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2011/05/04

La radiación aumenta mil veces en el fondo del mar frente a Fukushima

La radiactividad en el entorno de la central nuclear de Fukushima sigue disparada. Según las últimas mediciones de la empresa Tepco, dueña de la planta, los niveles de radiación en el fondo marino superan entre cien y mil veces los normales. Las mediciones se realizaron tres kilómetros mar adentro, a unos 30 metros de profundidad, el 29 de abril, pero hasta hoy no se presentaron los resultados. Las primeras evidencias de filtraciones de agua radiactiva al mar se registraron el 2 de abril.
Es la primera vez que se analiza el lecho oceánico, un lugar especialmente sensible a la radiación. Según los expertos, los elementos contaminantes detectados en el fondo marino como el yodo-131, el cesio-134 y el cesio-137 se pueden llegar a disolver en las aguas y mitigar sus efectos nocivos. Sin embargo, si se mezclan con el suelo marino aumentan las posibilidades de que entren en la cadena trófica, esto es, en el organismo de los seres vivos. De este modo, los animales marinos se irían contaminando los unos a los otros a través de la cadena alimenticia con elementos radiactivos consumidos por microorganismos en el lecho marino.

Precisamente hoy, la organización ecologista Greenpeace inició su análisis de las aguas internacionales del Pacífico que pudieran estar contaminadas por radiactividad. El buque Rainbow Warrior tomará muestras más allá de las aguas territoriales de Japón, ya que el Gobierno le denegó el permiso para analizar sus aguas.
Por otro lado, hoy se ha sabido que en Fukushima falló un control esencial para la medición de las emisiones de radiactividad en situaciones de emergencia que depende del Gobierno japonés. Según la agencia Kyodo, que cita fuentes cercanas a la materia, el sistema electrónico de detección desarrollado por la agencia de seguridad nuclear japonesa no funcionó correctamente durante los días críticos del accidente.
Este sistema, que hasta la fecha ha costado unos 230 millones de euros en su desarrollo y mantenimiento, es la fuente de información del organismo dependiente del Ministerio de Industria que se encarga de asesorar al Gobierno en crisis nucleares.

Publico

2011/04/22

Los riesgos de la radiación aguda son los más graves

La crisis nuclear de Fuku-shima no aportará grandes novedades sobre cómo deben actuar las autoridades sanitarias ante un accidente en un reactor como el sucedido en Japón. El especialista en Radioncología de la Universidad de Philadelphia (EEUU) Eli Glatstein considera que los otros dos accidentes registrados, el de Chernóbil y el de Three Mile Island (EEUU), permiten establecer los riesgos sanitarios a largo y corto plazo de la exposición a la radiación que escapa de una central nuclear.
Glatstein es el autor principal de una revisión publicada hoy en The New England of Medicine, titulada, precisamente, Riesgos de salud a corto y largo plazo de los accidentes en plantas nucleares. En ella, se hace hincapié en dos conceptos necesarios de transmitir, según el autor. El primero es que los efectos para la salud de la radiación de la energía nuclear no tienen nada que ver con los de la utilización de un arma atómica. La razón: estas últimas requieren de isótopos de plutonio o uranio enriquecido a unas concentraciones y configuraciones "no presentes en las plantas nucleares".
El segundo es que no se puede hablar de radiactividad en general: los isótopos emitidos al exterior y que pueden entrar en contacto con el organismo son determinantes a la hora de vaticinar la respuesta del ser humano a la radiación.
Precisamente, esta es la única crítica velada que el autor por correo electrónico hace a las autoridades japonesas sobre la gestión de la crisis. "Lo han hecho relativamente bien, aunque es difícil de decir. En lo que no han sido especialmente ejemplares es en detallar qué isótopos más allá del yodo-131 se han emitido y en qué cantidades. Tampoco lo hicieron los que gestionaron las crisis de Three Mile Island o Chernóbil, así que, a lo mejor, es que simplemente no lo saben", escribe Glatstein.
La revisión recuerda que la exposición humana a la reacción por un accidente nuclear se caracteriza de tres modos: exposición total o parcial del cuerpo por proximidad, contaminación externa e interna. Según los estudios publicados, la primera sólo la han sufrido los trabajadores de las centrales y el personal de emergencia desplazado tras el accidente.
Respecto a los dos tipos de contaminación, sí afectan a los que viven cerca de una central dañada. Para ellos, es importante la prevención con pastillas de yodo, pero sólo si se hace en las primeras horas tras la exposición. Con respecto al aumento del riesgo de cáncer, el estudio subraya que no ha ido acompañada en los otros accidentes de un aumento en la mortalidad. "Podría deberse a una mejora en los registros", sugieren los autores.

