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2011/09/12

Robots, los empleados del futuro

La tecnología avanza a buen ritmo en el campo de la robótica. Los robots de servicios, que tienen como objetivo ayudar a los seres humanos, son ya una realidad, aunque su implantación llegará en los próximos años. Así se desprende de la afirmación del presidente de la Federación Internacional de Robótica (IFR), Shinsuke Sakakibara: “Construyendo un futuro con robot es un eslogan perfecto para la industria robótica mundial hoy en día”. Los datos de este organismo arrojan luz al respecto. El año pasado se vendieron 13.700 robots de servicios para usos profesionales – una tercera parte con fines militares- , cifra un 4% superior a la del 2009. Aunque es en el ámbito doméstico y personal donde este tipo de robótica se está integrando en la sociedad con más fuerza: en el 2010 se vendieron 540.000 unidades y se prevé llegar a los 14,4 millones de aquí a tres años.

Los cambios en esta industria han sido “muy significativos” ya que “antes eran dispositivos que no salían de los centros de investigación y ahora empiezan a comercializarse”, explica el director del Instituto de Robótica e Informática Industrial (IRI), Alberto Sanfeliu. Un claro ejemplo es el robot aspirador Roomba de iRobot, del cual se han vendido millones de ejemplares en poco tiempo, lo que demuestra que “la robótica doméstica empieza a ser de gran consumo”, señala el director ejecutivo y fundador de Ro-botica, Toni Ferraté. Pero más allá del ámbito privado, robots vigilantes, guías, aéreos e, incluso, máquinas que detectan y desactivan explosivos ya están en el mercado o están a punto de empezar a fabricarse. Este es el caso de la empresa catalana Pal Robotics, con financiación de Pal Emiratos Árabes, y su robot REEM de aspecto humanoide – aunque se mueve con ruedas-, que empezará a fabricarse en serie de aquí a unos meses en Abu Dabi. El androide funciona como punto de información dinámico, permite hacer videoconferencias a través de una pantalla táctil que tiene en el pecho y también puede servir de guía, indicando y acompañando hasta un lugar determinado a la persona que requiera sus servicios. “Queremos que el robot pueda ser útil en determinados mercados, como exhibiciones, museos, aeropuertos o centros comerciales”, detalla el director ejecutivo de Pal Robotics, Francesco Ferro.

Los líderes mundiales del sector son Japón, República de Corea y Estados Unidos y se prevé que China entre en la primera división de la robótica en los próximos años, pese a que actualmente se encuentra en un nivel muy incipiente, según los expertos. El Gobierno coreano apostó fuertemente por la robótica doméstica cuando decidió diseñar un robot muy asequible – con un precio de mil dólares, aproximadamente- que sirviera como punto de información y guía en las zonas urbanas. Pero este tipo de máquinas "eran muy simples por su bajo coste de fabricación y no tuvieron la aceptación comercial suficiente”, explica Alberto Sanfeliu. Por su parte, “la idea de Japón es que los robots lleguen a todas las casas porque lo ven como un negocio muy importante”, añade. Los países orientales “creen mucho más en la tecnología y en los avances, mientras que los orientales “investigan para conseguir resultados a corto plazo”, comenta Francesco Ferro. 

¿Y qué ocurre con España? ¿Se investiga lo suficiente para conseguir liderar este cambio social e industrial protagonizado por la industria de la robótica de servicios? La opinión de los expertos es que la apuesta en el ámbito académico y de la investigación es notable. El responsable de Pal Robotics considera que ha sido en estos “últimos cinco años” cuando se ha puesto “un mayor énfasis” en esta cuestión e, incluso, señala que entre los jóvenes que salen de las universidades “se pueden encontrar expertos en ingeniería de la automoción y la mecatrónica con buen nivel”. En este sentido destaca el proyecto europeo URUS (Ubiquitous Networking Robotics in Urban Settings), donde colabora el IRI, que tiene como objetivo ayudar a las personas en actividades cotidianas en entornos urbanos mediante los robots. Fruto de este proyecto nacieron Tibi y Dabo, una pareja de robots con sensores especiales que les permiten localizarse y moverse por la ciudad y pueden ayudar a las personas en cuestiones relativas a la guía, la asistencia y la vigilancia. En el ámbito privado también empiezan a aparecer empresas que se interesan por este tipo de productos. Un ejemplo son las corporaciones que forman parte de la Plataforma Tecnológica  Española de Robótica (Hisparob), cuyo objetivo es mejorar la posición competitiva española en el mercado mundial y europeo.

