El debate acerca de la violencia en películas y videojuegos es un constante foco de críticas hacia desarrolladores y directores argumentando que todo ese contenido provoca que los jóvenes, más susceptibles a este tipo de género, puedan verse involucrados en una espiral de violencia que llega directamente a las calles. Por ejemplo, tras la masacre de Connecticut (EEUU) en 2012, muchos medios señalaron que el asesino pasaba la mayor parte del día jugando a uno de los videojuegos de guerra más conocidos, Call of Duty.
Para acabar con esta polémica, la revista Journal of Communication ha publicado un informe que ha recogido El País asegurando que la relación entre el consumo de violencia en videojuegos y el aumento de los crímenes reales es nula. Hace unos años, el profesor de psicología de la Universidad Stetson de Estados Unidos, Christopher Ferguson, comenzó a buscar la relación entre las películas con contenido violento y la evolución de los crímenes. Posteriormente, en 1996, este profesor decidió ir más allá y demostrar que los videojuegos tampoco tienen relación con la violencia, por lo que comenzó a seleccionar los cinco juegos más vendidos de cada año hasta 2011 y clasificándolos en una escala que va del 1 al 5 (de menos a más violento), por lo que la cifra máxima anual es de un valor de 25.
Los resultados, muy llamativos
La primera conclusión es clara: de los 16 años analizados, todos superaron la cifra de 20 sobre 25, con una media de 21,4. Esto indica precisamente que los juegos violentos son uno de los mayores intereses de los jóvenes –algo que ya se conocía desde hace años-, pero lo más interesante vino después. Tras analizar detenidamente los datos obtenidos se pudo dilucidar que las dos últimas décadas son las que, según estadísticas oficiales proporcionadas por los Estados Unidos, ha habido menor violencia juvenil. Es decir, existe una correlación entre el consumo de viodejuegos (y películas) violentos y los crímenes pero, curiosamente, totalmente inversa.
¿Zanjará la polémica este estudio?
Tal y como indica el propio Ferguson, “el debate probablemente nunca acabe”. “Se trata de una cuestión muy emocional, una dialéctica moral que se nutre de guerras culturales y conflictos generacionales. Siempre estará ahí y mientras surjan nuevos medios, habrá reacciones extremas contra ellos”. Por tanto y a pesar de todo lo que podamos encontrar en diversos estudios, los medios seguirán relacionando la violencia con los videojuegos.
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