Publico 

2011/03/30

Fukushima y los mitos de la fuga radiactiva

Más de 10.000 personas murieron por el tsunami en Japón y los sobrevivientes tienen frío y hambre.
Pero los medios de comunicación se han concentrado en la radiación nuclear, por la que nadie ha muerto y por la que es probable que nadie muera.

La radiación nuclear a niveles muy altos es peligrosa, pero la magnitud de la inquietud que suscita está mal fundada.
La tecnología nuclear cura a incontables pacientes de cáncer cada día, y una dosis de radiación aplicada mediante radioterapia en un hospital no es diferente en principio de una dosis similar recibida en el medio ambiente.
¿Qué ocurrió en 1979 en el accidente nuclear en Three Mile Island, esa isla del estado de Pensilvania, Estados Unidos?
Ahí no hubo muertos.

Vea las imágenes de Fukushima desde adentro

¿Y en Chernobyl, el accidente nuclear de 1986, considerado "el más grande de la historia"?
El más reciente informe de Naciones Unidas, publicado el pasado 28 de febrero, confirmó la cifra de víctimas ya conocida: murieron 28 de los trabajadores de emergencia. Además 15 niños fallecieron por cáncer de tiroides, muertes que pudieron haber sido evitadas si hubieran tomado tabletas de yodo (como lo están haciendo ahora en Japón).
En cada caso, las cifras son una minucia si se comparan con las 3.800 víctimas en Bhopal, India, en 1984, quienes murieron debido a la fuga de químicos de la planta de pesticidas Union Carbide.
¿Y la radiación en Fukushima? ¿Cómo se compara con la de Chernobyl? Miremos las mediciones.
El nivel más alto de radiactividad reportado hasta las 19.00 horas (GMT) del 22 de marzo, en cualquiera de las prefecturas de Japón era de 12kBq por metro cuadrado (para el isótopo radiactivo de cesio, cesio-137).
El becquerel (Bq) es una unidad que mide la actividad radiactiva, y equivale a una desintegración nuclear por segundo.
Un mapa de Chernobyl en el informe de la ONU muestra regiones con diferentes tonalidades según el nivel de radiación, con un máximo de 3.700 kBq.
Áreas del mapa con menos de 37 kBq por metro cuadrado no son marcadas.
En términos redondos, esto sugiere que la lluvia radiactiva en Fukushima es menos del 1% de la de Chernobyl.

El otro radioisótopo importante es el yodo, que puede causar cáncer de tiroides en niños.
Éste sólo se produce cuando el reactor está encendido y se deteriora rápidamente una vez que se apaga (tiene un promedio de vida de ocho días). Las viejas barras de combustible en Fukushima, aunque radiactivas, no contienen yodo.
En Chernobyl la cantidad total de yodo y cesio fue liberada durante la explosión inicial.
En Fukushima, por tanto, cualquier fuga de yodo debería ser mucho menos del 1% de la de Chernobyl, con un efecto aún más reducido por las tabletas de yodo.
Desafortunadamente, las autoridades reaccionaron ofreciendo una orientación excesivamente precavida, y esto simplemente escaló la inquietud del público.

Reacción exagerada

En el aniversario 16 de Chernobyl, las autoridades de radiactividad en Suecia, admitieron en un escrito publicado en el diario Dagens Nyheter, de Estocolmo, que su reacción fue exagerada al establecer el nivel seguridad a un grado demasiado bajo y al desaprobar el 78% de toda la carne de reno de manera innecesaria, a un gran costo.
Desafortundamente, los japoneses parecen estar repitiendo el mismo error.
El 23 de marzo, recomendaron que los niños no deberían de beber agua de la llave en Tokio, ciudad en la que, un día antes, se había detectado una actividad de 200 Bq por litro.
Pongamos esto en perspectiva.
La radiactividad natural en cada cuerpo humano es de 50 Bq por litro. Por tanto, 200 Bq por litro realmente no va a causar mucho daño.
Durante la Guerra Fría se hizo creer a la mayoría de la gente que la radiación nuclear presenta un peligro bastante excepcional comprendido sólo por "intelectuales" trabajando en establecimientos militares secretos.
Para enfrentar el "fuego amigo" de esta propaganda nuclear en el ámbito nacional, se establecieron las regulaciones más rigurosas que se hayan decretado hasta ese momento con el fin de mantener todo contacto con la radiación "tan bajo como sea razonablemente factible", principio que, en inglés, se volvió un acrónimo: ALARP, "As Low As Reasonably Practicable".
Este intento de tranquilizar es la base de las actuales regulaciones internacionales de seguridad radiactiva, las cuales sugieren un límite máximo para el público de 1mSv por año sobre los niveles naturales.
Esta cifra tan baja no es un nivel peligroso, más bien es una adición pequeña a los niveles encontrados en la naturaleza.
Un británico, por ejemplo, está expuesto a 2,7 mSv por año, en promedio.
El sievert (símbolo Sv) es una unidad que mide la dosis de radiación absorbida por la materia viva.
En mi libro "Radiación y Razón" aduzco que un nivel de peligro responsable basado en la ciencia moderna sería de 100 mSv por mes, con un límite total de 5.000 mSv, no 1 mSv por año.

