Pueden transportar varios misiles y lanzarlos a miles de kilómetros dejando un reguero de muertos, pero también pueden llevar vacunas a una aldea perdida con accesos imposibles. Espiar a una persona en tiempo real y sin dejar rastro, o detectar un incendio en el mismo instante en que comienza. Son los nuevos reyes del aire, la tecnología aeronáutica más puntera y apenas se empieza a vislumbrar sus posibilidades.
Los UAV (Vehículo Aéreo No Tripulado, por sus siglas en inglés), conocidos también como RPA (Aeronave Pilotada de forma Remota) y más popularmente como drones, han mostrado hasta ahora su cara más negativa, pero como toda tecnología puede tener muchas. Su uso principal ha sido en el ámbito militar aunque ya comienza a desplegarse en misiones civiles, desatando otra polémica, la de la privacidad.
Portan cámaras de enorme potencia, con sensores de infrarrojos, radar, láser, visión nocturna y, por supuesto, otras tecnologías desconocidas. Los hay muy grandes y muy pequeños, de tipo avión o helicóptero (o cuadricópteros, etc.). Desde grandes sistemas con varios aparatos de gran envergadura y alcance, con varias estaciones de control vía satélite o incluso dotados de varios misiles, hasta los más pequeños -del tamaño de un mosquito- pasando por otros intermedios, de bajo coste e incluso de usar y tirar.
También han llegado a los hogares en versiones muy sencillas, que se venden como juguetes en centros comerciales. Desde unos 300 euros cualquier persona puede comprar un aparato con una cámara y manejarlo a distancia con el teléfono móvil. Aún no hay una legislación para su uso. El pasado mes de septiembre, por ejemplo, un pequeño helicóptero aterrizó al lado de Angela Merkel durante un mitin, ante el pasmo de todos los presentes. Se trataba de una acción del Partido Pirata para "hacer ver a la canciller alemana y al ministro de Defensa cómo es sentirse observado por un drone". En México la Policía ya los ha usado para vigilar en protestas... aunque los manifestantes han hecho lo propio en Varsovia. En España también se han hecho activistas antidesahucios.
El diario norteamericano Financial Times habla de una industria que moverá en torno a los 12.000 millones de dólares en 2023. Empresas como General Atomics, AeroVironment, Northrop, Grumman, Lockheed Martin o Boeing ya pujan por contratos millonarios.
Ancianos y niños, entre sus víctimas
Un arma letal, precisa, casi indetectable y sin arriesgar la vida de quienes lo operan. Los Reaper fabricados por General Atomics, la versión más avanzada del Predator, son el sueño de los ejércitos de todo el mundo. Armados con misiles Hellfire y Cohetes SIM-92 Stinger tienen unos 20 metros de envergadura, pesan cerca de dos toneladas, pueden alcanzar los 480 kilómetros por hora y volar a 8.000 metros de altura. Esta misma semana Amnistía Internacional ha denunciado los asesinatos de civiles cometidos con estos drones por la administración Obama en países como Yemen y Pakistán. El estudio Will I be next? US drone strikes in Pakistan concluye que según las cifras más fiables, EEUU habría lanzado entre 330 y 374 ataques con drones desde 2004. Según estas fuentes habrían muerto entre 400 y 900 civiles, niños y ancianos incluidos, y el número total de muertos estaría entre los 2.200 y los 3.600.
Unas cifras que contrastan con la versión de ataques quirúrgicos que vende EEUU. Olatz Cacho, portavoz de Amnistía Internacional, asegura que, en contra de lo que reconoce la administración estadounidense, no todos los asesinados son terroristas. "Ha habido muertes incomprensibles, como la de una anciana de 83 años mientras cultivaba una tierra. Fue atacada por dos UAVs a la vez y es difícil justificar que ella fuera una amenaza para la seguridad de EEUU".
AI denuncia inclusos casos en los que los drones han acabado con la vida de personas que acudían al rescate de los atacados. "Hay homicidios que deben investigarse", exige Cacho. "Pese a las promesas de Obama, EEUU ha envuelto en un secretismo total estas prácticas. No hay ni un sólo caso registrado de un responsable de un bombardeo con estos aparatos que haya tenido que dar explicaciones", resume.
