"Siempre he sido un fuerte creyente del poder del libre mercado, ha sido y será el motor de Estados Unidos". Así ha introducido el presidente estadounidense, Barack Obama, su anunciación de la mayor reforma del sistema financiero desde los años treinta del pasado siglo.
"Tratamos de aplicar nuevas reglas que permitirán a nuestros mercados promover la innovación a la vez que evitan sus abusos", ha argumentado Obama para justificar la creación de nuevas agencias supervisoras de un sistema que ha provocado la peor crisis desde el 'crash' de 1929.
Muchas de las propuestas de la nueva regulación tienen que ser aprobadas por el Congreso, donde los republicanos y muchos demócratas se muestran reticentes a conceder al Estado una mayor capacidad de intervención en los mercados, aunque el mandatario insiste en su discurso en la necesidad de mantener el equilibrio entre la regulación y el libre mercado tras haber visto como grandes bancos estadounidenses se han declarado en bancarrota.
Obama no pone nombre al origen de la crisis. "No fue un fallo de determinados individuos, sino del sistema", dijo el presidente estadounidense al referirse a una "economía que se hizo complaciente" porque ante la falta de regulación "nadie asumió sus responsabilidades".
"Los negocios los llevan mejor los empresarios que el Estado", dijo en su discurso Obama antes de matizar que la reforma "atacará en el futuro las deficiencias puntuales del sistema" para evitar volver a vivir un colapso económico similar. "La falta de un sistema regulatorio nos puso al borde de la catástrofe", aseguró Obama en su discurso.
Un pilar de la reforma es dotar de mayor poder de actuación a la Reserva Federal (Fed), que se encargará de supervisar las entidades financieras que son demasiado voluminosas como para permitir su quiebra.
Casi todas las agencias que tienen autoridad supervisora en Estados Unidos sobre las operaciones de la banca y los mercados financieros emergieron de la Gran Depresión y de la regulación gubernamental dirigida por el presidente Franklin D. Roosevelt en la década de 1930.
La excepción más importante es la Fed, creada en 1913, para corregir los excesos de los mercados financieros que habían causado un pánico cinco años antes.
Otro de los ejes de la reforma es imponer mayor vigilancia al mercado de la emisión de títulos respaldado por hipotecas, y conocido como titulización.
Éste fue un mercado muy floreciente que alimentó el boom inmobiliario, pero que se vino abajo con la caída de los precios de las casas y el abuso de las concesión de prestamos a personas no solventes, y arrastró a gigantes como AIG y Bank of America.
Ahora, se pretende que las entidades que vendan estos títulos, vigilen mejor el riesgo de las hipotecas que están titulizando, para evitar que, de nuevo, se lancen al mercado productos respaldados por las hipotecas subprime.
Además, la propuesta contempla la creación de una nueva agencia gubernamental que se encargará de proteger a los consumidores que contraten productos de crédito, de ahorro o acometan otras transacciones bancarias. La nueva Agencia de Protección de la Financiación al Consumo, como se ha denominado, se encarará, por tanto, de vigilar la venta de productos como las hipotecas o las tarjetas de crédito, que afectan de manera directa a las economías familiares.
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