Nueva actitud

La gente se preocupa de la radiación porque no pueden sentirla. Sin embargo, la naturaleza tiene una solución.
En años recientes se ha descubierto que las células vivas se sustituyen y remedian por sí mismas de varias maneras para recuperarse de una dosis de radiación.
Estos mecanismos inteligentes se disparan en cuestión de horas y raramente fallan, excepto cuando están sobrecargadas, como en Chernobyl, donde la mayoría de los trabajadores de emergencia que recibieron una dosis mayor de 4.000 mSv en pocas horas murieron en semanas.
Sin embargo, los pacientes sujetos a radioterapia normalmente obtienen una dosis de más de 20.000 mSv en tejido saludable vital cercano al tumor en tratamiento.
Este tejido sobrevive sólo porque el tratamiento se esparce por varios días para darle tiempo a las células sanas para que se reemplacen o reparen.
De esta manera, muchos pacientes pueden disfrutar de más años de vida satisfactorios, aun cuando muchos de sus órganos vitales recibieron el equivalente de una dosis de más de 20.000 mSv por encima del límite anual recomendado internacionalmente, lo cual hace que este sea un límite nada razonable.
Se necesita un cambio del tamaño del océano en nuestra actitud hacia la radiación y debe comenzar con la educación y la información pública.
Luego deben crearse nuevos estándares de seguridad, basados no en cómo excluir la radiación de nuestras vidas, sino en cuánta podemos recibir sin daño, y conscientes de los otros peligros que nos acechan, como el cambio climático y la pérdida de energía eléctrica.
Quizá un nuevo acrónimo es necesario para orientar la seguridad radiactiva. ¿Qué tal AHARS, As High As Relatively Save (tan alta como sea relativamente segura).
Los reactores modernos están mejor diseñados que los de Fukushima, los de mañana podrían ser aún mejores, pero no deberíamos esperar.
El desperdicio radiactivo es horrible pero la cantidad es pequeña, especialmente si es reprocesado. En cualquier caso, no es un problema intratable como muchos suponen.
Alguien podría preguntarme si yo aceptaría que este desperdicio fuera enterrado 100 metros debajo de mi casa.
Mi respuesta sería: "Sí, ¿por qué no? De manera más general: debemos dejar de correr de la radiación.
Wade Allison es físico médico y nuclear de la Universidad de Oxford. Es el autor de "Radiación y Razón" (2009).


BBC Mundo

2011/03/25

Japón: cómo afecta la radiación al medio ambiente

Aún no está claro cuánta radiación se ha escapado de la planta de Fukushima Daiichi, en Japón, tras el terremoto y el posterior tsunami del 11 de marzo.
Aunque el área cercana ha sido evacuada, se sabe que el agua y algunos alimentos producidos en el entorno de la planta están contaminados.

Aunque las autoridades japonesas insisten en que las cantidades no son peligrosas para la salud, once tipos de vegetales de hoja verde que se cultivan en la zona han sido afectados por la radiación.
Por lo tanto, el impacto para el medio ambiente ya ha comenzado, porque las partículas nucleares iniciaron su complejo recorrido a través de la atmósfera.
Además se detectaron niveles de radiación superiores a lo normal en el agua de mar, a unos 16 kilómetros de la costa cerca de la planta.
Para analizar cuándo y cómo la contaminación radiactiva se convierte en un problema hay que tomar en cuenta una amplia gama de factores: el elemento químico que se haya liberado de los reactores, en qué dirección sopla el viento, si la lluvia llevará las partículas de radiactividad a la tierra, y qué tipos de cultivos y animales se encuentran en la zona expuesta.

La ruta de la radiación

Los expertos dudan en predecir qué rumbo sigue la radiación, ya que los elementos radiactivos siguen rutas complejas.
Lo que sí está claro, basados en la experiencia del desastre de Chernobyl en 1986, es que las partículas radiactivas que ahora han sido liberadas seguirán siendo detectables durante años y a miles de kilómetros de distancia.
"Cuando la radiación se libera con gas, como ocurrió en los reactores japoneses, las partículas son transportadas por los vientos dominantes y algunas se depositarán en la tierra. La lluvia también traerá a la tierra parte de las partículas suspendidas en el aire", comenta el doctor Ward Whicker, experto en biología y radiación de la Universidad de Colorado.
Se sabe que los principales elementos que han sido liberados de los reactores de la central de Fukushima Daiichi son los isótopos de yodo (yodo 131), de cesio (cesio 137) y de estronio (estronio 90).

