Las máquinas de coser y las cortadoras están apagadas. Algún empleado barre los pasillo del extenso galpón de 1.500 metros cuadrados y la recepcionista está presta, al teléfono, si bien las llamadas no son muchas.
En una fábrica de zapatos del estado Carabobo, en el centro del país, no saben cuándo volverán a pegar suelas y a trabajar el cuero, en el año en el que el gobierno venezolano espera estimular, precisamente, negocios como éste.
Cuando el 8 de enero pasado el gobierno anunció un ajuste cambiario (no lo llama "devaluación" porque sostiene que, de hecho, lo que hizo fue revaluar el bolívar en relación con el mercado paralelo), el presidente Hugo Chávez manifestó que entre sus objetivos se contaba "el reimpulso de la economía productiva (…) el frenar las importaciones que no sean estrictamente necesarias y al mismo tiempo estimular la política exportadora".
"Ahora lo que tengo son un poco de preguntas", dice Rocco, cuya empresa describe como "más que nada familiar", que emplea a unas 20 personas y que produce cerca de 120.000 pares al año.
"Empezaremos a finales de febrero o en marzo. Pero no quiero que me pase lo del año pasado, que decían que iba a mejorar, que iba a mejorar…abrí ocho meses y terminé con deudas", dice.
Interrogantes
"Me imagino que todos vamos a trabajar, pero si me dices que (la tasa de) 4,30 (bolívares por dólar) es para los zapatos pero no para la acetona, porque se usa también para hacer drogas, a mí me perjudica", explica.
Tampoco sabe si va a contar con un suministro ininterrumpido de electricidad debido al racionamiento que se está aplicando en el interior del país. Esto, junto con la falta de materia prima, podría generarle una situación de "tener a 20 personas aquí, mirándose la cara", como dice haberle ocurrido en varias ocasiones el año pasado.
Menos aún tiene garantizada la mano de obra: "Con las benditas misiones (programas sociales del gobierno) la gente se va, porque les pagan salario mínimo", explica.
Son algunos elementos que se suman a lo que los economistas críticos llaman un "ambiente de negocios adverso" y que los hace poner en duda el objetivo declarado del ajuste cambiario.
¿Contradicciones?
"La hiperregulación, los controles de precio y el control de cambio lo que hacen es expulsar la producción en vez de estimularla. Pero además están las amenazas reales de nacionalizaciones y expropiaciones, así como el racionamiento de electricidad. Con ese ambiente no puede haber reactivación", le dijo a BBC Mundo el especialista del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), José Manuel Puente.
"Además en términos de discurso el gobierno es muy claro: el presidente ha dicho que vamos al socialismo, que el objetivo es desarrollar medios colectivos de propiedad. Esto es muy contradictorio (…) y te hace pensar con más profundidad que el objetivo de la devaluación es fiscal", es decir, aumentar los recursos a disposición del Estado, lo cual sería clave este año, cuando está prevista la elección para la renovación de la Asamblea Nacional.
Pero el vicepresidente de la comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, el oficialista Simón Escalona, no cree que transformar la economía venezolana al socialismo e incentivar la industria privada sean conceptos excluyentes.
"Pueden cohabitar en una sociedad socialista quienes impulsan una producción social. El socialismo en su instancia superior no niega estos principios, sino que impulsa para poder cohabitar. De hecho uno de los retos principales del socialismo es estimular la producción nacional (porque) el sistema capitalista busca impulsar las importaciones para crear una dependencia del imperio norteamericano", le dijo a BBC Mundo.
Interrogado concretamente sobre el problema eléctrico, el control de precios y los temores generados por las expropiaciones, Escalona responde que no hay mejor momento que el presente para la inversión privada.
Gracias a que el ajuste cambiario eliminó "viejas presiones" y a que el gobierno dispone de recursos para otorgar créditos, las condiciones son "excelentes" para apostarle a Venezuela.
Línea 800
Pero José Manuel Puente insiste en que si el objetivo fuera promover la industria nacional, se hubiera hecho hace por lo menos cuatro años, cuando comenzó la caída sistemática de las exportaciones no petroleras, que entre 2008 y 2009 cayeron a la mitad.
Casi como en un espejo, Rocco señala que hace cuatro años él empleaba a 50 personas, más del doble de la actual plantilla, y asegura que con su capacidad instalada podría hasta duplicar el número de zapatos de su sello y marca.
"Ojalá pudiera incrementar mi producción. Yo vivo aquí, yo estoy aquí. Claro que me interesaría crecer. Tengo un galpón enorme, una tiendita al lado y todo está cerrado. Un crédito me ayudaría mucho", señala.
De momento, Rocco no ha tenido suerte. Según cuenta, ha intentado comunicarse con alguno de los números gratuitos puestos a disposición del gobierno para los interesados en acceder a recursos a través del recién creado Fondo Bicentenario.
"Yo he estado averiguando, he estado llamando, pero esos números no caen", asegura.
Así que, mientras tanto, maneja la empresa y, en paralelo, vende zapatos importados por su cuenta. "Para poder mantenerme".
No hay comentarios:
Publicar un comentario