El uso de las impresoras en tres dimensiones se está popularizando. Todavía no se puede decir que estas sean herramientas propias de la electrónica de consumo, pero ya hay un puñado de marcas que avanzan por ese terreno a buen ritmo: 3D Systems, Objet, ProMetal, Solidscape, etc.
Los guionistas de CSI (Telecinco), siempre tan atentos a las novedades del sector, les han prestado atención y las han hecho aparecer en un capítulo de su serie, concretamente en la versión que transcurre en Nueva York.
Son máquinas capaces de recibir un archivo informático y en poco tiempo darle forma en el material que se elija entre una gama que incluye la resina, la plata o el vidrio. Sus aplicaciones en la medicina, la industria del mueble, el diseño o la joyería son evidentes. Sin embargo, para familiarizarse con este entorno, el internauta medio puede empezar por SketchUp, el programa de Google que posibilita crear objetos con volumen.
Este invento fue concebido en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Dos de sus investigadores fundaron en los años noventa la firma Z Corporation, adquirida en 2005 por la compañía danesa Contex. Del mismo modo que una impresora convencional fija sobre una hoja de papel los esquemas efectuados en un software en 2D, las tridimensionales dan cuerpo a prototipos reales.
Partiendo de esta base, los modelos comerciales han trabajado hasta ahora en un solo color o en varios a la vez, con tinta o con láser... Las piezas se fabrican capa a capa, normalmente esparciendo polvo para reproducir la geometría deseada. Desde el propio sector, señalan que habrá versiones económicamente más asequibles cuando la tecnología lo permita. Y esperan que eso sea pronto.
De momento, en la línea de la diversificación de la oferta anunciada, según páginas especializadas en tendencias como JWT Intelligence, una empresa de Los Angeles se ha decantado por todo lo contrario: la impresión en 3D de una casa.
La Vanguardia
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