. En su opinión, esta medida se queda corta: "Sólo es un paso, faltan más. Los gobiernos son lentos pero el dinero influye en la política, tendría que poner mecanismos de control porque afecta a la sociedad lo que decida en ecología, salud o educación".
Poco amigo de los conservadores de Estados Unidos no se pudo aguantar al preguntar por su opinión en la guerra entre News Corp. y Google. La compañía de Rupert Murdoch no quiere que las noticias de sus medios aparezcan en el buscador más conocido. "Personalmente, me encantaría que Fox News dejase de aparecer en los resultados cuando hago una búsqueda. Creí que Google lo dejaría pasar, sin embargo, se han involucrado y es algo justo. El nuevo periodismo es un reto del siglo XXI", insistía, "¿Cómo vamos a saber si los periodistas hacen bien su trabajo si no se les da sustento?".
En su defensa de los valores democráticos apoyó la idea de dar financiación pública e institucional a los medios, "porque hacen una labor social. Sin los medios libres y con periodistas formados no se entiende la democracia".
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