"Te echaremos de menos", se podía leer en una de las losas de cemento frente la casa de Steve Jobs en Palo Alto, hacia donde empezaron a acudir la pasada noche fanáticos de Apple para rendirle tributo. La vigilia se repitió por las tiendas que por todo el mundo lucen el símbolo de la manzana. Como dijo Bob Iger, presidente ejecutivo de Disney, donde el gurú era accionista, "a pesar de todo lo que logró, era como si estuviera empezado".
Jobs, coinciden tanto sus amigos como sus rivales en los negocios de la electrónica de consumo y del entretenimiento, "definió una era". Y su legado será recordado durante generaciones, señaló Michael Dell, fundador del fabricante de ordenadores que llevan su apellido. Tim Cook, su sucesor como consejo delegado, reiterá que seguirá siendo la "fundación" de Apple.
Su caso muestra lo que puede conseguir una empresa cuando se tiene a la persona, la gestión y el producto adecuado. Aunque como señaló Larry Page, cofundador de Google, la clave de su éxito está en que se centró "en la experiencia del usuario sobre cualquier otra cosa". "Mostró que lo que puedes construir puede cambiar el mundo", remacha Mark Zuckerbeg desde Facebook.
Ahora está por ver si su sucesor será capaz de llenar el vacío y lograr lo que consiguió dos veces Jobs, cuando creó Apple y cuando volvió para rescatarla. Los amantes de la electrónica ya tuvieron el martes primer desencuentro con la nueva era que comienza en la sede de Cupertino. Fue un evento calificado de normal, en el que Tim Cook presentó la nueva actualización de su móvil.
Se le bautizó iPhone 4S, quizás anticipando el fatal desenlace un día después. El iPhone 5 se reserva, por tanto, al nuevo tomo que empezó a escribirse ya en agosto en la historia de Apple. El escenario era idéntico, y hasta Cook llevó camisa negra. Pero fue la primera vez que se celebró un evento de lanzamiento de un producto sin el aura con la que Jobs solía moldear la realidad.
John Sculley, antiguo consejero delegado de Apple, destacó la capacidad de Steve Jobs por simplificar el producto. Y, en especial, señaló que formuló unos principios que siguió con firmeza y que seguirán guiando de la compañía. Cook, aseguró, tiene un gran equipo y de calidad para darle continuidad en los próximos cinco años, conforme se avance en la era post-PC.
Cook, que se sumó a Apple en 1998 para estabilizarla y evitar la suspensión de pagos, no es un desconocido para Wall Street. Ya tuvo que llevar la riendas de Apple durante las tres bajas médicas de Jobs (2004, 2009 y 2011). Tanto los inversores como los empleados le valoran positivamente, como un gestor capaz de afrontar el reto. Aunque como fue evidente el martes, no tiene su magia.
Es una persona reservada. Y como ya hizo con el iPhone 3GS, el martes dio los honores para la presentación del nuevo producto a uno de sus ejecutivos. En las conferencias con analistas, tras presentar los resultados trimestrales, Cook siempre dejó claro que la fuerza de Apple está en el talento del equipo y en la cultura de sacar al mercado el mejor producto posible.
La próxima gran prueba de Tim Cook llegará el 18 de octubre, cuando Apple publique sus cuentas trimestrales. Será la primera vez que se enfrente a los tiburones de Wall Street como consejero delegado y sin la presencia de Steve Jobs como soporte. Los títulos de Apple arrancaron la jornada bursátil en el Nasdaq casi plano, con una ligera caída de entre dos y cuatro décimas.
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