El 27 de septiembre de 1922 se proyectó en Los Ángeles The Power of Love, la primera película de la historia proyectada en 3D. Fue un fracaso. El primero de una larga lista de intentos fallidos de dotar de profundidad al cine. El séptimo arte ha tenido que esperar casi 90 años para escapar definitivamente de la bidimensionalidad. El éxito de estrenos cinematográficos como Avatar ha allanado el camino para que la tecnología 3D dé el salto definitivo a la pequeña pantalla. El Consumer Electronic Show de 2010, que termina hoy en Las Vegas (Nevada, EE UU) será recordado como la edición en la que se presentó la televisión del futuro. Todos los grandes fabricantes del sector Sony, Panasonic, Samsung, LG o Toshiba han mostrado sus modelos de 3D doméstico, a la espera de que la nueva tecnología saque al sector de la angustia económica vivida el año pasado. A diferencia de intentos anteriores, en esta ocasión la tecnología estereoscópica en alta definición funciona y tiene el apoyo de las principales marcas y productores de contenidos.
Sin embargo, como toda innovación que busca convertirse en estándar, deberá pasar una prueba de fuego: el próximo 11 de junio la cadena estadounidense de deportes ESPN será la primera en llevar este formato a la pequeña pantalla con la retransmisión del Mundial de Fútbol de Suráfrica. Si tiene éxito, la implantación del 3D puede ser imparable. Paul Gagnon, director de investigación de mercados de la consultora DisplaySearch, estima que sólo en 2010 se venderán más de un millón de televisores con esta tecnología, una cifra relativamente pequeña si se tiene en cuenta que el mercado mundial rondará los 200 millones. Pero sólo es la punta del iceberg. Gagnon prevé que las ventas alcancen los 9 millones de unidades en 2012 y que sólo tres años después, en 2015, todos los televisores que se vendan en el mundo tengan tecnología estereoscópica.
El 3D es la principal apuesta de Sony para el futuro. La compañía presidida por Howard Stringer es la más interesada en que el lanzamiento sea exitoso. Es la única del sector implicada en todas las fases del proceso, desde la creación de la tecnología a la producción de los contenidos. Como fabricante de televisiones, de lectores de discos blu-ray, de consolas de videojuegos PlayStation 3 y distribuidora de cine, Sony ha mostrado en el CES todas las armas que tiene para hacerse con este mercado. El gigante japonés ha presentado nada menos que 38 modelos distintos de televisores con tecnología 3D, que van desde las 22 a las 60 pulgadas. Pese al esfuerzo, Stringer aún no las tiene todas consigo. El cerebro de Sony expresó recientemente su intención "de ser los líderes del mercado 3D" aunque aún no se sepa "a ciencia cierta si va a ser rentable".Respecto al precio, tanto Samsung como LG estiman que las pantallas con esta tecnología costarán entre 800 y 1600 euros de media, dependiendo del tamaño. Para Paul Gagnon, el mayor impedimento para la implantación de la televisión 3D será la falta de contenidos. "No hay suficiente programación interesante para ver", asegura el analista. La compañía japonesa Toshiba ha tratado de minimizar ese inconveniente con el lanzamiento de una línea de televisores con tecnología Cell TV que promete transformar las emisiones 2D en 3D. A esto se suma el esfuerzo de algunas cadenas de televisión como Discovery Channel y Disney, además de ESPN, que ya preparan contenidos en 3D.
El problema de las gafas
Pero ese no es su único problema. Pese a que los nuevos procesos para lograr la ilusión de tridimensionalidad son mucho mejores que los del pasado, aún es necesario el uso de gafas, una experiencia aceptable durante dos o tres horas en un sala de cine, sobre todo para ver una cinta especial como Avatar, pero nada agradable para ver la televisión durante más de 3,7 horas diarias en el salón de casa, como hacen de media los españoles.El CES de este año ha dejado otro hallazgo: los Tablet PC, unos dispositivos a medio camino entre el ordenador portátil y los teléfonos de última generación. Prácticamente todas las grandes empresas del sector informático lanzarán este año su modelo siguiendo los tres mandamientos básicos: ligero, con pantalla táctil y con conexión a Internet. No se trata de ofrecer el mejor ordenador, sino la mejor relación entre diseño, prestaciones y sencillez de uso. La industria se ha dado cuenta de que los consumidores necesitan algo más fácil de transportar que un portátil, más potente que un netbook y más cómodo que un smartphone. HP, Sony, Dell o Lenovo han mostrado sus propuestas, que saldrán a la venta en 2010 con un abanico de precios que se situará entre los 350 y los 700 euros.
Un capítulo sin un final feliz
Los principales perjudicados por la Tabletmanía ha sido los lectores de libros digitales, que según los expertos están cerca de cerrar un corto capítulo vital. Ambos dispositivos tienen aproximadamente el mismo tamaño, pero los libros electrónicos tienen prestaciones más limitadas. Están diseñados para ofrecer textos en blanco y negro, y flaquean a la hora de mostrar fotos o páginas web. Por contra, los Tablet son ordenadores portátiles sin teclado capaces de navegar por Internet, reproducir vídeos y libros electrónicos, además de imágenes en color.La principal ventaja de los lectores de libros digitales es la tinta electrónica. Esta tecnología que imita la apariencia de la letra escrita sobre papel evita la fatiga que se sufre cuando se lee sobre la pantalla de un ordenador durante mucho tiempo. Además, los libros electrónicos pueden aguantar varios días sin necesidad de recargar la batería, algo impensable en el caso de un ordenador. Su principal problema es el precio. Según los rumores, HP podría comercializar el Slate por menos de 400 euros, un precio similar al que se comercializa el Kindle DX de Amazon, mientras que la versión más económica del Que reader de Plastic Logic rondaría los 500 euros. Demasiado para tener una única función.
A pesar de esta desventaja, la firma coreana Samsung ha aprovechado el CES para presentar su apuesta en este campo. Cuentan con la misma tecnología que el Kindle y ofrecen conexión a Internet, además de tener acceso a la biblioteca on line de Google Books. Sin embargo, su precio unos 600 euros le resta atractivo en un mercado, el de los libros electrónicos, que parece alejarse de un final feliz.
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