Lea también: Temen contaminación de alimentos

El cesio es peligroso porque es de larga duración y viaja fácilmente a través de la cadena alimentaria, sin dejar de emitir partículas durante siglos una vez que se libera. Su efecto en el medio ambiente puede ser de largo alcance. Se incorpora en los huesos y con el tiempo puede derivar en afecciones como la osteoporosis.

Mientras que el yodo 131 es de mucha más corta duración -su potencia radiactiva se reduce a la mitad cada ocho días- es peligroso porque se concentra en la glándula tiroides y puede provocar cáncer.
El experto en radioquímica Nick Evans, profesor de la Universidad de Loughborough, en el Reino Unido, le explicó a BBC Mundo que estos compuestos son altamante dañinos para el organismo, pero solo si el ser humano se expone a dosis significativas.
Según él, las cantidades que hasta el momento se han filtrado de los reactores implicarían pequeñas dosis en la zona afectada que no necesariamente causan perjuicios.
A mayor cantidad de radiación, los efectos inmediatos de una exposición moderada pueden incluir náuseas y vómitos, los que a menudo comienzan pocas horas después de la contaminación, seguidos de diarrea, dolor de cabeza y fiebre.
En el largo plazo, una exposición moderada puede causar problemas de inducción de cáncer, pero por lo general en porcentajes muy bajos de la población.

Lea también: Los riesgos de la radiación para la salud

Impacto en las plantas

Las plantas que tienen las hojas más grandes recogen más radiación que otros.
"La lechuga, espinaca y otras verduras, podrían tener mayores niveles radioactivos que las manzanas, las naranjas o las papas. Alimentos como el arroz y el maíz, cuya parte comestible está protegida por las hojas, son relativamente seguros en esta primera etapa", agrega el experto en biología y radiación de la Universidad de Colorado.
En todo caso, los científicos afirman que elementos como el cesio 137 puede circular a través de un ecosistema durante décadas, entrando en las plantas por la raíz y regresando a la tierra cuando la planta muere.
A pesar de esto, el profesor Evans asegura que, según los niveles de radiación que se manejan hasta ahora, la vegetación no será severamente afectada y que, en tal sentido, el impacto de la radiación en el medio ambiente sería insignificante.

Océanos

Por primera vez el lunes, los funcionarios japoneses dijeron que parte del agua utilizada para enfriar los reactores dañados había llegado al océano, aumentando la posibilidad de que, con el tiempo, los mariscos estén en riesgo.
Para Nicholas Fisher, profesor de ciencias marinas de la Universidad Estatal de Nueva York, esta noticia se traduce en que ahora los científicos deberán medir la radiactividad de los mejillones y algas marinas locales para evaluar el nivel de contaminación.
El especialista sugiere que los niveles deberán ser observados de cerca porque sustancias como el cesio 137 se adhiere a los peces tanto como el mercurio, y se mueve en la cadena alimentaria desde el plancton a los peces pequeños y de ahí a los peces grandes.

Limpiar la radiación

Al igual que un derrame de petróleo, el material radioactivo se puede limpiar, en dependencia del compuesto químico vertido.

En este caso, el yodo radioactivo se puede remover usando otros compuestos químicos que lo eliminen.
Por ejemplo, si se tratara de un campo con altos niveles de contaminación se puede remover la tierra y luego llevarla a una planta de procesamiento. "Esto solo se llevaría a cabo si la contaminación en muy grande, no como la actual", explica a BBC Mundo el experto en radioquómica.
Este proceso es costoso, largo y sí implica riesgos para la salud de quienes lo efectúen.

Lea también: ¿Cuánta radiación es peligrosa?

"Otra manera de descontaminar un campo de radiación es usando las propias plantas. El proceso se llama fitoremediación y emplea a las plantas para eliminar o disminuir contaminantes del suelos", le explica a BBC Mundo el profesor Evans.
"Las plantas pueden resistir mayores niveles de radiación, que recogen del suelo, y luego habría que remover esas plantas contaminadas", explica Evans.
Sin embargo, el profesor considera que estas medidas no serán necesarias ya que para él, los niveles de radiación no son tan elevados.
"Para mí, hay sólo un muy baja posibilidad de se repita un desastre como el de Chernobyl. En todo caso, el medio ambiente podría ser afectado, pero en ningún caso veremos que la vegetación y la vida animal sean exterminados. La vida es muy resistente", afirma.

