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2010/04/27

¿Adiós al actor de carne y hueso?

Fuente: El Pais.

Hace unos meses la revista Entertainment weekly entrevistaba a James Cameron a propósito (cómo no) de Avatar. El genio megalómano platicaba sobre las inmensas ventajas de la tecnología que él mismo había desarrollado para su película. "¿Hasta dónde puede llegar el cine con este invento?", le preguntaba el periodista a Cameron. "Imagínese que Clint Eastwood quisiera resucitar la serie Harry El Sucio, pero con el mismo aspecto que lucía en los años setenta. Bien, eso ya es posible ahora" respondía el realizador sin inmutarse.
No fueron pocos los que fruncieron el ceño ante tal afirmación, no tanto por escepticismo sino por una sensación muy similar al miedo. Lo contaba el periódico Los Angeles Times: uno de sus colaboradores se coló en la fiesta que los actores miembros de la Academia celebraron antes de la gala de los Oscar. Allí, el colectivo expresaba en los corrillos su voluntad de votar en bloque por los adversarios del filme de Cameron al Oscar principal. ¿El motivo? "Avatar nos dejará sin empleo a todos".
El actor virtual, que parecía una entelequia hasta hace pocos meses, se erige ahora como una amenaza real. Aun así, el asunto no es nuevo; ya en 1999 el profesor Joseph Beard de la estadounidense Universidad de St. John expresaba su temor a una resurrección de ídolos mediante la aplicación de programas informáticos. Beard se preguntaba -con grandes dosis de ironía- qué pasaría cuando Hollywood descubriera que era posible traer de vuelta a Humphrey Bogart y ponerlo a trabajar en un remake de Casablanca con un proceso tan simple como el pago de unos derechos a sus herederos (si los hubiese). El profesor lo exponía en un magnífico documento titulado Creación y explotación de actores digitales que planteaba un sinfín de cuestiones éticas y legales ante los clones: "¿Quién es el dueño de esa imagen? ¿La compañía de efectos especiales? ¿La productora?".
La idea de una industria que prescindiera de actores y actrices para reducir su proceso de producción a las bondades de la informática resulta cuanto menos inquietante. Lo era a finales de los noventa y lo sigue siendo ahora, cuando el camino a seguir parece asumible a corto o medio plazo. "Queda un mundo de distancia para ver a esos actores virtuales", aseguraba Ben Child en el diario The Guardian en un artículo con título esclarecedor: ¿Dejará 'Avatar' a los actores sin trabajo? Child defendía la -mayoritaria- tesis de que no es posible construir un personaje sin la presencia, aunque sea en la retaguardia, de un intérprete, pero lo cierto es que no todos parecen estar de acuerdo en ese punto. El bloguero Robert Scoble señalaba a principios de 2009 a AMD, una compañía dedicada al perfeccionamiento de las técnicas de captura de imágenes, gráficos y demás parafernalia. La tecnología de AMD permitía crear intérpretes virtuales con total autonomía (eso sí, partiendo de una base en carne y hueso, ya que el programa empieza con la digitalización de actores reales). El bloguero llegaba a asegurar que Hollywood ya estaba probando el asunto -sin citar ejemplos ni fuentes-, insinuación que podría resultar una majadería hace un lustro aunque factible en los tiempos que corren.
¿Planean los grandes estudios películas que no necesiten de actores? Si hacemos caso a los medios de comunicación, sería un rotundo no. El problema principal resulta ser la tecnología, ya que la ecuación que componen tiempo y dinero sigue siendo un obstáculo mayúsculo. El propio Cameron necesitó cinco años para construir un actor creíble. Como ya había sucedido en la trilogía de El Señor de los Anillos con Gollum o en filmes como Polar Express o Beowulf, se utilizó un sistema de captura del movimiento en un actor real como parte esencial del proceso. Lo mismo se puede decir de Tintín, el último proyecto de Steven Spielberg, que sería imposible sin el concurso de los ordenadores.
Ahora bien, cuando las reglas del juego lo permitan nadie duda de sus posibilidades casi inimaginables: Jules Orbach, presidente de Light Stage (cuya tecnología se usó para crear la versión anciana de Brad Pitt en El curioso caso de Benjamin Button), ha asegurado en diversas entrevistas: "Con el abaratamiento de los costes y los nuevos avances en software no estamos lejos de crear un actor totalmente virtual, y probablemente veremos intérpretes aparecer en sus versiones más jóvenes".
Ya lo dijo Spielberg hace una década: "Nunca ningún ser virtual actuará como Al Pacino. Sin embargo, llegará un día en que -físicamente- serán capaces de replicar o simular el aspecto de un ser humano, y casi convencernos de que aquello es una persona real y no la creación de un ordenador".

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