Todos queremos ser únicos.
Un peinado como el de nadie más en la oficina, una corbata hecha a mano, comprada en un pequeño local de París, un anillo de diamantes de una colección exclusiva.
Esta tendencia individualista, combinada con los últimos desarrollos tecnológicos han estimulado a las compañías para que fabriquen cosas que hasta hace poco estaban fuera de toda discusión: productos masivos hechos a medida.
Hoy en día, sitios web de empresas como Converse y Nike, por ejemplo, permiten que los usuarios creen zapatillas personalizadas con unos pocos clics, y cuestan poco más que los modelos de las colecciones que pueden encontrarse en las tiendas.
Un clic y la zapatilla cambia de verde a amarillo brillante; otro y los cordones se vuelven verdes.
Se puede hasta cambiar el forro y agregar una firma personalizada.
Y cuando finalmente son entregadas, las zapatillas serán distintas a todas las demás.
Otro ejemplo es Zazzle, una tienda en Estados Unidos que permite personalizar productos que van desde fundas para iPhones hasta camisetas y patinetas.
"Una de las más poderosas tendencias de consumo es hacia la individualización; los consumidores no quieren que les den el mismo entretenimiento o productos", dice el cofundador de la empresa, Jeff Beaver.
"Quieren crear los suyos propios, publicarlo y aprovechar nuevas tecnologías y servicios para expresarse".
Además de elegir entre decenas de millones de diseños y miles de millones de combinaciones de productos, los usuarios de Zazzle pueden subir al sitio sus propias ideas y venderlas.
Así, cada día se publican 150.000 nuevos productos, dice Beaver.
"El desafío más grande al posibilitar una personalización en línea efectiva radica en que los productos aún no existen", agrega.
"Debemos mostrarle al usuario cómo se vería el producto si fuera fabricado".
Para hacer eso la compañía utiliza tecnologías de visualización especiales, técnicas similares a las que utiliza la industria del cine para construir instantáneamente productos en forma virtual sobre un espacio tridimensional, al tiempo que utiliza fotografía computacional para aplicar imágenes y diseños sobre su superficie.
Bits y átomos
La personalización no es nueva; durante años la gente ha podido encargar ropa a su gusto y medida.
Pero en general esto ha estado limitado a costosos trajes y vestidos de gala, disponibles para unos pocos privilegiados.
La producción masiva era totalmente diferente.
"Si uno mira 10 años hacia atrás, muchas firmas solían tener un enfoque muy unidireccional, en el que la marca era todo y en el que se les decía a los consumidores qué comprar", dice Jonathan Chippindale, de la firma británica de
software Holition.
"La marca creaba un estilo, los consumidores podían comprarlo y no había realmente ninguna variación sobre él, el estilo era el rey".
Pero la web y la constante evolución de la tecnología han cambiado eso y compañías como Hoiliton han ido más allá que las simples técnicas de personalización en línea.
En una apuesta para saltar la brecha entre átomos y bits, Hoiliton creó una aplicación de realidad aumentada que permite a los consumidores visualizar su producto "auto-diseñado", sea un reloj, un anillo o un adorno, directamente sobre sí pero en el mundo virtual.
Por ejemplo, en el sitio web de la casa de relojes suiza Tissot potenciales compradores pueden activar el
software y, utilizando una
webcam, verse a sí mismos en pantalla probándose relojes virtuales.
Y luego pueden personalizarlos, eligiendo entre una variedad de correas, colores y otros parámetros, todo mientras ven cómo va cambiando sobre sus muñecas.
El presidente de Tissot, Francois Thiebaud dice que el sistema ha incrementado las ventas.
"Es la forma perfecta de lograr que miles de consumidores prueben un Tissot y sus funciones", agrega.
Y aun si los compradores no pueden crear un reloj desde cero, sí tienen más opciones que en una tienda y pueden garantizarse cierta exclusividad.
Lujo auténtico
Pero una vez que los detalles son enviados, suele ser difícil para los consumidores contactar al fabricante si cambian de opinión sobre un color o material.
Not Just a Label tiene una solución: funciona como una plataforma en línea para contactar en forma directa a diseñadores y clientes.
Cuando los compradores visitan la tienda en línea de la empresa y agregan un producto a su lista de compras, primero se les pide que lo personalicen (que elijan, por ejemplo, si el anillo será bañado en oro o plata, con un diamante o un zafiro).
Al terminar la compra aparece una caja en la que pueden dar más detalles de lo que quieren.
Y una vez que un diseñador comienza a trabajar en esa pieza única, el cliente puede contactarlo para hacer comentarios o enviar nuevas mediciones "para generar una pieza verdaderamente personalizada", dice el cofundador de la empresa Stefan Siegel.
"Lo llamamos lujo auténtico. En el mundo de hoy el dinero realmente ya no te hace distinguido, hay demasiada gente con plata".
"Así que el futuro de la moda está en la individualidad: poseer algo único y tenerlo por más temporadas ya que es tan exclusivo que es como tener encima una historia que uno puede contarle a los amigos".
Impresoras 3D
Una herramienta que se está volviendo sumamente útil en la manufactura a medida del siglo XXI es la impresora 3D.
No tiene nada que ver con la tradicional impresión en papel.
En este caso se construye un objeto superponiendo capas de material, una tras otra, hasta obtener algo que al ser cortado perecería una torta de hojaldre.
Diseños creados en línea son enviados al "cerebro" electrónico de la impresora y otras partes de la máquina son cargadas con la sustancia necesaria (plástico, metal o incluso chocolate) para obtener productos terminados que no han sido atornillados, soldados ni pegados.
Ya existen compañías que imprimen camisetas, tazas o pomos de puerta, y hasta miembros artificiales, huesos, modelos de arquitectura, joyas, bolsos y zapatos.
Una de estas firmas es la holandesa Freedom of Creation.
Su gerente de producto, Bram De Zwart, cree que la impresión 3D está revolucionando la forma en que se fabrican, distribuyen y comercializan los productos, al tiempo que integra la experiencia de lo hecho a medida a nuestra vida cotidiana.
"Tradicionalmente, los productos son más bien empujados hacia el mercado con diferentes actividades de mercadeo y eso lleva a una gran producción de deshechos", dice De Zwart.
"La impresión 3D permite una distribución por demanda más que por oferta, en la que los consumidores pueden comprar productos realmente a medida".
De hecho, añade, ¿qué sería más fácil que elegir un diseño muy complejo que ha sido hecho en línea, y que sería extremadamente tedioso, lento y en -algunos casos- difícil para un artesano tradicional producir, y mandarlo a imprimir para luego recibirlo en casa?
Otro desarrollo interesante es la impresión 3D hogareña.
Algunas de las leyes que gobiernan la baja en los precios y el aumento en el poder de las PC también se aplican a las impresoras 3D: se están volviendo más baratas y pequeñas; algunas cuestan menos de US$1.600.
Para utilizarlas uno necesita modelar su propio archivo 3D o visitar en la web un sitio de personalización de impresiones 3D, elegir lo que quiere, y esperar a que se genere automáticamente un archivo 3D.
Tal vez en pocos años conseguiremos la exclusividad con un simple clic del ratón y una impresora 3D, todo desde la comodidad de nuestro hogar.