A Tim Cook, consejero delegado de Apple, no le ha impresionado el reloj inteligente de Samsung. Al menos eso cabe deducir de la ausencia de noticias sobre ese aparato, un complemento de la movilidad, y no solo para deportistas.
La industria tecnológica necesita más pronto que tarde un reloj, pues el smartphone crece ya menos y el subidón de la tableta se acabará en un par de años. El reloj inteligente es otra vía de ingresos buena para todos. Si Apple lanzara el suyo, sus propiedades beneficiosas se extenderían al resto del sector, como ocurrió con la tableta, gracias al conocido como efecto Halo.
El iPod logró que la gente perdiera el miedo a entrar en el ecosistema de Apple y se animara a comprar también sus ordenadores. Se le llamó efecto Halo. Ahora, esa onda expansiva de consumo se amplía a todo el sector. Un nuevo producto de Apple anima sus ventas y las de la competencia.
Si el próximo año Apple lanzara un iWatch, se venderían, según DigiTimes, 5,92 millones de unidades en total; sin él, solo 1,82. En 2015, con reloj de Apple, 22,8 millones de unidades; sin él, apenas 6,10. En 2016, con Apple, 75,6 millones; sin él, 24,15 millones. La empresa fundada por Steve Jobs consigue triplicar el sector que toca.
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