A ritmo de entrega anual llega hoy a las tiendas Assassin's Creed IV: Black Flag, un título que a pesar de su nombre es la sexta entrada principal dentro de una saga que nació justo cuando las actuales consolas acababan de salir a la venta y que alcanza con esta aventura de piratas su máximo estado de madurez.
Dos años han tardado en Ubisoft Montreal en dar forma a este exuberante Caribe de principios del siglo XVIII, un mundo paradisíaco que el jugador puede explorar con completa libertad a bordo del Jackdawn, el barco en el que transcurre la mayor parte del juego y que es la mayor novedad de esta cuarta parte. Y es que a pesar de que las batallas en alta mar ya aparecían en Assassin's Creed III, no habían tenido tanto peso como tienen en este juego que rinde tributo al imaginario de piratas y bucaneros de novelas clásicas como La Isla del Tesoro de Stevenson o El Corsario Negro de Salgari, pero que al mismo tiempo no olvida su vocación de superproducción de acción al más puro estilo de Piratas del Caribe.
Protagonizada por Edward Kenway, un pirata de poca monta cuyo único interés es abordar barcos para hacerse rico y volver a Inglaterra, esta historia vuelve a mezclar la aventura en el sentido más clásico con un argumento de ciencia-ficción que seguro que cogerá por sorpresa a todos los no iniciados en una saga que, en su última entrega, vendió la friolera de 12 millones de unidades en todo el mundo. De hecho, para todos ellos es interesante puntualizar la curiosa forma con la que esta saga de aventuras aborda los hechos históricos, y que hace que el jugador sea protagonista de acontecimientos que sucedieron de verdad y conozca lugares y personajes reales que hacen que podamos hablar -aunque manteniendo las distancias- de una clase de Historia interactiva.
Pero si algo caracteriza a esta franquicia más allá del argumento, que no deja de ser un galimatías de giros de guión de Serie B, es la sensación de libertad y descubrimiento de un juego que deja el jugador siga su propio camino y cuya duración está entre las 30 y 40 horas de juego. Asaltar un barco de los imperios español o británico para robar sus provisiones, encaramarse a lo más de la torre más alta de la Habana para tener unas buenas vistas, o simplemente luchar a espada y trabuco son siempre acciones que causan impresión por la espectacularidad con que están plasmadas.
Asimismo, el juego está planteado para que no sea especialmente difícil avanzar para aquellos jugadores menos experimentados, y es de ahí de donde sale una aventura universal y para todos los públicos -aunque la cruda violencia de los combates no lo hace recomendable para los más pequeños.
Otra particularidad de Black Flag es que se trata de la primera entrega que en las próximas semanas acompañará el lanzamiento de las nuevas consolas PlayStation 4 y Xbox One con una versión con mejoras en el apartado visual, pero que igualmente luce un aspecto fantástico en las actuales consolas, que es para las que ha sido originalmente diseñado. En declaraciones al portal norteamericano The Verge, sus propios creadores hablan en detalle sobre los cambios entre una y otra versión, y lo cierto es que la diferencia más allá de la resolución de la imagen y los detalles visuales es muy pequeña.
Habiendo probado ambas versiones, tanto la de las actuales consolas como la nueva, la recomendación que hacemos desde este espacio es que si se dispone de una de las nuevas consolas, siempre será mejor jugar allí, pero que si no es así, el juego es igual de recomendable para las actuales PlayStation 3, Xbox 360 y Wii U, y no merece realmente la pena comprar una de las nuevas máquinas para jugar a este juego.
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