La investigación con células madre embrionarias ha sufrido un duro golpe tras la publicación ayer de un estudio en Nature. El trabajo continúa resultados anteriores, recogidos en la misma revista, que habían identificado dos genes llamados Pax3 y Pax7 de máxima importancia para la formación del músculo en los embriones a partir de células madre. Pero según el nuevo estudio, estos genes no operan en las células madre adultas que se activan para reparar un daño muscular.
La conclusión más inmediata es que las células madre embrionarias y las adultas no son funcionalmente equivalentes. Las investigaciones más innovadoras en el campo de las patologías musculares, como la distrofia, se centran en el uso de células madre embrionarias y con este hallazgo, podrían tener que cambiar de rumbo para enfocarse en las adultas.
El estudio se publica el mismo día en que el Ministerio español de Ciencia e Innovación anunciaba la financiación de 49 proyectos sobre células madre embrionarias y transferencia nuclear.
Genes de corto recorrido
Para examinar el papel de Pax3 y Pax7 en la formación de las células musculares, el equipo dirigido por el investigador de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), ChristophLepper, estudió la labor de ambos en diferentes fases del crecimiento muscular en ratones vivos.
Lepper explica que, en un principio, intentaban demostrar una secuencia lógica: que si los genes eran tan importantes en el embrión, debían serlo también para las céulas madre musculares adultas. Pero la puesta en práctica dejó en evidencia su hipótesis para sorpresa de los propios investigadores.
Mediante alteraciones genéticas, los investigadores suprimieron ambos genes en las células madre musculares adultas. "Me quedé totalmente sorprendido cuando vi que dichas células eran normales sin ellos", explica Lepper.
A continuación, los científicos estudiaron si ocurría lo mismo después de una lesión muscular, tras la cual el proceso de reparación requiere de las células madre musculares para que se formen nuevos músculos. Para ello, dañaron los músculos de las patas de los ratones entre la rodilla y el tobillo. De nuevo, la realidad se impuso a las hipótesis cuando se vio que dichas células madre, sin los dos genes clave de las embrionarias, podían todavía generar músculo tan eficazmente como las células madre musculares convencionales.
Tras dichos experimentos, quedaba algo importante por descubrir: en qué momento los genes identificados dejaban de ser necesarios para el papel reparador de las células madre musculares. Los autores concluyeron que los genes mantenían su importante función sólo en las tres semanas posteriores al nacimiento. Después de ese periodo, el rol de los genes parece ser bien distinto: provocar que las células madre se queden quietas hasta que el organismo madure. El nuevo objetivo será, entonces, descubrir qué genes toman el relevo de los Pax en las células madre musculares adultas para activarse cuando el músculo se lesiona, lo que podría marcar un nuevo paradigma de la investigación en este campo.
El trabajo publicado en Nature hace hincapié en una advertencia: no saltarse pasos de la investigación básica con modelos animales para buscar cuanto antes la fase clínica. Según el director del Departamento de Embriología de la Institución Carnegieque ha cofinanciado el trabajo, Allan Spradling, "tan sólo estamos empezando a aprender las bases de la biología de las células madre y hay muchas sorpresas". Spradling insiste en escrutar los modelos animales antes de "correr hacia la clínica con terapias a medio hacer".
El profesor de medicina regenerativa del University College de Londres, Chris Mason, declara que este estudio ilustra la necesidad de investigar con todo tipo de células, tanto embrionarias como adultas. "Definitivamente, no hay una célula mágica en terapia regenerativa", concluye.
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