Una de las piezas principales del futuro sistema es un prototipo de radar capaz de observar basura espacial a una altura de hasta 2.000 kilómetros. El dispositivo, construido en España, comenzará a probarse este mes en Madrid, según explicó a este diario Nicolas Bobrinsky, responsable del SSA en la ESA y uno de los principales asistentes al encuentro de ayer en la capital polaca. La puesta en marcha de esta red responde a razones "políticas", señaló Bobrinsky, pero también ahorrará "miles de millones de euros en posibles daños" a naves europeas.
"Lo más delicado es la basura espacial", opina Augusto González, jefe de Política y Coordinación Espacial de la Comisión Europea. Alrededor de la tierra orbitan más de 20.000 desechos de antiguos cohetes y satélites cuyo tamaño está entre varios metros y menos de un centímetro. Estos últimos son los más peligrosos, pues viajan a grandes velocidades y actúan como balas en el vacío del espacio. "Es un peligro que va en aumento, ya que cada vez dependemos más de los satélites", advierte González, que fue ayer uno de los encargados de presentar la necesidad de poner en marcha el SSA ante militares, ingenieros y empresarios europeos del sector espacial. Contando sólo los fragmentos más grandes, los gastos asociados a los riesgos de colisión son de "unos 140 millones de euros al año", explica González.
"Ciegos al espacio"
La vulnerabilidad de Europa ante las amenazas espaciales se ha hecho evidente la semana pasada. El pasado jueves, el satélite UARS de EEUU, fuera de control, amenazaba con caer en casi cualquier país de la UE sin que se pudiese hacer nada para evitarlo. España y los otros 18 países de la Agencia Espacial Europea dependían de los datos de los radares militares de EEUU, ya que ningún estado miembro tiene instrumentos tan sofisticados."Vamos ciegos al espacio, no tenemos ninguna información directa sobre visibilidad", se lamenta Holger Krag, uno de los ingenieros del centro de seguimiento de basura espacial de la ESA en Darmstad, Alemania. La información que aporta EEUU está "filtrada" y excluye datos sobre sus satélites militares, con lo que a veces es complicado calcular si un artefacto corre peligro de choque. "Si queremos una imagen clara de lo que hay en el espacio necesitamos nuestro propio sistema de observación", sentencia Krag.
El satélite de EEUU se estrelló finalmente en el Pacífico sin causar daños, pero ya hay otro, el artefacto europeo Rosat, que se dirige a la Tierra fuera de control. Su llegada se espera para noviembre y, una vez más, Europa dependerá de EEUU para alertar de una colisión peligrosa.
Azote solar
El SSA también coordinará el seguimiento de tormentas solares. Las erupciones del astro provocan oleadas de radiación que distorsionan el campo magnético que protege a la Tierra. Un tormenta severa puede tumbar la red eléctrica de un país o desactivar los satélites de posicionamiento GPS y de comunicación. Esto significa, por ejemplo, tumbar operaciones financieras millonarias o dejar incomunicados a militares europeos en Afganistán. "El perjuicio para la economía y las personas es tan grande que no se puede cuantificar a pesar de ser muy real", valora González.Durante el encuentro de Varsovia se ha expuesto el ejemplo más reciente. Una tormenta solar originada este fin de semana golpeó zonas de Noruega. El resultado fueron subidas de tensión en la red eléctrica y distorsiones en las comunicaciones por radio. Además, los sistemas de orientación magnéticos que necesitan las plataformas petrolíferas para orientarse y sin los cuales no pueden perforar quedaron temporalmente fuera de servicio, con las pérdidas consiguientes. "La principal conclusión de la reunión ha sido la necesidad de que Europa tenga un sistema de seguimiento y alerta", comentó ayer Juha-Pekka Luntama, responsable del departamento de tiempo espacial (las perturbaciones causadas por el viento solar y otros factores) de la ESA. La actividad solar también influye en la caída de satélites en desuso. El incremento de la actividad fue en parte responsable de la caída incontrolada del UARS.
El proyecto para diseñar el SSA se puso en marcha en 2008. Su objetivo es coordinar los radares y observatorios ya existentes en los países de la ESA. Otra gran pata del proyecto es la construcción de un gran radar equiparable en potencia al que ahora usa EEUU para rastrear basura espacial. La construcción del prototipo de este radar, una versión reducida del instrumento final, fue encargada por la ESA a la empresa española Indra. El instrumento tiene como objetivo demostrar su capacidad para detectar objetos situados en órbitas entre los 200 y 2.000 kilómetros de altitud, donde se acumula la mayor parte de la basura espacial. Ha tenido un coste de 4,5 millones de euros, según Bobrinsky. Tras las pruebas del instrumento en Madrid se decidirá su ubicación final entre España y Alemania, que también ha contribuido en la construcción, para comenzar a funcionar en 2012, añadió.
"España tiene un interés claro en este tema y el poco dinero que se tiene para invertir en espacio lo dedica a esto", comenta González.
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