Salvar los prejuicios contra los robots
Aunque este debate ya se produjo al principio de la época de la industrialización, lo cierto es que la sociedad ve con recelo un horizonte en que las máquinas puedan sustituir a las personas en tareas de la vida cotidiana. Según los expertos, se trata de un miedo infundado. “Los países más robotizados son los que tienen una menor tasa de paro”, señala Toni Ferreté. Según esta visión, lejos de competir con los humanos, los robots de servicios tendrían efectos positivos en la sociedad, ya que desempeñarían las labores más peligrosas, repetitivas y más pesadas del mercado laboral, mientras que habría un mayor número de personas dedicadas a la industria de fabricación de robots, algo parecido a lo que ha sucedido con las empresas creadas a raíz de la generalización de Internet y las redes sociales.
Aparte del debate de si los robots pueden o no competir con los humanos, los diseñadores y fabricantes de estas máquinas son conscientes del temor que los robots despiertan en los países occidentales. “Las películas de terror, como Terminator, han hecho que haya personas que se asusten de los robots humanoides , mientras que en la cultura oriental son vistos como una ayuda para las personas”, explica Francesco Ferro.

La necesidad de apariencia humana
Desde la década de los setenta la industria robótica ha trabajado en el desarrollo de máquina bípedas, con cuerpo parecido al de los humanos y que pudieran hacer tareas humanas. Una idea de ciencia ficción. Pero las trabas tecnológicas para conseguirlo son muy complicadas de superar, pese a lo que puedan hacer pensar robots como el Asimo japonés, considerado el más avanzado del mundo. La parte bípeda se ha solucionado bastante bien, pero aún se tienen que mejorar bastante las articulaciones, hechas a base de motores, engranajes y cintas. Con los sistemas actuales “un tropiezo o una caída sería desastroso”, explica Alberto Sanfeliu. Una de las posibles soluciones pasa por sustituir el actual sistema eléctrico, que consume una gran cantidad de energía, e integrar un sistema hidráulico. Así es como funciona el robot BigDog, que sirve como mula de transporte para cualquier tipo de superficie, “aunque todavía tiene muchos problemas tecnológicos por resolver”, puntualiza Sanfeliu, que añade, que para el futuro de la robótica humanoide es importante encontrar “un sistema que permita acumular mucha energía en poco espacio”. Por eso los robots humanoides que caminan sobre ruedas – la mayoría de los que se diseñan en la actualidad- son mucho más eficientes que los bípedos.  

Para conseguir que los humanos identifiquen a los robots como una ayuda y no como un enemigo es indispensable mejorar la empatía. Actualmente, las empresas dedicadas a este ámbito centran también sus esfuerzos en que los robots sean capaces de identificar las emociones de la persona que tienen delante y que reaccionen en consecuencia”, comenta Toni Ferré. En este sentido, es importante mejorar sus expresiones faciales, que transmitan sentimientos. La pregunta que está todavía por resolver es si es posible crear inteligencia artificial. "La inteligencia de una máquina y la inteligencia de un humano no está muy lejos de ser indistinguible, lo cual puede comportar grandes cambios sociales porque trabajos de humanos en un futuro los podrán llevar a cabo los robots", concluye Toni Ferreté.

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