El Ngorongoro Crater Lodge es un hotel de cinco estrellas situado dentro del Área de Conservación del Ngorongoro (Tanzania) cuya estancia mínima cuesta 500 euros la noche. El complejo ofrece safaris para disfrutar de la fauna africana y contemplar el estilo de vida de los nativos masais. Todo un lujo, no al alcance de cualquiera, "que supone una agresión para este medio tradicional y cuyos beneficios se quedan en manos de las multinacionales", denuncia el presidente de la Fundación Oxígeno, Roberto Lozano, que acaba de iniciar un proyecto para estimular el ecoturismo en la zona del Ngorongoro.
"Queremos que sean los propios masais los que gestionen el turismo y los que obtengan los beneficios", explica Lozano. La entidad, con financiación de la Fundación Biodiversidad, está preparando unos seminarios de formación para que la población nativa pueda gestionar la demanda turística. "Ellos serán los guías y los hosteleros, y se cambiará la habitación de cinco estrellas por una estancia dentro del poblado", comenta Lozano.
Mejorar la calidad de vida de los masais no sólo repercutirá sobre la salud del propio poblado, sino también sobre la de los ecosistemas. "No podemos esperar que conserven su naturaleza si ellos no tienen asegurada su propia supervivencia", explica Lozano. El rinoceronte negro, en peligro crítico de extinción, será uno de los beneficiados, ya que las mejoras para los masais redundarán en un mayor respeto a la fauna local.
Ecoturismo en España
Algo similar está haciendo el Fondo para la Conservación del Buitre Negro (BVCF, del inglés), en este caso en Mallorca. La organización ha desarrollado un proyecto parasegún el presidente del BVCF, Juanjo Sánchez descongestionar las "saturadísimas rutas turísticas públicas y estimular la conservación de las zonas privadas" mediante el establecimiento de 10 proyectos de Custodia del Territorio. Los propietarios de zonas privadas ceden sus terrenos al turismo a cambio de que la fundación gestione tareas de mantenimiento en las fincas. Por ahora, han conseguido ampliar la oferta turística en 3.800 hectáreas."Conseguimos reducir el impacto sobre el espacio público al tiempo que se asegura la conservación del territorio de forma indirecta", afirma Sánchez. Esto supone un beneficio para la población local, lo que frena el abandono rural. "No sólo se ayuda a proteger a especies características como el buitre negro o el halcón peregrino, sino también a los propios payeses, que son la especie más amenazada", concluye.
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