Cada día se distribuyen por el mundo 90 millones de tuits y 1,6 millones de entradas de blogs. Además, una media de 130 amigos reclaman la atención de los usuarios de las redes sociales, mientras que compañías y particulares suben a la Web 35 horas de vídeo por minuto. Este contexto parece idóneo para las páginas especializadas en filtrar la información que más les conviene a los internautas.
De hecho, su actividad se desarrollaba con normalidad hasta que una de ellas, Hunch, ha generado un notable revuelo al difundir recientemente un estudio en el que se asegura que el perfil de los poseedores de correos de Yahoo! y AOL es mayoritariamente el de una mujer con sobrepeso y sin carrera, que nunca ha salido al extranjero, vive centrada en su familia y se pasa el día en pijama o sudadera.
Los expertos de Hunch, cuya traducción al castellano es “presentimiento”, interpretan que el apego a estas cuentas, decanas en su tarea en Estados Unidos, denota una cierta incapacidad para evolucionar, es decir, conservadurismo. El retrato de los usuarios de Hotmail es menos demoledor: son más jóvenes –entre los 18 y los 34 años– y han viajado fuera de su país, aunque a menudo todavía viven con sus padres.
Los cibernautas liberales, universitarios, cosmopolitas y con mejor forma física son los clientes de Gmail, de Google. Para muchos de los ciudadanos que han opinado en el debate online que ha suscitado este controvertido análisis, tal nivel de detalle es ridículo. Sin embargo, la empresa no tiene más que esgrimir sus fuentes para acallar las dudas: 75 millones de respuestas sobre estilos de vida procedentes de 700.000 personas, poco menos que los habitantes de Sevilla.
Hunch es un motor de recomendaciones pensado para ayudar a sus clientes a tomar decisiones con buen criterio. Opera con la siguiente idea: a partir de las preguntas que se les plantean a quienes necesitan encontrar cualquier material o servicio en línea, se puede acabar dando con lo que realmente buscan.
Con el tiempo, Hunch, impulsada por una de las cofundadoras de Flickr, Caterina Fake, ha tenido ocasión de construir numerosos perfiles de consumidores en función de sus costumbres en la red. Basándose en esos hábitos y afinidades, elaboran lo que ellos denominan “gráficos de gusto”, que sirven para formular todo tipo de sugerencias, desde libros hasta destinos de vacaciones.
No obstante, esta máquina de ciberconsejos con sede en Nueva York, ha sorprendido por la contundencia de las conclusiones de su último estudio.
Menos polémico resulta Gravity, que funciona como un cedazo que garantiza que, de la enorme cantidad de información a la que está sometido un internauta estándar, solo le llegue lo verdaderamente útil de acuerdo con sus características y preferencias.
En medio del alud de datos que se precipita sobre cualquiera que se sitúe ante una pantalla de ordenador, teléfono móvil o tableta, Gravity, o sea, “gravedad” en español, configura el “interés gráfico” de sus consumidores gracias a sus actualizaciones de estado, acciones, tuits, retuits y demás. De este modo se crea una imagen global de los que confían en esta plataforma digital: qué productos les satisfacen, qué experiencias les estimulan, etc...
La Vanguardia
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