BBC Mundo

2010/11/24

Los efectos desconocidos de las radiaciones de los celulares

El Wi-Fi se impone, el teléfono móvil es casi indispensable, los edificios de oficinas están llenos de cables ocultos, y la mayoría de las viviendas disponen de todo tipo de electrodomésticos y equipos eléctricos. Cada vez se vive en un entorno de mayor exposición a la radiación electromagnética y cada día hay más pacientes intolerantes a estos campos.
No existe unanimidad de criterios sobre los efectos de este tipo de radiación en la salud, sobre todo los de la radiación emitida por la redes de telefonía inalámbrica, las torres de alta tensión. Muchos científicos reclaman la aplicación inmediata del principio de precaución. Es decir, piden que se adopten medidas protectoras pese a que no exista certeza científica sobre las posibles repercusiones de estos campos.
El espectro electromagnético es la clasificación de las radiaciones electromagnéticas en función de su frecuencia de oscilación (ciclos por segundo o hercios) o de su longitud de onda. Aportan energía; cuanta más frecuencia, más energía. La luz visible es el límite para diferenciar la radiación de alta frecuencia (ultravioleta, rayos X) de la baja (infrarrojos, microondas.) y de las frecuencias extremadamente bajas (líneas eléctricas).
Las radiaciones se clasifican en naturales (procedentes de la radiación solar, corrientes de las aguas subterráneas, fallas, líneas de contacto entre distintos materiales, gas radón) y artificiales (líneas de electricidad soterradas en las aceras, líneas de alta tensión, antenas de telefonía y de televisión, redes wifi).
Pero ¿cómo influyen las ondas electromagnéticas en el organismo? José Luis Bardasano, director del departamento de especialidades médicas de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), explica que el ser humano es de naturaleza bioelectromagnética y se caracteriza por su capacidad de generar ciclos (ciclo ovárico, ciclo de la vida) y ritmos (cardiaco, sístole-diástole; respiratorio, inspiración-espiración, o sueño-vigilia). "La luz es el sincronizador externo del ritmo sueño-vigilia, un ritmo circadiano que conecta al hombre con los ritmos de traslación y rotación de la Tierra. Se duerme por la noche, en ausencia de luz, y se está despierto por la mañana, con luz", explica.
Cuando se rompe este ritmo, continúa Bardasano, hay una falta de sincronización y se producen cronopatías que pueden afectar a los ritmos celulares. Es cuando aparecen los trastornos de cansancio, insomnio o síndrome de fatiga crónica sin causa aparente justificada.
Este experto destaca el papel fundamental que desempeña la glándula pineal en el ciclo sueño-vigilia. Esta glándula, situada en el centro geométrico del encéfalo, ejerce como un verdadero reloj biológico del cuerpo humano y tiene un gran potencial anticancerígeno, entre otras características. "Durante la noche genera melanina, una hormona que necesita oscuridad total para funcionar, esto es, que no haya ningún tipo de radiación visible ni invisible. Cuando aparece la luz se inhibe hasta la noche siguiente. Si se rompe el ritmo pineal, falta melanina para afrontar los efectos de las ondas electromagnéticas y la persona tiene predisposición genética, se produce cáncer de mama", subraya.
Para que se den las características negativas de las ondas electromagnéticas tienen que coincidir tres fallos: la ruptura del ritmo de vigilia-sueño, fallo en la capacidad de adaptación del organismo a los cambios materiales o energéticos, y fallo en la compatibilidad entre las ondas electromagnéticas que se producen por los inventos del hombre y la del organismo.
"En España urge actualizar la normativa con los datos obtenidos en los 10 últimos años. Si además conseguimos leyes que tengan en cuenta los factores de riesgo, que los enchufes estén bien colocados y que los electrodomésticos vengan con la polaridad marcada o incluyan toma de tierra, no tendríamos problemas. Hay que investigar, formar y educar a la población en esta materia, al igual que se hace en educación vial o con medidas de higiene. Y esos son nuestros objetivos", subraya Ezequiel Cabado, director gerente de la Fundación para la Salud Geoambiental de Madrid.
"Al igual que se realiza un análisis geotérmico de la resistencia del terreno, también se debe elaborar un estudio de impacto ambiental cuando se compra la vivienda para que los usuarios vivan de forma más saludable", subraya Iñaki Alonso, director del estudio de arquitectura SATT de Madrid, en el que se ha desarrollado un sistema de valoración medioambiental que incluye el estudio del entorno (contaminación electromagnética), bioconstrucción (materiales), bioclimática (eficiencia energética), gestión del agua (menor consumo y reciclaje) y energías renovables que supone un coste adicional de un 8% y un ahorro en energía del 80%.

La Nacion

2010/09/10

Palomares: 6.000 metros cúbicos de tierra radiactiva sin dueño

Publico

España no sabe qué hacer con 6.000 metros cúbicos de tierra con plutonio. Ni tiene dónde guardarlos ni, de momento, hay voluntarios fuera de nuestras fronteras para hacerse cargo de esta basura radiactiva. Casi 45 años después de la colisión de dos aviones militares estadounidenses que provocó la caída de cuatro bombas atómicas sobre la pedanía almeriense de Palomares, el organismo responsable de su descontaminación, el Ciemat, está ultimando el plan de limpieza definitiva del enclave.
El 17 de enero de 1966, un avión nodriza y un bombardero B-52 procedente de la base aérea de Morón (Sevilla) chocaron durante una maniobra de repostaje en vuelo. Tres bombas de hidrógeno cayeron a tierra y una acabó en el Mediterráneo. Palomares pudo convertirse en Hiroshima. Los paracaídas de dos de las bombas fallaron y su explosivo convencional reventó al chocar contra el suelo. Por muy poco no hubo un hongo nuclear en Almería. Sin embargo, el plutonio acabó espolvoreado por más de 200 hectáreas.

