Varios miles de ordenadores portátiles han sido distribuido de forma gratuita entre los niños aborígenes en edad escolar como medida para combatir el analfabetismo. Los miembros de One Laptop Per Child, una organización sin ánimo de lucro que lleva distribuidos más de 1.5 millones de ordenadores, esperan así dar la oportunidad a los 1.200 niños en edad escolar de aprender sobre el mundo.
Jericho Lacey descubrió hace poco que el 'regalo' que le habían dado servía, además de para hacer la tarea, para participar ocasionalmente en 'juegos de estrategia' y navegar por Internet.
"Espero que mis hijos se conecten digitalmente con el resto del mundo", comentó Marcus, el padre de Jericho. "La isla no está muy cerca de nada".
Es cierto. En medio del mar Arafura y a unos 2.000 kilómetros al noroeste de Sidney, la isla Elcho no es ningún paraíso para sus habitantes. Hace décadas que se abandonó el cultivo de maní y banana, por lo que los aproximadamente 2.000 adultos de la región casi no tienen trabajo.
"Estamos tratando de darles a estos niños una oportunidad que de otro modo no tendrían al vivir aquí", dijo Barry Vercoe, director de su sección para Asia y el Pacífico. Hasta el momento se han repartido 2.000 ordenadores portátiles en tres escuelas de comunidades aborígenes en Australia, donde el analfabetismo suele ser multi- generacional y el inglés apenas se habla.
Camboya, Ruanda o Papúa Nueva Guinea son algunos de los países cuyos niños se han beneficiado ya de la iniciativa, y ahora le toca a las comunidades aborígenes de Australia.
Según un informe del Ministerio de Educación australiano, se estima que uno de cada tres estudiantes aborígenes de tercer grado no alcanza el nivel de lectura mínimo establecido por el Gobierno para todos los australianos. Otro estudio afirmó que se necesitarían 1.600 millones de dólares para asegurar que los estudiantes aborígenes tengan las mismas oportunidades que el resto.
Hace casi dos años Australia lanzó una iniciativa nacional para intervenir las comunidades aborígenes muy pobladas. El alcohol se prohibió para contener la violencia doméstica, así como la pornografía. Pero el analfabetismo entre los niños continúa siendo subestimado.
"Cuando se nos presenta la oportunidad de hacer algo para luchar contra la ignorancia y el analfabetismo, debemos afrontarla", dijo Vercoe. Gracias a las donaciones, espera poder 'regalar' 400.000 ordenadores a niños aborígenes australianos en edad escolar durante los próximos dos o tres años.
En el Shepherdson College de la isla, donde el absentismo de los alumnos desde preescolar hasta los últimos años de secundaria es de más del 50%, el deseo de preservar la cultura y el idioma aborígenes corre el riesgo de chocar con la implementación de nuevas herramientas de aprendizaje importadas del continente.
"Por un lado, estamos diciendo: 'Aquí tienes, toma este ordenador. Es para que la conserves," dijo un maestro de Shepherdson College. "Y al mismo tiempo, la cultura tradicional aborigen está mucho menos ligada a la noción de propiedad individual," agregó.
Las tradiciones de propiedad comunitaria todavía superan por mucho al derecho de ejercer posesiones individuales entre muchos asentamientos aborígenes.
Vercoe reconoce que eso podría ser un obstáculo. "Una vez que le damos un ordenador a un niño, le decimos que es suya de por vida. Ese concepto puede ir en contra de algunos de los valores tradicionales".
Para Naomi Ruluminy Dhurrkay, de 10 años, todo eso queda aún lejos. Está más preocupada por escribir un trabajo en su nuevo ordenador mezclando inglés con djambarrpuyngu, una de las casi 12 lenguas regionales.
"Más que nada me gusta Internet y las historias contadas", destacó la niña, que aún se maravilla con las cosas que 'la máquina verde' puede hacer
Jericho Lacey descubrió hace poco que el 'regalo' que le habían dado servía, además de para hacer la tarea, para participar ocasionalmente en 'juegos de estrategia' y navegar por Internet.