Aunque éste haya sido su uso más llamativo no es el más habitual, ni siquiera en lo militar. Las operaciones de vigilancia y reconocimiento son las más extendidas, pero también se utilizan como soporte de artillería, supresión de defensa aérea enemiga, designación de blancos o incluso como blanco para ejercicios de entrenamiento. El Ejército español lleva usando UAVs en sus misiones en el exterior desde 2008.
Drones para distribuir vacunas
Pero estos dispositivos pueden tener muchos usos más allá del campo de batalla, como destaca Stefano Chiazza. Este ingeniero aeronáutico español residente en EEUU ha sido coorganizador de la primera conferencia 'Drones y Robótica Aérea' (DARC), celebrada en Nueva York este mes. Trabaja como investigador invitado en la Universidad de Princeton, diseñando drones submarinos. Reconoce a Público, en videoconferencia, que los drones tienen muy mala prensa. "Es normal, porque hasta ahora donde más se han usado es en lo militar, pero en la conferencia hemos visto infinidad de usos positivos". Como curiosidad añade que hay empresas desarrollando proyectos civiles para estos aparatos incluso en Pakistán, uno de los países más bombardeados por los drones de EEUU.
"Hay UAVs utilizados para vigilar oleoductos, o cableado eléctrico de alta tensión, control de fronteras..." La lista es interminable: topografía, control de cosechas, filmación cinematográfica o periodística, estudios científicos...
"Hay incluso centros que están tratando de aplicar estos vehículos para la construcción, de forma que puedan coger piezas y colocarlas de forma autónoma y construir, por ejemplo, una casa", explica.
Chiazza pone otros dos ilustrativos ejemplos: una empresa llamada Matternet está desarrollando un sistema para llegar a la población de países en vías de desarrollo mediante drones. "La idea es poder utilizarlos para hacer llegar medicamentos y otros materiales necesarios de forma barata a lugares donde crear las infraestructuras necesarias para hacerlo de otro modo sería carísimo", explica. "Incluso hay un proyecto apoyado por la Fundación Bill y Melinda Gates que busca hacer eso mismo para distribuir vacunas", añade.
"Queremos ser la maldición de los incendios"
Pero no hace falta irse a EEUU para encontrar este tipo de aplicaciones. En Madrid, la empresa Flightech Systems lleva años trabajando en el desarrollo del Altea, un drone tipo avión de seis metros que presume de haber conseguido el primer certificado de aeronavegabilidad experimental de Europa. Su presidente, Francisco Gaya, explica que uno de los usos más interesantes de sus drones es la alerta temprana de incendios forestales.
"Queremos ser la maldición de los incendios", asegura. "Los sensores térmicos que equipamos permiten detectar a muchos kilómetros no ya el incendio, sino la primera rama del árbol que empieza a arder", destaca. La seguridad para los pilotos -total en este caso- y el coste los hacen ideales para este cometido: "Consumen lo mismo que un Vespino. Puedes gastar ocho veces menos que ahora o vigilar ocho veces más gastando lo mismo", resume.
Esta empresa española confía en que en un futuro cercano pueda rentabilizar un gasto de I+D+i de años y apunta sobre todo a las administraciones aunque asegura que muchas empresas privadas también están interesadas en esta tecnología. En España también el Inta lleva años desarrollando las técnicas necesarias para la creación de estos aparatos.
¿El fin de la privacidad?
Los potentes ojos de los drones plantean también cuestiones sobre la privacidad, sumándose a los recientes escándalos por la intervención de las comunicaciones.
En EEUU, el FBI ya ha reconocido que los usa para investigación civil en el espacio aéreo nacional aunque "Muy esporádicamente". En 2011 Rodney Bossart, un residente en Dakota del Norte, se convirtió el primer estadounidense detenido con ayuda de un UAV. Su arresto acabo en una batalla legal para decidir si se habían violado sus derechos.
Chiazza reconoce que hay riesgos, sin embargo cree que se pueden combatir. "Hoy día el concepto de privacidad está más amenazado por las grandes bases de datos en Internet que tienen información de millones de personas, que por otras cosas". "Lo que hay que hacer es desarrollar una legislación adecuada. Además este problema también se puede combatir con tecnologías similares a los inhibidores de frecuencias", explica. Las legislaciones están en camino. La era de los drones, para bien y para mal, ya ha despegado.
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