"Que se los lleven de España"

Ahora, el plan de rehabilitación de Palomares, a cuyos detalles ha tenido acceso Público, pretende dejar la pedanía tal y como estaba en 1965. La limpieza duraría tres años, requeriría un equipo de apenas 20 personas y costaría entre 20 y 30 millones de euros. El dinero no es problema. De hecho, el Ministerio de Ciencia e Innovación, dentro del tijeretazo a los presupuestos de 2010, recortó esa misma cantidad al Ciemat para este año. Respecto a 2009, el organismo, la antigua Junta de Energía Nuclear franquista, ha pasado de 116 a 86 millones de euros.
El problema es qué hacer con los 6.000 metros cúbicos de tierra contaminada a los que, según el borrador del plan de limpieza, quedará reducido el caso Palomares. En las semanas siguientes al accidente, más de medio millar de soldados del Ejército de EEUU y un centenar de agentes de la Guardia Civil retiraron más de mil metros cúbicos de tierra de la zona cero y los enviaron al almacén de residuos radiactivos de Savannah River, en Carolina del Sur, perteneciente al Departamento de Energía (DOE) estadounidense. Ahora, la cantidad se multiplica por seis y el Gobierno deBarack Obama, de momento, se lava las manos.
"No tenemos claro si EEUU pagará la limpieza de Palomares. De momento, no hay ningún acuerdo. En cualquier caso, el dinero sería importante, pero lo fundamental es que se involucren en la retirada de los residuos. Que se los lleven fuera de España", explica el director general del Ciemat, Cayetano López. La negociación está en punto muerto. En julio, delegaciones de los gobiernos de España y EEUU se encontraron en Washington, en la sede del departamento de Exteriores. Los españoles pusieron sobre la mesa los 6.000 metros cúbicos de tierra contaminada y los estadounidenses, conscientes de que las parcelas contaminadas están bajo control y no representan peligro para la salud humana, miraron para otro lado.

Sin noticias de EEUU

"Fue una discusión muy larga y complicada. Consideramos que lo que toca ahora es un plan de limpieza definitivo. Nuestro objetivo es que el terreno quede disponible para cualquier uso, para construir una casa o para plantar lechugas. Y ellos nos dijeron que no estaban preparados para darnos una respuesta", añade López.
En realidad, España no tiene opción. Si EEUU no se compromete a llevarse la tierra contaminada de Palomares, el plan de limpieza no se llevará a cabo. El Almacén Temporal Centralizado (ATC), el depósito que custodiará las 6.700 toneladas de residuos nucleares de los reactores españoles, está en el aire, pendiente del pacto de Estado sobre Energía que negocian Gobierno y PP. Además, estará diseñado para albergar barras de combustible de uranio gastado, no bidones con tierra.
"Son unos pocos cientos de gramos de plutonio repartidos en 40 hectáreas. Nosotros no tenemos dónde guardarlos. Las relaciones entre España y EEUU están en muy buen momento, así que espero que nos apoyen. Yo no quiero ni ponerme en el escenario de que digan que no", admite el director general.
En el paso previo a la limpieza, la elaboración en 2008 de un mapa de la radiación del terreno, EEUU sí colaboró, "pero costó mucho más de lo que ellos pusieron", según López. Costó 10 millones de euros, pero EEUU sólo aportó 1,6.
El DOE guarda silencio. Preguntado por este periódico sobre el estado de las negociaciones, el director de la Oficina de Estudios Internacionales sobre la Salud de este organismo, Gerald Petersen, se niega a contestar y remite a la directora del Departamento de Medio Ambiente del Ciemat, Teresa Mendizábal. La respuesta de la investigadora es conocida: "Aún no hemos recibido contestación".