"Espero que mis hijos se conecten digitalmente con el resto del mundo", comentó Marcus, el padre de Jericho. "La isla no está muy cerca de nada".
Es cierto. En medio del mar Arafura y a unos 2.000 kilómetros al noroeste de Sidney, la isla Elcho no es ningún paraíso para sus habitantes. Hace décadas que se abandonó el cultivo de maní y banana, por lo que los aproximadamente 2.000 adultos de la región casi no tienen trabajo.
"Estamos tratando de darles a estos niños una oportunidad que de otro modo no tendrían al vivir aquí", dijo Barry Vercoe, director de su sección para Asia y el Pacífico. Hasta el momento se han repartido 2.000 ordenadores portátiles en tres escuelas de comunidades aborígenes en Australia, donde el analfabetismo suele ser multi- generacional y el inglés apenas se habla.
Proyecto con vocación educativa
El proyecto fue fundado por Nicholas Negroponte, un investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), allá por el 2006. Pretende proporcionar a los niños de todo el mundo nuevas oportunidades para explorar, experimentar, y expresarse a través del uso de ordenadoresCamboya, Ruanda o Papúa Nueva Guinea son algunos de los países cuyos niños se han beneficiado ya de la iniciativa, y ahora le toca a las comunidades aborígenes de Australia.
Según un informe del Ministerio de Educación australiano, se estima que uno de cada tres estudiantes aborígenes de tercer grado no alcanza el nivel de lectura mínimo establecido por el Gobierno para todos los australianos. Otro estudio afirmó que se necesitarían 1.600 millones de dólares para asegurar que los estudiantes aborígenes tengan las mismas oportunidades que el resto.
Hace casi dos años Australia lanzó una iniciativa nacional para intervenir las comunidades aborígenes muy pobladas. El alcohol se prohibió para contener la violencia doméstica, así como la pornografía. Pero el analfabetismo entre los niños continúa siendo subestimado.
"Cuando se nos presenta la oportunidad de hacer algo para luchar contra la ignorancia y el analfabetismo, debemos afrontarla", dijo Vercoe. Gracias a las donaciones, espera poder 'regalar' 400.000 ordenadores a niños aborígenes australianos en edad escolar durante los próximos dos o tres años.
'La máquina verde'
Así es conocido cada ordenador XO por su color. Cuesta 199 dólares (unos 143 euros) y está recubierto por una goma gruesa para soportar condiciones extremas. Son conocidos por su bajo consumo de energía, con un funcionamiento autónomo de 12 horas para cada batería. Un 'router' inalámbrico permite a los niños conectarse con sus profesores vía Internet, y cuentan con una pantalla de alta resolución en la que se puede leer bajo la luz directa.En el Shepherdson College de la isla, donde el absentismo de los alumnos desde preescolar hasta los últimos años de secundaria es de más del 50%, el deseo de preservar la cultura y el idioma aborígenes corre el riesgo de chocar con la implementación de nuevas herramientas de aprendizaje importadas del continente.
"Por un lado, estamos diciendo: 'Aquí tienes, toma este ordenador. Es para que la conserves," dijo un maestro de Shepherdson College. "Y al mismo tiempo, la cultura tradicional aborigen está mucho menos ligada a la noción de propiedad individual," agregó.
Las tradiciones de propiedad comunitaria todavía superan por mucho al derecho de ejercer posesiones individuales entre muchos asentamientos aborígenes.
Vercoe reconoce que eso podría ser un obstáculo. "Una vez que le damos un ordenador a un niño, le decimos que es suya de por vida. Ese concepto puede ir en contra de algunos de los valores tradicionales".
Para Naomi Ruluminy Dhurrkay, de 10 años, todo eso queda aún lejos. Está más preocupada por escribir un trabajo en su nuevo ordenador mezclando inglés con djambarrpuyngu, una de las casi 12 lenguas regionales.
"Más que nada me gusta Internet y las historias contadas", destacó la niña, que aún se maravilla con las cosas que 'la máquina verde' puede hacer
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