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2011/03/25

Japón: cómo afecta la radiación al medio ambiente

Aún no está claro cuánta radiación se ha escapado de la planta de Fukushima Daiichi, en Japón, tras el terremoto y el posterior tsunami del 11 de marzo.
Aunque el área cercana ha sido evacuada, se sabe que el agua y algunos alimentos producidos en el entorno de la planta están contaminados.

Aunque las autoridades japonesas insisten en que las cantidades no son peligrosas para la salud, once tipos de vegetales de hoja verde que se cultivan en la zona han sido afectados por la radiación.
Por lo tanto, el impacto para el medio ambiente ya ha comenzado, porque las partículas nucleares iniciaron su complejo recorrido a través de la atmósfera.
Además se detectaron niveles de radiación superiores a lo normal en el agua de mar, a unos 16 kilómetros de la costa cerca de la planta.
Para analizar cuándo y cómo la contaminación radiactiva se convierte en un problema hay que tomar en cuenta una amplia gama de factores: el elemento químico que se haya liberado de los reactores, en qué dirección sopla el viento, si la lluvia llevará las partículas de radiactividad a la tierra, y qué tipos de cultivos y animales se encuentran en la zona expuesta.

La ruta de la radiación

Los expertos dudan en predecir qué rumbo sigue la radiación, ya que los elementos radiactivos siguen rutas complejas.
Lo que sí está claro, basados en la experiencia del desastre de Chernobyl en 1986, es que las partículas radiactivas que ahora han sido liberadas seguirán siendo detectables durante años y a miles de kilómetros de distancia.
"Cuando la radiación se libera con gas, como ocurrió en los reactores japoneses, las partículas son transportadas por los vientos dominantes y algunas se depositarán en la tierra. La lluvia también traerá a la tierra parte de las partículas suspendidas en el aire", comenta el doctor Ward Whicker, experto en biología y radiación de la Universidad de Colorado.
Se sabe que los principales elementos que han sido liberados de los reactores de la central de Fukushima Daiichi son los isótopos de yodo (yodo 131), de cesio (cesio 137) y de estronio (estronio 90).

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El cesio es peligroso porque es de larga duración y viaja fácilmente a través de la cadena alimentaria, sin dejar de emitir partículas durante siglos una vez que se libera. Su efecto en el medio ambiente puede ser de largo alcance. Se incorpora en los huesos y con el tiempo puede derivar en afecciones como la osteoporosis.

Mientras que el yodo 131 es de mucha más corta duración -su potencia radiactiva se reduce a la mitad cada ocho días- es peligroso porque se concentra en la glándula tiroides y puede provocar cáncer.
El experto en radioquímica Nick Evans, profesor de la Universidad de Loughborough, en el Reino Unido, le explicó a BBC Mundo que estos compuestos son altamante dañinos para el organismo, pero solo si el ser humano se expone a dosis significativas.
Según él, las cantidades que hasta el momento se han filtrado de los reactores implicarían pequeñas dosis en la zona afectada que no necesariamente causan perjuicios.
A mayor cantidad de radiación, los efectos inmediatos de una exposición moderada pueden incluir náuseas y vómitos, los que a menudo comienzan pocas horas después de la contaminación, seguidos de diarrea, dolor de cabeza y fiebre.
En el largo plazo, una exposición moderada puede causar problemas de inducción de cáncer, pero por lo general en porcentajes muy bajos de la población.

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Impacto en las plantas

Las plantas que tienen las hojas más grandes recogen más radiación que otros.
"La lechuga, espinaca y otras verduras, podrían tener mayores niveles radioactivos que las manzanas, las naranjas o las papas. Alimentos como el arroz y el maíz, cuya parte comestible está protegida por las hojas, son relativamente seguros en esta primera etapa", agrega el experto en biología y radiación de la Universidad de Colorado.
En todo caso, los científicos afirman que elementos como el cesio 137 puede circular a través de un ecosistema durante décadas, entrando en las plantas por la raíz y regresando a la tierra cuando la planta muere.
A pesar de esto, el profesor Evans asegura que, según los niveles de radiación que se manejan hasta ahora, la vegetación no será severamente afectada y que, en tal sentido, el impacto de la radiación en el medio ambiente sería insignificante.

Océanos

Por primera vez el lunes, los funcionarios japoneses dijeron que parte del agua utilizada para enfriar los reactores dañados había llegado al océano, aumentando la posibilidad de que, con el tiempo, los mariscos estén en riesgo.
Para Nicholas Fisher, profesor de ciencias marinas de la Universidad Estatal de Nueva York, esta noticia se traduce en que ahora los científicos deberán medir la radiactividad de los mejillones y algas marinas locales para evaluar el nivel de contaminación.
El especialista sugiere que los niveles deberán ser observados de cerca porque sustancias como el cesio 137 se adhiere a los peces tanto como el mercurio, y se mueve en la cadena alimentaria desde el plancton a los peces pequeños y de ahí a los peces grandes.

Limpiar la radiación

Al igual que un derrame de petróleo, el material radioactivo se puede limpiar, en dependencia del compuesto químico vertido.

En este caso, el yodo radioactivo se puede remover usando otros compuestos químicos que lo eliminen.
Por ejemplo, si se tratara de un campo con altos niveles de contaminación se puede remover la tierra y luego llevarla a una planta de procesamiento. "Esto solo se llevaría a cabo si la contaminación en muy grande, no como la actual", explica a BBC Mundo el experto en radioquómica.
Este proceso es costoso, largo y sí implica riesgos para la salud de quienes lo efectúen.

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"Otra manera de descontaminar un campo de radiación es usando las propias plantas. El proceso se llama fitoremediación y emplea a las plantas para eliminar o disminuir contaminantes del suelos", le explica a BBC Mundo el profesor Evans.
"Las plantas pueden resistir mayores niveles de radiación, que recogen del suelo, y luego habría que remover esas plantas contaminadas", explica Evans.
Sin embargo, el profesor considera que estas medidas no serán necesarias ya que para él, los niveles de radiación no son tan elevados.
"Para mí, hay sólo un muy baja posibilidad de se repita un desastre como el de Chernobyl. En todo caso, el medio ambiente podría ser afectado, pero en ningún caso veremos que la vegetación y la vida animal sean exterminados. La vida es muy resistente", afirma.

BBC Mundo

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