Un plan "aceptable"

Está previsto que las delegaciones de los dos países se vuelvan a ver las caras en octubre o, como tarde, en noviembre. En esta reunión podría llegar la respuesta de EEUU. Si se comprometen a llevarse los residuos de sus bombas, sólo faltaría la aprobación definitiva del plan de limpieza para comenzar la descontaminación.
El Ciemat envió en primavera el primer borrador del plan al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), el organismo que debe dar su visto bueno. En un pleno celebrado el 5 de mayo, el CSN acordó aprobar la estrategia de rehabilitación de Palomares estimando "aceptables" sus propuestas, según consta en el acta de la reunión. Sin embargo, "el proyecto de rehabilitación definitivo deberá completarse" en aspectos como la gestión de los residuos radiactivos y la vigilancia de la radiación que recibirían los trabajadores y la población al remover las tierras contaminadas. El Ciemat espera tener listas las modificaciones a finales de este año.
Si el CSN lo aprueba y se desbloquean los alrededor de 25 millones de euros necesarios, la limpieza podría comenzar. Según el plan, el primer año estaría dedicado a construir carreteras y otras infraestructuras necesarias para llegar a algunos puntos de la sierra en los que se ha acumulado el plutonio. El segundo año se consagraría a la extracción de decenas de miles de metros cúbicos de tierra, una labor en la que trabajarían unos 20 profesionales seleccionados por la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa).
Las partículas de plutonio se adhieren a granos de tierra con un determinado tamaño. Con las llamadas técnicas de granulometría, los expertos pueden calcular ese tamaño y filtrar el material bruto, compactando el volumen hasta los 6.000 metros cúbicos. Durante el tercer año, y tras la instalación de sensores, se vigilaría la radiactividad del terreno para constatar que no supera los niveles autorizados por el CSN.
Hasta ahí llega el plan de limpieza. La tierra con plutonio de Palomares se guardaría en bidones en un depósito temporal o en un puerto, a la espera de su traslado en barco o en avión a EEUU. López confía en que suceda así, por las buenas o en los tribunales: "La doctrina genérica que ha ido segregando la Justicia internacional en los últimos años es quien contamina, paga".

Cifras

1.000 personas vigiladas
Desde el accidente, el Ciemat ha analizado periódicamente la salud de mil personas. En 1985, la incidencia de muertes por cáncer era inferior a la media nacional.
40 hectáreas contaminadas
Tras el accidente, un aerosol de plutonio bañó un área de unas 225 hectáreas. El dispositivo activado en 1966 y el paso del tiempo han reducido el área a 40 hectáreas.
30.000 barriles
En 1966, se enviaron a EEUU unos 5.000 barriles de 200 litros llenos de tierra con plutonio. Ahora se necesitarían unos 30.000 barriles.

2010/08/06

La ley de radiación móvil de San Francisco ya tiene imitadores

Silicon News

A los fabricantes de móviles, el dolor de muelas en el que se ha convertido la ley de radiación de teléfonos móviles de San Francisco no se les curará con un único analgésico. La cura tendrá que ser masiva porque la semilla de la ciudad californiana se ha extendido como la pólvora por la costa oeste estadounidense.
Oregón y las californianas ciudades de Burlingame y Arcata cuentan ya con legisladores que se han mostrado más que receptivos a importar la ley de San Francisco, según publica Bloomberg. "Para algunos consumidores será de gran ayuda contar con esa información", explica uno de los legisladores de Burlingame al medio económico.
En el caso de Arcata, uno de sus legisladores quiere incluir además avisos en el etiquetado de los móviles - la norma de San Francisco sólo lo hace en el punto de venta - que convertirá, quien sabe, a los terminales en la nueva cajetilla de tabaco. Hablar por el móvil no es bueno para la salud, podrían avisar.

2010/07/26

Las teleco demandan a San Francisco por la ley de radiación de los móviles

Fuente: Silicon News.

San Francisco se ha convertido en la primera ciudad en obligar a los fabricantes de móviles y a los distribuidores a ofrecer información clara sobre cuánta radiación emiten los terminales para que el consumidor sea consciente de este dato en el momento de la compra.

La llamada ley Cell Phone Right-to-Know (derecho a saber sobre el teléfono móvil) ofrecerá más información a los consumidores... y ya ha soliviantado a la industria de las telecomunicaciones. Según la CTIA, un organismo internacional que agrupa a las compañías que ofrecen servicios de conexión a través de las ondas, la norma crea la sensación, falsa a su entender, de que los estándares actuales son insuficientes y de que hay teléfonos más seguros que otros.

Además, consideran que el ayuntamiento de San Francisco invade los derechos y el ámbito de actuación de la FCC, la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones estadounidense. Por ello, han presentado una demanda contra la ciudad californiana. 

“La CTIA ha presentado esta demanda para prevenir la confusión entre los usuarios”, señalan. “El problema con la ley de San Francisco no tiene que ver con el hacer públicos los valores de radiación de los teléfonos, esta información ya es ahora pública”, apuntan.
El culebrón judicial promete ser largo.

2010/07/05

Celulares de San Francisco llevarán rótulo de radiación

Fuente: BBC Mundo.

