Más allá de si estamos viviendo una incipiente recuperación o un cruel espejismo, el impacto de la crisis económica se hará sentir por muchos años.
En 2009 el Producto Interno Bruto (PIB) cayó en un 2,4% en Estados Unidos, un 4% en los 27 países de la Unión Europea, y en un 1,8% en América Latina.
Esta destrucción de riqueza colectiva e individual es visible en la disminución de la ganancia empresaria y la caída del salario real, en el aumento del desempleo y las pérdidas de valor de activos como la propiedad.
Junto a economistas, historiadores, analistas y Fundaciones, Robert Ward, director de Global Projection del Economist Intelligence Unit (EIU), estima que tomará mucho tiempo recuperar la riqueza perdida con la debacle financiera.
"Si hablamos del PIB per capita, calculamos que sólo en 2014-2015 volveremos a tener los niveles de 2007", indicó Ward a BBC Mundo.
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La guerra y la paz
A diferencia de la destrucción económica que puede producir una guerra (la devastada infraestructura de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial), en la actual crisis el impacto no ha sido sobre el aparato productivo (las fábricas siguen en pie, aunque algunas hayan cerrado sus puertas) sino sobre la riqueza nominal de la población.
Cuando el precio de una propiedad cae a la mitad, la propiedad sigue existiendo, pero la riqueza de su dueño ha sufrido un duro golpe.
Este tipo de pérdida se ha repetido con distintos tipos de activos (acciones, bonos, otros bienes raíces), todo lo cual ha tenido un impacto demoledor sobre la actividad económica, tal como explicó a BBC mundo Detlef Kotte director de planeamiento macroeconómico de la UNCTAD, la agencia de desarrollo de la ONU.
El premio nobel de Economía Paul Krugman calcula que las familias estadounienses perdieron unos 11 millones de millones de dólares debido a la crisis."Esta caída en la riqueza nominal ha afectado de manera radical el consumo y, por tanto, la producción", explicó a BBC Mundo Kofte.
Tristes tigres
El impacto ha sido mucho mayor en países que siguieron el modelo de crecimiento en base al consumo sostenido con altos niveles de endeudamiento.
Tigres célticos de los '90 como la República de Irlanda dejaron de rugir. Lo mismo sucedió con los llamados tigres bálticos (Letonia, Estonia) y naciones de la Europa del Este (Ucrania, Hungría) que ahora tienen por delante años de penuria económica.
España y el Reino Unido son dos casos más de países que están pagando el precio por su fascinación con el consumo vía crédito y burbuja inmobiliaria.
Estados Unidos es el hermano mayor de todos ellos.
Impacto social
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que desde el comienzo de la crisis en 2007 más de 40 millones de personas se sumaron a las filas de los desempleados.
Estados Unidos tiene el nivel más alto de desempleo en 25 años (un 10%). En los 16 países que conforman la eurozona la desocupación es del 9,6%.
Vea: Nuevas medidas contra el desempleo en EE.UU
A pesar de que el mundo en desarrollo quedó menos expuesto que en otras oportunidades a la debacle mundial, el impacto de la crisis en Wall Street, Londres y otros grandes centros financieros se hizo sentir en los rincones más apartados del planeta.
En Vietnam unas 3 mil aldeas que viven de la venta de productos artesanales quedaron virtualmente en la quiebra con una posible pérdida de unos cinco millones de trabajos ante la retracción de los mercados externos que compraban sus productos.
En América Latina, más de dos millones de personas perdieron su empleo en 2009.
Hasta uno de los países que mejor ha capeado la tormenta, China, registró un aumento del desempleo.
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Impacto fiscal
Un reciente estudio del Banco Central de Inglaterra calcula en 14 millones de millones de dólares la cuenta total de los países desarrollados para rescatar el sector financiero.
Cuando a esto se le suma la inversión fiscal para sostener la actividad económica y evitar que la crisis se transformará en una depresión al estilo de los '30, se ve que la cuenta final será desorbitante.
Esta cuenta la tendrá que pagar el fisco, es decir, los contribuyentes, es decir, el conjunto de la sociedad.
Vea: La deuda interminable de los poderosos
En uno de los países arrasados por la crisis, Islandia, se calcula que cada uno de sus 319 mil habitantes carga con una deuda de unos 15 mil dólares si el Estado se hace finalmente cargo de los pasivos de los bancos privados islandeses que quebraron durante la crisis.
Tarde o temprano, los estados tendrán que financiar su deuda con impuestos más altos o una reducción del gasto fiscal que, en muchos casos, afectará servicios esenciales como educación y salud.
En busca de la riqueza perdida
Todo esto apenas ha empezado.
En su reciente Panorama Económico Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) comparó 88 crisis monetarias entre 1970 y 2002 y halló que siete años después de la debacle, las economías no habían recuperado el terreno perdido.
Mucho dependerá del desempeño de la economía mundial en 2010, pero aún si en un contexto de crecimiento la población tardará en recuperarse.
Vea: Economía 2010, crecer o naufragar
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) uno de los problemas es la dinámica del mercado laboral.
"La destrucción de empleo es mucho más veloz que su creación porque la contratación es costosa y requiere un tiempo de entrenamiento y adaptación", indicó a BBC Mundo el director del Instituto de Estudios Laborales de la OIT Raymond Torres.
Con este panorama no sorprende que la mayoría de las predicciones de 2010 hayan vaticinado un año movido política y socialmente.
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