La Junta de Supervisores de esa ciudad del estado de California, Estados Unidos, recientemente aprobó una nueva ordenanza municipal que le exigirá a los comerciantes rotular los aparatos con el nivel de radiación que emiten.
El alcalde de San Francisco, Gavin Newsom, firmó la ley el jueves y la reacción de la industria no se hizo esperar.
La Asociación Internacional para Comunicaciones Inalámbricas (CTIA, según sus siglas en inglés) inmediatamente anunció que después de su convención de octubre en San Francisco no volvería a reunirse en esa ciudad.
"La actuación de la Junta de Supervisores nos llevó a tomar la decisión de reubicar nuestra convención", según un comunicado de CTIA obtenido por BBC Mundo.

Lea: ¿Da cáncer un celular?: riesgo incierto

No se ha podido comprobar

Varias entidades del gobierno estadounidense han estudiado el tema y de momento no han podido establecer un vínculo entre las emisiones de los aparatos y problemas de salud.
"El peso de la evidencia científica no ha establecido un vínculo entre la exposición a la energía de frecuencias de radio de dispositivos móviles y problemas de salud", según la página web de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, según sus siglas en inglés).
Sin embargo, la medida de San Francisco, la primera ley de EE.UU. que obliga a los fabricantes a rotular los teléfonos móviles de acuerdo a sus niveles de emisiones, ha desatado un nuevo debate en un mercado con 285 millones de usuarios.
Esa preocupación se centra en "el creciente número de adolescentes que utilizan dispositivos inalámbricos", según la periodista de la BBC, Jane O'Brien.
"Ha habido llamados a favor de nuevas investigaciones financiadas por el gobierno y el ex candidato presidencial Dennis Kucinich anunció que próximamente presentará un proyecto de ley en el Congreso para exigir el uso de rótulos de advertencia", agregó.

Lea: Estudio a largo plazo sobre repercusión de los celulares en la salud

India

La radiación de los celulares también genera en India, un país con 350 millones de usuarios.
El diario The Times of India informó el 29 de junio que el Consejo Indio de Investigación Médica pronto iniciará un estudio quinquenal sobre los efectos de la radiación de los aparatos móviles para la salud humana.

2010/02/26

BlackBerry Bold encabeza el ranking de radiación emitida

Fuente: eWeek.

Un nuevo informe del Environmental Working Group sitúa al terminal de RIM como el que más radiación emite dentro de los más populares, aunque se mantiene dentro de los límites aconsejados.

El Smartphone BlackBerry Bold 9700 fabricado por Research In Motion (RIM) se sitúa como el terminal que más radiación emite teniendo en cuenta los dispositivos más populares del segmento, según el último estudio del Environmental Working Group.

Le siguen el Motorola Droid, el LG Chocolate y el Google Nexus One fabricado por HTC. No obstante, según esta organización, todos estos dispositivos móviles se encuentran dentro de los límites establecidos que permiten una penetración de la radiación 20 veces mayor en la cabeza que en el resto del cuerpo, aunque no se tiene en cuenta el riesgo para los niños.

La radiación se mide en SAR (tasa de absorción), que es la cantidad de energía emitida por el terminal absorbida por kilogramo. Actualmente, se permiten unos límites de 1,6 W/Kg en el cerebro.

Así, el BlackBerry Bold 9700 tiene una tasa de 1,55 W/Kg, mientras que el Motorola Droid ha obtenido 1,50 W/Kg, el LG Chocolate 1,46 W/Kg. y el Nexus One 1,39 W/Kg.

Mientras tanto, el Apple iPhone 3G disfruta de unos niveles relativamente bajos, con una tasa de 1,19 W/Kg.

2009/09/14

Los móviles que más energía irradian

Fuente: the INQUIRER.

La compañía Environmental Working Group (EWG) acaba de presentar una guía online en la que han organizado las emisiones de teléfonos móviles y la han organizado según el valor specific absorption rate (SAR), un valor que indica cuanta radiación es absorbida por el cuerpo cuando el móvil está en uso.

Según dicha lista los diez mejores terminales, o los que menos afectan a nuestro cuerpo son los siguientes :

1. Samsung Impression (SGH-a877) [AT&T]
2. Motorola RAZR V8 [CellularONE]
3. Samsung SGH-t229 [T-Mobile]
4. Samsung Rugby (SGH-a837) [AT&T]
5. Samsung Propel Pro (SGH-i627) [AT&T]
6. Samsung Gravity (SGH-t459) [CellularONE, T-Mobile]
7. T-Mobile Sidekick [T-Mobile]
8. LG Xenon (GR500) [AT&T]
9. Motorola Karma QA1 [AT&T]
10. Sanyo Katana II [Kajeet]

Debido a que el estudio se ha realizado en Estados Unidos tenemos terminales que no tienen por qué haber salido en Europa. Entre los peores de la lista están el motorola VU204, T-Mobile myTouch 3G (conocido como HTC Magic en España) y Kyocera Jax S1300. En cuanto a móviles empresariales, el peor de todos es Blackberry Curve 8330.